237 ° DOMINGO 7 DE JULIO 2002
La ley Lala en La Laguna

La industria lechera
acaba con el agua

JESUS RAMIREZ CUEVAS

En los últimos años un nuevo mercado ha concentrado el agua y la tierra en pocas manos. En la Comarca Lagunera, la mayoría de los ejidatarios han vendido o rentado sus parcelas y sus derechos de uso de agua a empresarios ganaderos y agrícolas. El principal consorcio lechero del país se beneficia de las mejores tierras y del 80% del agua que se usa en la región. La prolongada sequía en el norte, la destrucción de la economía ejidal por las políticas gubernamentales y el colapso del algodón han dejado sin opciones a los campesinos laguneros, quienes hoy se emplean como peones en ranchos ganaderos y plantaciones de forraje, como obreros en las maquilas o prueban suerte como migrantes en el país vecino

Ilustración de Andrés Mario RamírezCOMARCA LAGUNERA, Coahuila y Durango. A mitad del desierto, don Antonio del Río no duda al mirar el páramo seco de lo que fue un vergel hasta hace unos años:

–Andamos malísimos, tenemos buenas tierras pero no tenemos agua –dice, mirando la agrietada superficie que el sol de mediodía ha vuelto un comal ardiente.

A sus 77 años, don Antonio ha ido perdiendo las esperanzas, como la fila de nogales secos que algún día fueron su orgullo. Era un niño cuando el general Lázaro Cárdenas les dio la tierra a más de 38 mil campesinos de la región, entre ellos su padre, allá por 1936.

Antonio del Río se refugia bajo la sombra de unos viejos álamos que aún se mantienen en pie a la entrada de su casa. Las calles de Viesca se ven solas, de vez en cuando pasa un carro o alguien en bicicleta, como fantasmas.

"Está abandonado nuestro pueblo, muchos se han ido –dice con nostalgia–. Antes sembrábamos muchas cosas cuando teníamos agua, la sequía se llevó lo que quedaba. Hasta la noria se secó y la Comisión Nacional del Agua (CNA) no nos da la reposición. Sólo tenemos el título de concesión para extraer agua pero no tenemos el permiso para perforar un pozo porque el agua de aquí está mala. Hace unas semanas decidimos vender el permiso en 300 pesos al que quiera producir aquí. Aún no vendemos la tierra porque nadie la quiere, si no hay agua no sirve. En la región hay tres norias pero sólo los propietarios se benefician y nos dejan sólo para beber. Casi todos los ejidos ya vendieron con todo y agua. Lo único que tenemos aquí son dos maquilas que dan empleo a las mujeres que quedan, pero usan mucha agua".

La situación descrita por don Antonio del Río es similar a la que enfrentan miles de ejidatarios en toda la Comarca Lagunera. Quizá por eso, en las oficinas regionales de la CNA se escucha con frecuencia una frase: "Agua que no has de beber, déjala vender".

Gerardo Jiménez González, investigador de la Universidad Juárez de Durango, ha documentado el fin de la economía ejidal y el surgimiento del "mercado de aguas y tierras" en La Laguna. En un extenso ensayo explica que "la privatización del ejido y su mercantilización" se debió a "la política neoliberal" del gobierno, a las reformas al artículo 27 constitucional y a la falta de apoyo oficial a los campesinos. "Esta política –aduce– converge con la severa descapitalización de los ejidos, el ‘colapso algodonero’ y la prolongada sequía, factores que incidieron en la enajenación de las tierras y aguas ejidales que ingresan a un mercado de estos recursos controlado principalmente por empresarios ganaderos y agrícolas".

En diversas entrevistas, académicos, ambientalistas, funcionarios, ejidatarios, líderes campesinos y agropecuarios, desde distintos ángulos, coinciden en que la concentración de aguas y tierras favorece a la industria lechera. Es casi unánime la preocupación por la excesiva explotación del agua subterránea de la cuenca.

Aunque no hay estadísticas oficiales al respecto, la mayoría de los entrevistados aseguran que el Grupo Industrial Lala –que representa el 60% del mercado nacional de leche–, acapara el 80% del agua de los pozos, de las presas y las tierras más fértiles de la región.

En el Registro Público de la Propiedad (Repda), el presidente de Lala, Eduardo Tricio Haro, aparece con 10 pozos concesionados. Sus familiares directos poseen otros 66. Sin embargo, tomando en cuenta rentas y prestanombres, la familia Tricio utiliza unos 320 pozos. Los cálculos más conservadores señalan que Lala se beneficia del agua de 2 mil pozos. En comparación con los 100 que utilizan ejidatarios y los 178 de uso urbano.

La Laguna es una zona desértica que abarca cinco municipios de Coahuila (Francisco I. Madero, Matamoros, San Pedro, Viesca y Torreón) y cuatro de Durango (Gómez Palacio, Lerdo, Mapimí y Tlahualilo). Aquí se dio uno de los repartos agrarios más importantes del cardenismo: se crearon 332 ejidos con 38 mil ejidatarios que explotaron colectivamente la tierra. Desde entonces enfrentaron la falta de agua. Con las presas, en el mejor de las casos, sólo pudieron regar la mitad de las 160 mil hectáreas que les entregaron.

Los gobiernos posteriores asfixiaron la organización productiva de los ejidatarios y la convirtieron en parte del control corporativo y fuente de corrupción de funcionarios y líderes.

"Hoy los nuevos propietarios tienen más agua y más tierra que en 1936", afirma Adrián Puentes, abogado de ejidos y sindicatos de la región. "Los ejidatarios quedan más como símbolo de lo que fue La Laguna, la mayoría ya rentó o vendió sus derechos de tierra y agua", agrega.

EL PEOR AÑO DE LA SEQUÍA

Ilustración de Andrés Mario Ramírez"Vencimos al desierto", reza un letrero a la entrada de Torreón construido por los grandes productores de leche.

Hasta hace 20 años en la agricultura de la Comarca Lagunera, una de las más tecnificadas del país, predominaba el algodón. Hoy es la principal cuenca lechera del país, la única en el mundo ubicada en un desierto. Por ello, los cultivos se orientaron a la producción de forraje para el ganado.

Recientemente, el presidente Vicente Fox declaró las Cuencas de La Laguna y Lerma-Chapala "asunto de seguridad nacional" por la sobreexplotación del agua (en La Laguna hay más de 3 mil pozos y en la cuenca del Lerma, 25 mil).

En términos hidrológicos, La Laguna forma parte de las Cuencas Centrales del Norte, la que menos disponibilidad de agua tiene en el país, después de Baja California Sur y el Distrito Federal.

Según la CNA el agua disponible en esta cuenca equivale a la que hay en Egipto: mil metros cúbicos por habitante.

Las corrientes de los ríos Nazas y Aguanaval han llevado al valle un aluvión de alta fertilidad. La tierra es rica pero requiere de agua de riego para hacerla producir.

Este ha sido el peor año agrícola, la sequía dura ya una década y las cuatro presas están en niveles mínimos. La presa Lázaro Cárdenas, la más grande, está a un 8% de su capacidad.

Irónicamente, hace dos semanas llovió intensamente en Zacatecas y el río Aguanaval anegó varios kilómetros de tierras secas de La Laguna. "Como no hay infraestructura sólo vimos pasar el agua", se lamenta José García Valenciano, de la Unión Regional de Ejidos de la Comarca Lagunera (UREC).

Para Magdalena Briones, presidenta de la organización ecologista Biodesert, "la escasez de agua no es un problema exclusivo de la naturaleza. Las actividades humanas sobreexplotan el recurso y devastan los bosques que alimentan los ríos".

Esta situación –explica el abogado Adrián Puentes– "ha generado una vendimia de los derechos del agua. La ley permite ese mercado pero no hay regulación. Los ganaderos y forrajeros sacan más agua de la permitida. La CNA no sabe cuánta agua extraen porque no tienen medidores. A los ejidatarios se les obliga a ponerlos para acceder a los créditos del gobierno".

El 80% del agua en la región se utiliza para la agricultura pero se desperdicia la mitad, el 11% para consumo doméstico y el 9% para la industria. Son tres las fuentes disponibles: las presas, los mantos subterráneos y la lluvia. Las presas del río Nazas se aprovechan para riego. Pero de 80 mil hectáreas que se regaban, hoy sólo alcanza la mitad.

En el distrito 17 de riego hay 37 mil 899 usuarios (aunque de acuerdo con la Cámara Agrícola y Ganadera sólo quedan 24 mil por la migración de muchos ejidatarios). La mayor parte de la extensa red de canales de riego (2 mil 432 kilómetros) está abandonada.

Manuel Valencia, investigador de la Universidad Juárez de Durango, indica que las presas funcionaban con el ciclo del algodón y este año, por primera vez, fue para la alfalfa y los forrajes: "Estos cultivos gastan mucha agua y también usan los acuíferos, lo que hace peligrar la sustentabilidad de la región".

El año pasado se sembraron 110 mil hectáreas (43 mil con agua de las presas y 65 mil con el bombeo de los mantos), el 70% con forrajes destinados a las industrias lechera y ganadera (Sagarpa, 2001).

HAY MÁS CONCESIONES QUE AGUA

El subgerente regional de la CNA, Jesús Cabrera Ramírez acepta que "la Comarca Lagunera presenta escasez de agua. Hay focos rojos en algunas zonas, pero no hay crisis. Aunque la demanda rebasa el agua disponible que disminuyó con la sequía".

La CNA tiene más de 3 mil 500 pozos registrados, 2 mil 400 en operación (2 mil 115 se usan en la agricultura). De ellos se extraen 930 millones de metros cúbicos de agua mientras que la recarga natural es de 480 millones. La sobreexplotación es de casi medio millón de metros cúbicos. Para los ecologistas, este dato evidencia que la industria lechera no es sustentable ya que gasta más agua de la que entra a los mantos acuíferos.

La Ley de Aguas Nacionales prohibe sacar más agua que la recarga natural. La CNA peca de optimista al confiar en la autoregulación de los usuarios, que no respetan los volúmenes estipulados, pues en la región sólo el 15% de los pozos cuentan con medidor.

Contradiciendo la versión oficial, el líder campesino José García denuncia que "hay más de 4 mil 650 aprovechamientos de agua. Por cada título de concesión hay hasta tres o cuatro pozos en operación. Hay casos que amparan hasta siete pozos. Esto es ilegal".

"El problema es que hay más concesiones que agua disponible", confirma Magdalena Briones de Biodesert: "De los ocho mantos acuíferos de la Cuenca Lagunera, cuatro están sobreexplotados, incluido el más grande".

Según el investigador Gerardo Jiménez, el problema "se acentuó cuando el valle irrigado se volvió una cuenca lechera. El 85% de los forrajes se riegan con agua subterránea, la mayor parte para alimentar las 400 mil vacas".

"Con la modernización de los sistemas de riego (canales revestidos, presurización del líquido) en lugar de ahorrar agua, se extienden los cultivos de forrajes que demanda la industria lechera", dice el doctor en manejo de pastizales y ecología.

Al uso agropecuario del agua se suma la creciente demanda doméstica e industrial de las tres ciudades de la región, Torreón, Gómez Palacio y Lerdo que forman una mancha urbana de casi millón y medio de habitantes.
La CNA no tiene estudios del agua disponible en la región, se sabe del abatimiento de los mantos acuíferos por vías indirectas como la profundidad de los pozos y la mala calidad del agua.

Un estudio de la CNA (1999), señala que el 70% de los pozos está a más de 100 metros de profundidad. Pero Biodesert maneja que el promedio es mayor de 300 metros y en algunas zonas hasta 500, cuando hace 50 años los pozos tenían 30 metros.

Jesús Cabrera, de la CNA, acepta que "cada año hay una baja del nivel de los pozos de uno a dos metros, según la zona. Por eso, la CNA prohibió desde hace años la perforación de nuevos pozos en casi toda la región y promueve la modernización de su uso agrícola".

El funcionario indica que la baja de los niveles de agua en los mantos aumenta la concentración de minerales como el arsénico: "Se tomaron medidas desde 1986, cuando se descubrió que había 12 mil personas con arseniasis". Entonces se cerraron pozos de San Pedro y Francisco I. Madero. Pero la sobreexplotación de los mantos provocó que la contaminación se extendiera a Viesca y, más recientemente, a Matamoros. En estos lugares se prohibió beber agua de pozo y, en muchos casos, para regar.

LOS RANCHOS SON VERGELES,
LOS EJIDOS PÁRAMOS SECOS

Los contrastes en la región son brutales. Los ranchos ganaderos son oasis rodeados de ejidos áridos y miserables. En todo el valle se ven manchones verdes en medio del desierto.

Por ejemplo, los ganaderos García Lesprón compraron el ejido la Purísima. A cada ejidatario le pagaron 320 mil pesos porque tenían un tanque de agua, varios pozos y tierras fértiles. Sólo quedó el casco urbano, con calles polvorientas que contrastan con los modernos establos que le rodean donde las vacas tienen hasta ventilador.

La situación de estos campesinos le hacen recordar al abogado Puentes que "el agua ha sido motivo de conflictos sociales en muchas épocas. Incluso los primeros contingentes de peones se sumaron a la Revolución por causa del agua". El acaparamiento del líquido –advierte– puede provocar un estallido social.

José García, de la UREC, describe este panorama: "Frente al abandono oficial de los más jodidos, los ejidatarios, está el otro lado de la moneda: las grandes compañías lecheras (Lala, de Eduardo Tricio; Alpura de la familia Fernández, Soriana de Martín Bringas y Martín Soberón; y Chilchota de Carlos Herrera). Esto no puede sostenerse".

En la región hay una crisis social, dice Rafael Palacios, ex diputado duranguense del PRD: "Lo que ayudó a amortiguar el golpe fueron las maquiladoras que generaron empleos en los ejidos. Los pocos ejidatarios que aún siembran cuando baja el nivel de las presas subastan su derecho a dos hectáreas. Se han creado zonas compactas de tierra pero no toca ni media hectárea. No es rentable".

El investigador Gerardo Jiménez, aporta una perspectiva ambiental: "La región lagunera está trabajando el agua para darle soporte a la industria lechera. Este modelo es insostenible por lo que debe buscarse una reconversión productiva".

EL EMPORIO LECHERO DE LALA

En 10 años la región se transformó en una cuenca lechera dominada por el Grupo Industrial Lala, el mayor consorcio lechero de México. Lala da empleo a 10 mil personas y produce 4 millones de litros diarios (de 7 millones de litros a nivel nacional).

La industria tienen 415 mil vacas, de las cuales 239 mil están en explotación. Una vaca produce al día 25 litros de leche y consume 50 de agua (Cámara Agrícola y Ganadera de La Laguna).

Según estimaciones de académicos y líderes campesinos, el 80% del agua de riego y la tierra más fértil de la región está en manos de Lala y sus 320 socios (que incluyen una decena de ejidos).

De acuerdo con datos Repda y visitas a ejidos, el agua subterránea está en manos de pocas familias: los Tricio, los García Lesprón, los Rivero, los Valdés Berlanga, los Fernández Aguirre, los Espada, los Gómez. Todos ellos socios de Lala. La renta de pozos, muchas a 20 años, no se inscriben en el registro público.

La UREC demanda una auditoría del Repda porque –dice José García–, "Lala se beneficia de 3 mil 500 pozos".

El Grupo Lala vende el 20% de su leche en la región, lo demás en el resto del país. Mientras en el mercado un litro de leche cuesta 7.50 pesos, a sus socios les paga de 2.70 a 3.50 pesos por litro. Al que no es socio le pagan menos. Si Lala ganara un peso por litro que vende obtendría 4 millones de pesos diarios (cálculo conservador).

Teodomiro Guzmán, gerente de la Cámara Agrícola y Ganadera, defiende la industria pero señala algunos problemas: "Tenemos la más grande cuenca lechera pero es incongruente que se maneje que hay excedente de leche en La Laguna cuando la importamos en polvo. Un millón de litros de leche no se comercializan, muchas veces se tiran. La cadena productiva de la industria está completa pero muchos productores que no son socios de Lala no se benefician (cerca de 2 mil)".

LA ALFALFA SE LLEVA CASI TODA EL AGUA

Ilustración de Andrés Mario RamírezEl cuestionamiento más frecuente que se hace a la industria lechera es que utiliza forrajes que gastan mucha agua. Según diversos estudios, para producir un litro de leche se requieren mil litros de agua.

Al respecto, el investigador Gerardo Jiménez señala: "De las 73 mil hectáreas de forrajes que se cultivan, 37 mil son de alfalfa, es el cultivo que usa más agua. No estamos en contra del desarrollo económico, pero el sistema de producción lechero no es sustentable porque utiliza más agua de la que hay. Queremos que la industria siga pero con un equilibrio en el consumo del líquido".

Explica: "La alfalfa necesita una lámina de dos metros por hectárea, en total se lleva 740 millones de metros cúbicos al año (el Distrito Federal recibe mil 103 millones 760 mil metros cúbicos). Una solución técnica es presurizar el riego y ahorrar agua". Estas cifras fueron confirmadas en la CNA.

Para entender la dimensión de estos datos, imagine el lector una alberca del tamaño de una cancha de futbol con dos metros de profundidad. Esa es la cantidad de agua que utiliza una hectárea de alfalfa en un año.

Por su parte, Jesús Contreras Pacheco, ex líder de la CNC, subraya: "Si la recarga es de sólo 480 millones de metros cúbicos, la extracción de la industria lechera es criminal".

Aunque el representante de los agricultores y ganaderos minimiza este panorama, Andrés Izaguirre Martínez, ganadero de Viesca y socio de Lala, acepta que "el problema del agua es grave".

Izaguirre se considera a sí mismo un pequeño productor aunque tiene 25 pozos en explotación (seis a su nombre y el resto que renta a ejidatarios).

"Tenemos que atender el problema del agua si queremos mantener la cuenca lechera. Tenemos que medir el agua, no podemos esconder la realidad" dice.

"El único cultivo rentable –continúa– es el forraje, sobre todo la alfalfa. Hay necesidad de extender el cultivo porque no se alcanza a cubrir la demanda".

Izaguirre menciona que en la Comarca existen 4 mil 400 pozos en uso: "Hace 50 años se dieron concesiones sin control y una explotación arbitraria del agua. Tenemos que encarar el problema y llegar a un acuerdo entre todos los involucrados".

Y expresa con preocupación: "Mis pozos bajan un metro al año. A ese paso nos vamos a quedar sin agua. Si no hacemos algo, viene la guerra del agua".

En cambio, Jesús Cabrera, de la CNA, sostiene: "La industria lechera es sustentable. Todo depende de las condiciones meteorológicas. Esta es una región bendita, el agua no va a faltar. Todo es cuestión de manejar bien el recurso".

"NO HAY ACAPARAMIENTO
SÓLO CAMBIO DE POSESIÓN"

Teodomiro Guzmán, presidente de la Cámara Agrícola y Ganadera responde a "las críticas infundadas" contra el sector lechero: "No hay acaparamiento. El agua y la tierra es la misma, sólo cambió de manos la posesión. Lo que pasa es que después de las reformas al artículo 27 y la apertura comercial, los campesinos no tienen otra opción que rentar, vender o prestar la tierra".

"Las grandes extensiones traen ventajas y se disminuyen costos de producción. No es latifundio, es una tendencia mundial hacia la economía a gran escala", agrega.

Por si fuera poco, el funcionario de la CNA sostiene: "los campesinos estaban mejor en la época de las haciendas. Hoy no tienen nada, ni cómo producir, perdieron su oportunidad con el ejido. Antes no estaban en la miseria que hoy viven".

Estos signos, sociales y ecológicos, inquietan a la sociedad lagunera, pero no parece haber alternativa económica a la vista. Hay algunas propuestas, como la de Enrique Vázquez, autor del Plan MEVA para llevar agua de la Sierra Madre a la Comarca, aunque ningún gobierno lo ha retomado. En años recientes se han formado grupos civiles preocupados por el tema, como Laguneros por el Agua, el Comité Ciudadano por la Protección del Agua, Biodesert, el Comité por el Rescate del Nazas, entre otros.

"Esta es una zona árida con fuentes limitadas. La única forma de hacer sustentable la región es buscando soluciones con la participación de todos los sectores. Es urgente salir de la indiferencia y asumir nuestra responsabilidad como sociedad para cuidar el agua", concluye Magdalena Briones de Biodesert.

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–Las vueltas que da la vida– dice don Antonio del Río, sentado en el umbral de su casa:

"Antes la región era un vergel, un paraíso. Nuestro pueblo era feliz, había mucha agua, apenas rascabas la tierra metro y medio y ahí estaba, se podía beber. Sembrábamos algodón, maíz, frijol, nuez, uvas; se daba de todo. Los ejidatarios trabajábamos la tierra, pero todo eso se acabó. Hoy los jóvenes se van a buscar trabajo a las ciudades y al norte. Los que quedan, viven de hacer carbón y leña del mezquite, el único árbol que aguanta este clima".

Dejamos a don Antonio que aún tiene la esperanza de encontrar un pequeño propietario que rente o compre sus tierras y su permiso de agua para sembrar alfalfa. "Le convendría el negocito", dice para finalizar la charla, el ex presidente de bienes ejidales de Viesca, cuya riqueza es hoy pura arena del desierto.