Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 13 de junio de 2002
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Política

Sergio Zermeño

Los de afuera

De manera casi simultánea la Unión Europea y Estados Unidos adoptaron férreas medidas policiales en puertos, aeropuertos y fronteras terrestres para controlar el ingreso de extranjeros; mientras, 400 africanos se encierran en una universidad sevillana para evitar ser deportados.

De manera increíble la tensión entre el capital y el trabajo, que constituyó referente básico de la industrialización, está dejando su lugar en el siglo que nace a la tensión entre los espacios de la integración y los de la exclusión. Lo característico del mundo globalizado de nuestro tiempo, ya nadie lo duda, es la depauperación de crecientes agregados poblacionales en todo el mundo, y su manifestación concomitante es la forma en que invaden, por cualquier medio, los espacios del mundo de los integrados.

Esto se encuentra en la base explicativa de la derechización que estamos viviendo: los ciudadanos, en particular aquellos que se encuentran viviendo en la frontera entre los de adentro y los de afuera (clases medias bajas y obreras que comparten su espacio con los trabajadores inmigrados del Magreb, de Europa del este, de los Balcanes, del Oriente Medio, y en Estados Unidos con los latinoamericanos) son los mejor dispuestos para acoger los discursos de la derecha en todas partes. Pero también todos aquellos sectores con algunos recursos, particularmente en los países no centrales, ven cómo sus espacios habitacionales son invadidos por grupos paupérrimos y sus líderes para ejercer el comercio informal y el transporte salvaje, o para establecer changarros de todo tipo en plazas, parques, camellones, canchas deportivas, playas, clínicas, campus universitarios... Las administraciones gubernamentales, particularmente las que se reclaman socialdemócratas o socialistas, renuncian a dar la batalla porque, entre otras cosas, esas huestes constituyen fuerzas políticas y votantes potenciales; los sectores medios y altos tampoco tienen la fuerza para defender el espacio público y se refugian en sus colonias, en sus cuadras y en sus condominios rodeándose de rejas, sistemas de seguridad y vigilantes.

Este es el nuevo panorama mundial que además conlleva una paradoja: el rechazo visceral de los de afuera, expresado en la derechización de la política, pierde de vista el hecho brutal de que Occidente, es decir, los países más ricos de Europa y Norteamérica, se está empequeñeciendo demográficamente de manera acelerada. Las mujeres europeas sólo procrean 1.4 hijos y 2.1 las de Estados Unidos. El envejecimiento de la población es, pues, inminente: hoy en la Unión Europea hay un miembro de más de 65 años por cuatro de entre 15 y 65, pero en cinco décadas sólo habrá dos jóvenes por cada viejo. En ese momento un país como Alemania (82 millones), si quisiera mantener una relación entre jóvenes y viejos, como la de hoy, tendría que haber acogido a 188 millones de inmigrantes pero, naturalmente, eso cambiaría de manera severa la apariencia racial de esa sociedad y muchos de sus referentes culturales (Reporte de la Comisión Europea sobre extranjeros en la Unión Europea, mayo 2002). Pero la declinación demográfica se esconde y los políticos ganan votos mostrando únicamente el lado negativo de la invasión.

Dejando de lado el tema del achicamiento de Occidente y centrando el problema en nuestro país, no cabe duda de que el referente excluidos-integrados se convierte en el tema ordenador de nuestras vidas. Lo anterior se puede mostrar de manera vertical y horizontal.

Verticalmente si vemos el andamiaje institucional, sobre todo en política, y constatamos cómo el nuevo y cambiante espectro de los excluidos se reorganiza y se fortalece conformando tribus de desposeídos con sus respectivos liderazgos, capaces de ocupar paulatina, pero firmemente, con gran pragmatismo y antintelectualismo, los espacios de la política, desde las curules hasta los puestos gubernamentales y partidistas, intentando incluso posesionarse de los espacios del mundo de la educación, los campus universitarios, etcétera. Y horizontalmente porque han tenido la capacidad de concurrencia, palmo a palmo, del territorio completo, sobre todo en el medio urbano y en particular en espacios donde hay alguna riqueza que pueda hacer florecer el comercio informal o cualquier servicio que se puede prestar a quienes poseen algún poder adquisitivo.

Es época de reflexión, los temas de la derechización del mundo son asuntos que no sólo nos conciernen, sino que en nuestros países, semilleros de exclusión y frontera con Occidente, se potencian marcando la nueva tensión, ordenadora fundamental de nuestro entorno.

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