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El placer en la filosofía feminista de Graciela Hierro

René Barffusón°

 

Graciela Hierro nos invita a preguntarnos por el ser de las mujeres y el lugar que han ocupado a lo largo de la historia, a cuestionarnos esos problemas que trae consigo la diferencia sexual, a indagar por qué históricamente el placer en las mujeres ha estado negado, sugiriéndonos la posibilidad de transformar aquello que se ha identificado como la condición de las mujeres: ser seres para otros. Para ello reconoce el "género" como la "construcción social que se impone a un cuerpo femenino o masculino y le conforma una identidad o rol esperado por su cultura.

La mayor parte de su tiempo la ha dedicado, tanto en la investigación como en la docencia, a la ética y a la educación. Piensa que la importancia de la filosofía radica en las aportaciones que nos puede brindar para mejorar nuestra condición humana. En su más reciente publicación, Ética del Placer, aborda aspectos acerca de los problemas de la diferencia sexual; es decir, indaga acerca del significado de ser mujeres u hombres, considerando la diferencia sexual no solamente marcada por la biología, sino también por aspectos psicológicos y sociales.

Al describirse como filósofa feminista de tiempo completo, podríamos preguntarle: ¿Por qué hacer tanto énfasis en el feminismo y, además, de tiempo completo? ¿Acaso no basta con que nos diga que es filósofa? Su respuesta sería, no basta, pues considera la filosofía, como compromiso de vida, no como algo meramente académico y puramente teórico. Este tipo de filosofía a su vez ha sido resultado del filosofar de algunas mujeres.

De Sor Juana, toma la pregunta por el destino de las mujeres. De Rosario Castellanos, la pregunta por la cultura femenina. De María Zambrano, la posibilidad de ofrecer respuestas, no desde el estricto modo tradicional de filosofar, sino desde ese filosofar en el que convergen magia, mito, vida cotidiana, literatura, poesía, etcétera. El pensamiento de Simone de Beauvoir se hace presente cuando se cuestiona sobre el ser de las mujeres en tanto que "seres-para-si", cuando se ocupa de indagar qué es lo que ha dado lugar a la consideración de las mujeres como única y exclusivamente "seres-para-otro"; también al sostener que no somos seres esenciales sino seres históricos, detectando, además, que esta constitución histórica de las mujeres ha estado marcada por las determinaciones masculinas. Es así como plantea la necesidad de crear la historia de las mujeres, transitar del "no-ser-femenino", al estilo parmenidiano, al "ser-femenino". Parafraseando a Heidegger, diríamos que en la tradición patriarcal hubo un olvido del "ser-femenino", a lo que actualmente podemos afirmar que quizá no fue olvido, sino un mecanismo funcional para perpetuar la cultura patriarcal. En este último punto es donde hace su aparición Luce Irigaray, de quien recupera la filosofía feminista de la diferencia sexual y la importancia de que esta diferencia se haga explícita en la cultura.

En Ética y feminismo plantea la liberación del placer para lograr el tránsito del "no-ser-femenino" al "ser-femenino", para lograr la anhelada transformación de la condición de exclusión de las mujeres a una posición de poder; es decir, plantea que el placer vuelva a ocupar un aspecto central y primordial en nuestras vidas, a la manera como lo entendía Epicuro: principio y fin de una vida feliz. Graciela Hierro sostiene que la liberación del placer es condición necesaria para que las mujeres ejerzan poder, esto con la finalidad de lograr un trato equitativo entre los géneros. Defiende la idea de que lo personal es político, pues para ella el poder intenta participar en lo personal de las mujeres: su himen; su prole.

Entiende al feminismo como un movimiento político, con el cual, desde el análisis ético de la doble moral sexual, se intenta una deconstrucción práctica de esta moral que aún permanece vigente y es la que posibilita que ciertos valores sean buenos en los hombres y malos en las mujeres y que también ciertos aspectos morales sean practicables en lo privado pero severamente castigados en lo público. Desde este planteamiento, en De la domesticación a la educación de las mexicanas, Graciela señala la urgencia que hay en nuestro país porque, efectivamente, lo que se imparta en las instituciones educativas sea una educación dirigida a ambos géneros y no una domesticación de las mujeres; es decir, siguiendo la paradoja señalada por Choderlos de Laclos, la educación que se imparte a las mujeres es extensión de las labores domésticas, ahora profesionalizadas; por ejemplo, la enfermería, el trabajo social, el secretariado, la docencia, etcétera. Propone la apertura a nuevos espacios, a nuevas opciones de desempeño de las mujeres en el ámbito social, desempeños que no tienen por qué estar restringidos única y exclusivamente a ofrecer otras modalidades de lo doméstico.

La fuerza de su pensamiento filosófico feminista consiste en considerar que la finalidad de este feminismo radical es sustituir la centralidad del poder en la vida humana* para liberar el placer, de manera que se devuelva el hedonismo a la misma; es decir, plantearnos el placer como la finalidad de la vida, considerando que una libre práctica del placer nos garantiza que somos dueños o dueñas de nuestro cuerpo, lo cual indica que no hay un poder que se nos impone, sino que somos capaces de ejercerlo. Porque si no, como pregunta ella constantemente en relación con el ser femenino, "si no somos dueñas de nuestros cuerpos ¿de qué somos dueñas?" Sólo apropiándonos de nuestro cuerpo y sus placeres, estaremos posibilitados o posibilitadas para establecer nuevas relaciones entre los géneros, en donde no habrá cabida a desigualdad de condiciones por diferencias de género.

Para que las mujeres pueden reconocer que la condición de exclusión que viven ha respondido a mecanismos de poder por parte de la hegemonía masculina y, que esta condición carece de una justificación moral para seguirla perpetuando, será muy importante tener presente la experiencia vivida y las opiniones morales que de ella surgen.

Graciela Hierro reconoce en la exclusión femenina un problema de índole moral, al cual responde, desde la ética constructivista, por tomar como punto de partida la experiencia vivida. Considera que al abordar cuestiones morales, desde la ética, no se pretende ofrecer un conocimiento absoluto acerca de lo que es el bien, sino que desde las condiciones actuales de nuestra existencia, desde nuestra experiencia vivida, plantearnos posibilidades de ser buenos o buenas como refiere Aristóteles en la Ética Nicomaquea.

Nuestra filósofa parte de la pregunta ¿qué es ser mujer? Sospecha que la condición vivida por las mujeres ha estado fundada en una injustificación moral, porque la condición de exclusión de las mujeres ni promueve el crecimiento personal ni promueve su participación activa con fines de colaborar en el desarrollo de una sociedad como la nuestra. Nos detalla que las mujeres, en Occidente, no juegan un papel importante en la creación de cultura y de conocimiento, debido a que la construcción del conocimiento se ha dado sobre la base de lo masculino, donde se ha identificado ser masculino con ser racional y ser racional como característica de ser humano, por lo tanto las mujeres no son consideradas seres humanos; esto, tomando en cuenta que para Aristóteles las mujeres carecían de razón. Es por ello que la introductora del feminismo en la filosofía mexicana también se propone hacer énfasis en el uso del lenguaje en femenino, reconociendo que el genérico "hombres" de hecho no incluye lo femenino, así como tampoco el que se refiere a lo humano.

Graciela Hierro sostiene que para transitar del "no-ser-femenino" al "ser-femenino" se requiere el empoderamiento del género, lo cual se logra cuando las mujeres acceden a la dimensión ética del placer; esto es, vivir la práctica del placer, ese que desde toda una tradición ha sido controlado por la hegemonía patriarcal con fines exclusivos de mantener en posición de subordinadas a aquellas que, al acceder al placer, ejercen poder.
°Catedrático de la Universidad Veracruzana

Estudios de género, p. 7
Cf. Graciela Hierro, Ética y Feminismo, p. 8
* El humanismo en Graciela Hierro se entenderá como "cualquier sistema o forma de pensamiento y acción en el cual los intereses, los valores y la dignidad humana sea relevante." Véase Ética de la libertad, p. 69; también véase El feminismo es un humanismo.

BIBLIOGRAFÍA

Cancino Barffusón, Sergio René, El poder del placer en el feminismo de Graciela Hierro (tesis de Licenciatura en Filosofía) Xalapa, Ver., México, 21/Jul/00
Hierro, Graciela, La filosofía de la educación de M. Kant, Sobretiro de
TEORIA ANUARIO DE FILOSOFÍA, México, 1980
---, Ética y Feminismo, Coordinación de Humanidades-UNAM, 1985
---, Simone de Beauvoir: una memoria, Pemex/SRTPRM, México, 1986
---, Naturaleza y fines de la educación superior, UNAM-ANUIES, Cuaderno
de Planeación Universitaria, 3ª. Época, Año 4, No. 1, Febrero, 1990
---, Ética de la libertad, Torres Ass., México, 1993
--- (compiladora), Estudios de género, Torres Ass., México, 1995
---, El feminismo es un humanismo, en Nuestro Tiempo (ensayos), Centro de Investigaciones y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, Cuernavaca, 1996
--- (compiladora), Filosofía de la Educación y Género, FFyL-UNAM/Torres
Ass, México, 1997
---, De la domesticación a la educación de las mexicanas, Torres Ass.,
México, 1998
---, La diferencia sexual. Su expresión en la cultura occidental, septiembre de 1998 (texto analizado durante el seminario de género, impartido por
la doctora Hierro del 24-26 de junio de 1999 para la Facultad de
Filosofía de la Universidad Veracruzana).
---, Gracias a la vida, DEMAC, México, 2000
---, Ética del placer, UNAM, México, 2001

Otras fuentes:
http://www.unam.mx/jornada/1999/mar99/990315/cien-cara.html
Hoja del PUEG, PUEG-UNAM, México, Junio-Agosto de 2000

 

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