Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de junio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería de La Jornada
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >


 

Cultura
Rebeldes con causa, de Eric Zolov, narra el desgaste irrevocable de la Familia Revolucionaria

El 68 mexicano se comenzó a gestar con la llegada del rock en los años 50

El autor estadunidense articula esta porción de historia que se encontraba fragmentada y dispersa

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

El 68 mexicano es hijo de los años 50. Se empezó a gestar cuando un nuevo género musical -"importado" de Estados Unidos- se abrió paso en la radio y los salones de baile, entre boleros, danzones y canciones rancheras; cuando las películas mexicanas de charros, mariachis y cabareteras fueron desplazadas por cintas como Blackboard jungle (de 1955, titulada en español Semilla de maldad) o la mexicana Juventud desenfrenada (de 1956), en las cuales se mostraba una imagen de los jóvenes vinculada "a la delincuencia y el libertinaje", "desafiante de la autoridad" y de "las buenas costumbres" (por cierto, el tema musical de ambas fue Rock around the clock, de Bill Haley); cuando en el interior de la idílica (gran) familia mexicana las hijas y los hijos ya no aceptaron que se les dijera cómo vestirse, cómo peinarse, cómo hablar; qué música oír...

Ahí se originó todo. El historiador Eric Zolov lo cuenta y documenta con rigor y claridad en su libro Rebeldes con causa. La contracultura mexicana y la crisis del Estado patriarcal: "La historia de cómo la 'Familia Revolucionaria' de México sufrió el desgaste irrevocable de sus manifestaciones políticas, culturales y sociales" y en la cual el rock sirvió como "cuña y espejo" a las sociedades atrapadas en los ajetreos de la rápida modernización". Y fue cuña "en tanto que desafiaba los límites tradicionales de las convenciones, de las relaciones entre los sexos, las jerarquías sociales y los significados mismos de identidad nacional en una época de elevado nacionalismo."

Panorama revelador

Hasta ahora nadie había articulado esta historia. Existía fragmentada y dispersa en libros de mayor o menor calidad (prescindibles e imprescindibles); en las hemerotecas, mexicanas y estadunidenses; en la memoria -objetiva o convenenciera- de testigos y protagonistas; en los archivos privados y en los de compañías disqueras o dependencias gubernamentales (de México y Estados Unidos); en los preciados discos de coleccionistas; en películas... Son múltiples y diversas las fuentes a las que acudió Zolov para ofrecer esta visión de conjunto.

En algo más de 370 páginas, el historiador despliega una relación cronológica de hechos, datos, situaciones, anécdotas e interpretaciones, que forman un panorama revelador y a menudo asombroso. Luego de la introducción, el libro se divide en siete capítulos: 1) "Rebeldismo en la Familia revolucionaria: El impacto inicial del rock'n roll en el Estado y la sociedad mexicana"; 2) "Refrenar los ademanes del rock"; 3) "La Onda: la contracultura mexicana y el movimiento estudiantil de 1968"; 4) "La Onda después de Tlatelolco"; 5) "La Onda Chicana: La reivindicación de la comunidad contracultural de México" 6) "El festival de rock de Avándaro", y 7) "Una crítica de lo 'Obviamente imperialista': la Agencia de Información de Estados Unidos".

Rebeldes con causa (editorial Norma) tiene como punto de partida el momento en que el rocanrol llega a México "en alas del capital trasnacional y en los velices de quienes volvían de viaje". Ese primer contacto "poco tuvo que ver con la rebelión" y se popularizó entre adultos de clase obrera y media gracias a las orquestas tipo big band. De hecho, la primera grabación mexicana de rock and roll no la hizo un rocanrolero, sino la orquesta de Pablo Beltrán Ruiz, que en la década de los cincuenta destacó como intérprete de danzón, mambo, bolero y cha-cha-chá. Se trató de una pieza instrumental titulada México rock and roll, grabada en 1956 bajo el sello de la poderosa trasnacional del disco, RCA Victor (hoy integrada al consorcio BMG Ariola). En ese tiempo funcionaban 240 estaciones de radio en México y dominaban el mercado discográfico cinco empresas: tres mexicanas (Peerless, Orfeón y Musart) y dos extranjeras (RCA y CBS).

Pronto, la sorpresa ante la novedad cedió su lugar a la alarma, cuando el naciente rock and roll (y después el rock) empezó a ser asociado con el desmadre y con el desafío a la autoridad y a las normas sociales. Eric Zolov deja ver que las actitudes -irreverencia, crítica, desenfado, etcétera- que acompañaban al rock necesariamente tenían que entrar en conflicto con un sistema autoritario y patriarcal.

Destaca cómo en relación con eso, la izquierda y la derecha mexicanas "tenían una curiosa coincidencia de pareceres". Zolov cita, como ejemplo, "al afamado muralista David Alfaro Siqueiros, comunista de toda su vida", quien en 1957 declaró: "Las películas pornográficas y el rock and roll y sus derivados tienen a la juventud mexicana al borde de una crisis moral insalvable (...)".

En 1959 dos incidentes en los que se involucraba a Elvis Presley (aunque su participación fue involuntaria) contribuyeron para agudizar el mal clima hacia la nueva cultura. El primer incidente lo ocasionaron las presuntas declaraciones de Presley (al parecer falsas) de que prefería besar a tres negras que a una mexicana, lo cual dio lugar a una suerte de linchamiento moral público, encabezado por los sectores y organismos más conservadores. El segundo incidente fue un zafarrancho, premonitorio portazo, ocurrido en el cine Las Américas durante la premiere de la película El rey criollo, protagonizada por Presley. Zolov cita al periódico Excélsior: "El desorden empezó cuando más de 600 rebeldes sin causa entraron al cine sin pagar".

Una sociedad y un sistema político acostumbrado al silencio de los jóvenes, se alarmó porque la cultura proveniente de Estados Unidos -incluso en sus expresiones o adaptaciones más inofensivas y despolitizadas- era en realidad un cuestionamiento al talante autoritario y jerárquico de la sociedad mexicana y su estructura política.

Para acallar y responder a las presiones corporativas del conservadurismo (la Liga de la Decencia, por ejemplo), los gobiernos reprimieron sucesivamente los diversos "brotes de inconformidad juvenil". Entre las acciones tomadas, el Instituto Nacional de Bellas Artes preparó una lista de "canciones aceptables", que fue enviada a todas las radiodifusoras del país. De este modo, los rocanroleros quedaron convertidos en "maleantes musicales".

Fuerzas extranjerizantes

Con la aparición de los Beatles y la nueva ola de grupos ingleses, a principios de los años 60, "el rock'n'roll se despojó de cualquier tipo de encanto que alguna vez haya tenido para los adultos y se convirtió simplemente en rock". Con esto "surgieron renovados temores de desórdenes juveniles".

Para contrarrestar esa dinámica, que atentaba contra las formas de control del sistema, el gobierno y los sectores conservadores elaboraron un discurso que tenía como principales argumentos el viejo nacionalismo (surgido de la Revolución), la moral y las buenas costumbres. Por ello no es de extrañar que la matanza del 2 de octubre de 1968 estuviera precedida de voces que condenaban el movimiento estudiantil como un complot de fuerzas extranjerizantes y de ideas ajenas a "nuestra idiosincrasia".

Aquí se resume un aspecto mínimo del contenido del Rebeldes con causa. Su enfoque y contenidos merecen una lectura atenta y desprejuiciada. No agota el tema pero sí sienta las bases para una revisión serena y objetiva de esa parte de la historia nacional.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año