Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de junio de 2002
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Sociedad y Justicia
Los que sean hallados culpables serán enviados a casas de "reinserción social"

Indigna que pederastas conserven título de sacerdote en las nuevas normas disciplinarias

DAVID USBORNE THE INDEPENDENT

Nueva York, 15 de junio. El escándalo de abusos sexuales contra menores que ha estremecido a la Iglesia Católica estadunidense sigue provocando ira después de que una conferencia de obispos adoptó, el viernes, nuevas normas disciplinarias que no incluyen la expulsión automática del sacerdocio de curas que sean culpables de estos abusos.

Con 239 votos en favor y 13 en contra, la conferencia de obispos, celebrada durante dos días en un hotel de Dallas, Texas, adoptó normas encaminadas a castigar a sacerdotes que se descubra han molestado sexualmente a niños y adolescentes, prohibiéndoles ejercer funciones parroquiales.

Pero el texto, que aún tiene que lograr la aprobación del Vaticano, fue inmediatamente condenado por grupos de víctimas que dijeron que las medidas no son suficientes para poner fin al riesgo de que niños sufran abusos sexuales a manos de sacerdotes.

Las nuevas directivas dentro de la Iglesia estipulan que cualquier sacerdote culpable de haber abusado de un menor, ya sea en el pasado, en el presente o el futuro, tendrá prohibido cumplir con deberes eclesiásticos, no podrá convivir con feligreses ni vestir el hábito sacerdotal.

Quien haya cometido las ofensas, sin embargo, no necesariamente será devuelto al ámbito laico, es decir, que no se le despojará del estatus sacerdotal. El obispo de la diócesis a la que pertenezca el acusado en cuestión deberá decidir en cada caso si debe o no despojársele del título de sacerdote. Se prevé que el cura que sea culpable de abuso podrá ser enviado al equivalente eclesiástico de una casa de reinserción social donde llevará una vida de "oración y penitencia", alejado de los fieles.

"De hoy en adelante, nadie que se sepa ha abusado sexualmente de un menor trabajará en la Iglesia Católica de Estados Unidos" dijo el obispo Wilton Gregori, el presidente de la conferencia, antes de ofrecer disculpas por "nuestra reacción, trágicamente lenta, en reconocer el horror del abuso sexual".

Al adoptar algo que los medios llamaron "tolerancia casi cero", los obispos tenían la mirada puesta en el Vaticano, que con toda probabilidad hubiera protestado ante normativas más severas. Ya se ha manifestado desde Roma la sospecha de que el escándalo en Estados Unidos fue exagerado y sacado de proporción por los medios de comunicación.

La crisis se precipitó por el encarcelamiento, en enero pasado, de John Geoghan, un ex sacerdote de Boston, por haber manoseado a un niño en una piscina. Se descubrió posteriormente que el cardenal de Boston, Bernard Law, sabía de las acusaciones que pesaban contra Geoghan y su respuesta fue cambiar al sacerdote de una parroquia a otra.

Durante los meses que siguieron, la Iglesia ha sufrido los embates de cada vez más revelaciones de antiguos casos de abuso. Unos 250 curas han perdido sus empleos debido a acusaciones que surgieron en su contra y cuatro obispos han renunciado. Asimismo, dos sacerdotes se han suicidado.

Los críticos de las nuevas normas de la iglesia manifestaron su sorpresa ante el hecho de que quienes han cometido abuso sexual aún podrán llamarse curas, aún si ya no tienen derecho a llevar el hábito. "Mientras un perpetrador de abusos pueda seguir autonombrándose 'Padre', potencialmente tiene la capacidad de atraer a sus víctimas", señaló Sheila Daley, del grupo católico liberal Llamando a la Acción. El jueves pasado, la conferencia de obispos escuchó a cuatro víctimas que rindieron testimonios muy descriptivos de los abusos que sufrieron.

"Esto es equivalente a decirle a un asesino callejero que comete sus crímenes en la ciudad: 'Te vamos a mandar al campo'", dijo Mark Serrano, de la Red de Sobrevivientes de Abusos cometidos por Curas. "Siempre podrán encontrar niños a los que convertirán en sus presas".

En encuestas realizadas antes de la conferencia, católicos comunes manifestaron un mayoritario apoyo por una política de tolerancia cero contra quienes cometieran abusos, sin permitir márgenes a usar la discrecionalidad hacia ellos. La iglesia enfrenta ahora una carrera cuesta arriba para explicar porqué esto no ocurrió. "Esto va a confundir a muchos estadunidenses", dijo Chester Gillis, un profesor de teología de la Universidad de Georgetown en Washington. "No se trata de la medida terminante que algunas de las víctimas exigían", agregó el académico.

©The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

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