Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 1 de julio de 2002
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Espectáculos
Boleros y baladas de Palmerín a Juan Gabriel; joven, la mayoría del público

Aunque llovió, nadie huyó del Zócalo en la bohemia de Cuevas, Manzanero y José José

Es el mejor regalo que el gobierno local puede hacer a su gente, expresa el yucateco

 ARTURO CRUZ BARCENAS

Carlos Cuevas, Armando Manzanero y José José, en ese orden, se presentaron la tarde-noche del pasado sábado en el Zócalo capitalino, en un evento organizado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. El primero es el más joven y ha explotado laboralmente los temas del cancionero popular; los otros dos tienen una obra hecha y están más allá del bien y del mal. Cuevas lució afable y mostró las tablas acumuladas en veladas tipo cantabar; Manzanero estaba feliz y en una hora de canto volvió a mostrar su talento; José cumplió, triunfó, pues no tenía de otra; si fracasaba ahí, en la histórica plancha, hubiera sido el fin.

Entre varios conatos de lluvia, a las seis de la tarde subió Carlos Cuevas al escenario. Las cuarentonas y cincuentonas canciones románticas de Los Panchos y otras del infaltable Juan Gabriel se escucharon y calentaron el ambiente. "¿Conocen las de Juan Gabriel- ¿Cómo las compone- En el aire, ¿verdad?" Y los primeros aplausos se escuchaban entre ese público heterogéneo en edades y gustos musicales, pero ese día reunido en torno a la frase delicada, al verso introspectivo, el ritmo cadencioso, de Juanga a Palmerín.

Cuevas recurrió a los lugares comunes de los cantabares. A las asociaciones de lo sentimental con el futbol, al quién canta más alto. "Me voy a echar dos minutos de agudos, y si no lo hago me chiflan." Obviamente no lo consiguió, pero pidió aplausos, pues el esfuerzo se hizo. Ese fue el tono de su humor. Se fue entre ovaciones. Corrían las siete de la noche. En plancha de concreto, en medio de carritos de venta de tamales, tortas de jamón de dudoso color pálido; tacos de bistec o chuleta, varias parejas se besaron al oír a Cuevas. Si rubor, sin tomar en cuenta que los miraban burlonamente.

El amor es un sentimiento que aísla. Sólo existe el otro. En entrevista, al acabar su presentación, Cuevas expuso: "Se ve que el romanticismo todavía cala, pesa. ¿Cuántos no hemos nacido gracias a un bolero? Si corremos a otros géneros, pero a la hora de hacer el amor nos vamos al bolero. Aquí se notó. Sí impone esta plaza, pues es el centro político. Pero somos profesionales. ¿Pan y circo? No, eso se puede hacer en toda la República. Si una autoridad nos invita a cantar, pues encantados de la vida. Venimos completamente gratis. Claro, los músicos tienen que comer y viven al día. Yo trabajo mucho porque cobro poquito". Su próximo disco será el bueno, con siete temas inéditos de Armando Manzanero, a quien Cuevas define como el último baluarte del romanticismo, de México para el mundo.

"Es un sabio, una persona generosa, un gran mexicano. Nos ha dado mucho y no se le puede dejar de considerar un genio de la música. José José es nuestro príncipe; creo que es el artista más querido de México, el más escuchado y con más éxitos. La gente lo quiere por ser José José, no como ande de la voz; siempre se levanta. De ahí partimos, desde él."

"Eso es revitalizante"

Un largo aplauso se escuchó y cortó las entrevistas. El maestro Manzanero iba al encuentro con el público. Eran las 19:23 y las notas de Somos novios hizo a los esposos que siguen siendo novios apretarse de las manos y besarse. Lo notó Armando. "Esta canción es para ustedes." Una brisa pegó en el rostro de los asistentes. El cielo estaba encapotado. No llovió y la gente no corrió.

La cadena de éxitos se fue eslabonando: No sé tú... Una broma: "Soy yucateco, de Yucatán, donde todo el año hace frío, pero con el calor no se siente (el frío)". Voy a apagar la luz, No, el tema de ausencias que ya no duelen, que nadie cantara mejor que Carlos Lico. Cae una leve lluvia, se abren los paraguas. Sube el trío Los Juglares. "No importa que llueva; me esperaré". "Las serenatas con lluvias son bellas", dijo. En los balcones y las ventanas de los edificios que rodean al Zócalo, varios afortunados escuchaban su serenata.

Nadie lo quería dejar ir, pero su tiempo se cumplió: una hora, igual que Cuevas. Una nube de reporteros lo abordó. "Es un privilegio estar con esta gente, que muchas veces no puede tener acceso a sitios donde se cobra cierta cantidad de dinero. Este es el mejor regalo que el Gobierno del Distrito Federal puede hacer a su gente." Estaba emocionado y respiraba agitado. "Nos vemos, maestro, cuídese." "Lo bueno -expresó antes de entrar a su camerino- fue que no llovió. Fue hermoso cuando la gente sacó sus paraguas. Otro detalle importante: aquí, 60 por ciento es gente joven. Eso es revitalizante."

El trono de El Príncipe

Llegó El Príncipe y fue exigido a responder preguntas. Pidió a los seguridad: "¡Todos de una vez!" "Por fin estoy en el Zócalo. Estuve una vez, pero en la Alameda Central; eso fue en marzo de 1970", recordó. Entre sus amigos se consabe que tiene una memoria de elefante. Cita detalles que a la mayoría escapa, y que se van al paso de los años. Lleva varios años trabajando en Bohemia, show y discos de un espectáculo que aún va para largo. "Con Carlitos (Cuevas)... lo estimo; ha sido una persona sumamente cariñosa conmigo."

-¿Aún lo pone nervioso presentarse en estos lugares?

-Decía Frank Sinatra que el día que no le diera la mariposa en el estómago, el miedo o la impresión, que ese día se iba a retirar. Eso digo yo; lo refrendo. ¿Mi salud? Ahí la llevo, me estoy atendiendo mi pulmón. Estoy estudiando si me opero una hernia.

El escenario es el trono de El Príncipe José José, a quien algunos reciben con gritos de "¡Rey, rey!" Para muchos es un ídolo. Cada quien pide alguna que le recuerda algo. O tú o yo, Me vas a echar de menos... Va de un lado a otro y saluda a quienes lo escuchan detrás del escenario, lo mismo que a los costados. Su voz está dañada, no sale el alarde que lo hizo famoso. No obstante, por momentos se oye algo, una reminiscencia de lo que lo hizo grande, ídolo. A esa, Te quiero así, Almohada... popurríes: Me basta, Desesperado, Mi vida, Amor, amor, Gavilán o paloma, Lo pasado, pasado. Llueve, pero la concurrencia no se va. Estoicismo romántico defeño.

Bromea Chepe Chepe: "Mientras haya amor, no importa el sexo". Se va... regresa. Canta La nave del olvido... Se va... regresa... El triste. Todos se van alegres, con el corazón a flor de piel, la mayoría al Metro, a tomar el pesero, a sus casas; los menos, a cenar algo por ahí. Aunque a ratos llovió, nadie corrió.

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