Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 17 de junio de 2002
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Política

Iván Restrepo

Desbarajuste forestal, la herencia priísta

A raíz de la matanza de Agua Fría, en Oaxaca, los medios han informado del desbarajuste y abandono en que se encuentran los recursos forestales del país. Además de las declaraciones de especialistas, de grupos campesinos, de organizaciones ciudadanas vinculadas con esa invaluable riqueza, de partidos políticos, de funcionarios y hasta de líderes eclesiales, también se divulgan diagnósticos oficiales que dan una idea de la dimensión del problema.

Por ejemplo, Raúl Arriaga, funcionario de confianza del presidente Fox en la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), dijo que existen varias zonas de "ingobernabilidad" donde la tala clandestina está ligada con el secuestro, el narcotráfico y el comercio de armas. Son tan peligrosas -agregó- que los inspectores responsables de hacer cumplir la ley forestal no se atreven a entrar porque los reciben grupos que poseen armas poderosas, como Ak-47. Esas zonas sobresalen por los recursos naturales en poder de las comunidades indígenas o campesinas, pero a la vez arrastran pobreza extrema, pleitos por la tenencia de la tierra y una utilización inadecuada de la riqueza local. Diversas áreas de Chiapas, Oaxaca, Chihuahua, Puebla, Durango, Guerrero, Michoacán y Veracruz se encuentran en esta situación. Es de imaginar que otras dependencias, como Gobernación, la Procuraduría General de la República, la Defensa Nacional y las instancias de seguridad estatales y locales, poseen información sobre esos grupos armados, el apoyo que reciben de funcionarios, partidos políticos y caciques, así como de la identidad de quienes manejan el comercio ilegal de madera, negocio que asciende a más de 3 mil millones de pesos anuales y que representa 40 por ciento de la madera que se comercializa en el país.

Este tráfico ilegal existe no solamente por el escaso personal que vigila las áreas boscosas, sino básicamente por la red de complicidades tejidas durante décadas. Es un asunto bien documentado en los estudios de centros de investigación, en las denuncias de grupos indígenas y ejidales, y hasta en los reportes oficiales. No es un asunto reciente o que desconozca el sector público. El actual gobierno ha tocado levemente algunas de esas redes, pero las grandes siguen haciendo de las suyas y con su proceder ilegal contaminan y se oponen a los grupos indígenas, ejidales y comunales, que con gran esfuerzo trabajan para lograr el aprovechamiento sostenible de las áreas forestales.

En todo el desbarajuste que padecemos, la gran responsabilidad es del propio gobierno. Cómo olvidar, por ejemplo, los programas de colonización emprendidos a mediados del siglo pasado en el sureste del país y que destruyeron millones de hectáreas de selva, o el Programa Nacional de Desmontes de los años 70, que empobreció más el ambiente y a la población, pero que hizo ricos a políticos, a funcionarios, a dueños de empresas vendedoras de maquinaria agrícola y a uno que otro "comunicador" a quien se le compró lealtad y silencio a cambio de darle permisos para desmontar, que luego revendió a una compañía especializada en arrasar la selva. O el ecocidio de destruir más de 100 mil hectáreas de selva alta, única, en la región de Uxpanapa, Veracruz. Es una lista de nunca acabar.

Pero eso sucedió cuando gobernaba el PRI. El presente es de cambio, por lo que sería imperdonable que por negligencia o complicidad, el gobierno federal permitiera más daños a los recursos naturales, ya que se nos repite a diario que "son asunto de seguridad nacional".

Ahora mismo diversos grupos sociales y de investigación de Veracruz exigen a las autoridades echar al cesto de la basura el proyecto de construir un "libramiento" dentro del área conurbada Xalapa-Coatepec. Se trata de una carretera que afectaría los últimos manchones de bosque de niebla que se han salvado de la destrucción en la zona, las dos cuencas de recarga de los acuíferos, acueductos y manantiales que alimentan de agua a la zona conurbada y que, finalmente, desataría un crecimiento citadino anárquico hacia el área menos apropiada, más frágil ambientalmente. Alguna vez nos referimos aquí a ese insensato proyecto carretero que huele a negocio de influyentes a costa de la naturaleza.

A los equipos responsables en administraciones anteriores de cuidar el medio ambiente y los recursos naturales los golearon la incapacidad, los talamontes y los intereses de funcionarios, políticos y empresarios. Al actual comienzan a anotarle goles que pudieron evitarse. Ojalá no termine con otra vergonzosa derrota.

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