Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 17 de junio de 2002
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Cultura
Investigadores reconstruyen la máscara funeraria

Ya se conoce la imagen verdadera del antiguo gobernante Pakal

Se trata del cuarto intento de acercarse al rostro del dirigente maya, con base en esa pieza descubierta en 1952

ANGEL VARGAS ENVIADO

Palenque, Chis., 16 de junio. El 15 de junio de 1952 el ámbito de la arqueología mexicana produjo una gran noticia al mundo: el descubrimiento de una cámara funeraria en el Templo de las Inscripciones, en Palenque, en la que se encontraron los restos del gran Pakal, el más célebre no sólo de los reyes palencanos, sino de la cultura maya en general.

A medio siglo de ese acontecimiento, posible gracias a los trabajos del arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier (1906-1979), son innumerables los conocimientos y las hipótesis que se han desarrollado desde entonces sobre la antigua cultura de Palenque.

Entre los más sobresalientes de los recientes tiempos se halla una reconstrucción de la máscara funeraria de Pakal, con la que, se asegura, la pieza ha recuperado "su imagen original" y revela "el verdadero retrato" del gobernante.

Los resultados de este trabajo han tenido como foro de discusión las sesiones de la cuarta mesa redonda de Palenque, que se desarrollan en esta población chiapaneca desde el sábado y concluirán el 19.

Esencia e imagen de un rey

La restauración de la máscara funeraria se debe a las investigadoras Sofía Martínez del Campo y Laura Filloy, adscritas al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes trabajan en ese proceso desde el 2000 y aseguran contar ya con los elementos para sostener que esa pieza, a 13 siglos de su creación y 50 años de su descubrimiento, "ha recuperado la función para la que fue concebida: mantener viva la esencia y la imagen" del rey palencano.

Este implemento, realizado en jadeíta, es uno de los vestigios más conocidos y publicitados de la cultura maya, en primer lugar por su singularidad y belleza, pero también por ser, hasta hace algunos años, uno de los pocos ejemplos de máscaras funerarias recuperadas en el área. La que proponen ahora las especialistas es la cuarta imagen que se ha desarrollado sobre el rostro de la máscara del gobernante maya desde que fue descubierta por Ruz Lhuillier, hace 50 años, en la cámara funeraria del Templo de las Inscripciones.

La primera versión se remonta a 1953 y se debe al propio Ruz Lhuillier, quien fue ayudado por el dibujante Hipólito Sánchez Vera. Un año después, el arqueólogo trasladó la pieza a Mérida y, bajo su dirección, el grabador Alberto García Maldonado trabajó un soporte para ajustar su forma y volumen con el fin de obtener proporciones y rasgos más naturales.

No obstante, ese trabajo no convenció al especialista y en 1955 llevó la pieza a la ciudad de México y allí encargó al arqueólogo Francisco González Rul un nuevo montaje "en el que desgraciadamente se perdió en gran medida el orden de las teselas en relación con el registro contextual".

Ese soporte, sin embargo, fue el que se conservó hasta mediados del año pasado "y con el que la máscara fue fotografiada y publicada en varias ocasiones. Gracias a estos documentos gráficos, hemos visto que a través de los años la pieza fue objeto de varias intervenciones y algunas otras modificaciones de menor importancia".

A diferencia de las propuestas que la precedieron, la reconstrucción de la máscara que realizaron Martínez del Campo y Laura Filloy ofrece un rostro menos tosco y con apariencia más natural en sus rasgos; salta a primera vista, por ejemplo, la disminución del estrabismo del personaje en relación con las versiones anteriores.

En su ponencia, presentada ayer en el contexto del encuentro académico de esta ciudad y, por cierto, una de las que más revuelo han causado hasta el momento, las especialistas explicaron el proceso de su trabajo y los criterios utilizados para el mismo, además de ofrecer una visión general sobre el sentido de las máscaras en los rituales funerarios mayas.

Acerca de este último aspecto, señalaron: "Sabemos que la máscara funeraria transmite la esencia del individuo, quien a través de ella sobrevive a la ineludible muerte del cuerpo. Al ser colocada sobre el rostro, la máscara funeraria se convierte en un agente de transformación de una realidad material a una esencia espiritual; es decir, transforma la cara de la muerte en una imagen de juventud permanente que va más allá del parecido físico al contener parte del alma del individuo.

"Además, al reproducir el jade la imagen del soberano su esencia alcanza una permanencia que el cuerpo físico nunca podría tener, porque a través de su máscara de jade el gobernante asume la identidad del dios del maíz y adquiere atributos tales como su belleza y su juventud. Personificando al dios del maíz, el soberano enterrado germina y renace en el continuo del tiempo a semejanza del grano depositado en la tierra".

Especificaron: "La de Pakal es un máscara retrato concebida por él mismo con la idea de inmortalizar su imagen de juventud. Representa el rostro poderoso del soberano maya y reitera la idea de su fuerza y de su belleza interior". El proceso de restauración fue dividido en varios tipos de trabajos y análisis físicos, así como en investigaciones documentales y científicas. Según las especialistas, al desmontar las 212 teselas registraron sus características, estado de conservación y los materiales adheridos en la superficie. Más adelante habrían de encontrarse en la bóveda del Museo Nacional de Arqueología 130 teselas más que se habían desprendido del soporte y con lo cual el número de piezas se incrementó a 340 y ese factor facilitó la restauración.

"Advertimos también que un gran número de teselas corresponde a piezas de joyería reutilizadas, unas con rostros humanos tallados en el reverso, otras con motivos geométricos. Además, en ciertos casos, en una o ambas caras presentan antiguas perforaciones que los mismos artesanos mayas cubrieron con pequeños tapones de jade sellados con alguna resina, cera natural e, incluso, con pasta de cal", señalaron.

Para el ensamblaje de la máscara, Martínez del Campo y Laura Filloy partieron de la hipótesis de Ruz Lhuillier, quien consideraba que los artesanos mayas armaron el mosaico en primera instancia sobre el rostro de una escultura de bulto, específicamente sobre una de las cabezas-retrato de Pakal trabajadas en piedra caliza y estuco que se hallaban el sarcófago. "Ruz pensaba que, ya en el momento de preparar el cadáver y con el orden las teselas bien definido, los artesanos colocaron una fina capa de pasta de cal sobre el rostro del soberano muerto y trasladaron hasta él las teselas para disponerlas en la posición equivalente a la que ocuparon previamente sobre el rostro de la escultura".

Fue así como en el proceso de reconstrucción las investigadoras tomaron moldes del rostro y la cabeza de dos esculturas que representan al gobernante maya en sendos momentos de su vida: la pubertad y la plenitud. Y a partir de esos moldes crearon el soporte donde acomodaron las piezas en su correcta posición.

Una vez armada con esa nueva configuración, la pieza fue exhibida el año pasado en la exposición Descubridores del pasado en Mesoamérica, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. Sin embargo, allí no concluyó el proceso, pues las restauradoras aún corrigen algunos detalles con el fin de tener lista la máscara para la reinauguración de la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología, en agosto próximo.

"Podemos anticiparles que este montaje, elaborado con mayor conocimiento, ha logrado devolver a la máscara funeraria de Pakal una superficie continua y ondulada de facciones y expresión meritorias de los atributos de la plástica maya del clásico y cuyas dimensiones y morfología si permitirían su colocación sobre el semblante del soberano con todo su ajuar funerario", concluyeron.

"Y podemos anticiparlo porque ahora sabemos que el rostro armonioso de la máscara funeraria de Pakal fue concebido anatómicamente desde antes de su factura y tallado con un realismo sorprendente. Es, sin lugar a dudas, el verdadero retrato del más célebre de los reyes palencanos y, a 13 siglos de su creación y 50 años de su descubrimiento, la máscara funeraria ha recuperado la función para la que fue concebida: mantener viva la esencia y la imagen del gran Pakal".

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