Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 8 de julio de 2002
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Deportes
TOROS

Comprometedora primera combinación de Telmex con la empresa de la Plaza México

Merecida oreja a Christian Ortega por completa faena a bravo novillo

Encierro con edad y trapío de Celia Barbabosa  Velázquez, vuelta  Bien Juan Luis Silis

LEONARDO PAEZ

En la tercera novillada de la temporada en la monumental de Insurgentes, Christian Ortega mereció la oreja de Quijote, de doña Celia Barbabosa -ante ese apellido ponerse de pie, nuevos ricos del campo bravo mexicano-, lidiado en quinto lugar, por completísima y solvente faena, coronada con certero volapié, no obstante el pertinaz aguacero a lo largo del festejo.

Empapados, ateridos, como involuntarios corresponsales en impensado escenario, los mil quinientos asistentes a la novillada, primera en este coso de la Feria Nacional del Novillero Telmex 2002, concluimos al término de la misma: En nuestro país sobran buenos toros y toreros buenos en potencia; sólo faltan empresarios sensibles que, sin excusas, sepan combinarlos y coordinarse para que el público regrese a las plazas. Lo demás es hacerle al cuento.

Entre los dos pueblerinos carteles anteriores y este primero de Telmex, la diferencia fue notable. De los disparejos encierros de Armilla Hermanos y San Juan Pan de Arriba a los ejemplarmente presentados novillos de Celia Barbabosa, media la misma distancia que hay entre entender la fiesta de los toros como terapia ocupacional o maromas fiscales y asumirla como compromiso ético-generacional.

Cuando en este mismo espacio hemos clamado por una urgente limpia de toreros a lo largo y ancho del territorio nacional, nos referimos a que más vale lidiar ganado con edad y trapío a seguir equivocando frágiles vocaciones sin idea del auténtico toro ni de la lidia y entrega que éste demanda.

Por ello más vale que en ocasiones, como la de ayer, la novillada sea una auténtica corrida de toros y los alternantes demuestren su nivel, más que técnico, vocacional y anímico, a costa de... lo que sea.

Christian Ortega, ¡torero!

Bajo fuerte aguacero y con diez toreros en el ruedo, como diría el soso ripioso, durante el tercio de varas, el hijo de José Luis Ortega, novillero que actuara en este mismo ruedo, junto con Felipe González y César Pastor, la infausta tarde en que Minuto, del hierro de De Haro, cogiera mortalmente al monosabio Gamucita, cubrió con facilidad el segundo tercio, lidió solvente a un burel que terminó soseando y se deshizo de él luego de varios pinchazos.

Lo memorable, lo que se recordará, lo que le vale a Christian Ortega como carta de presentación en sus aspiraciones al inminente doctorado -¿para torear dónde y con quién?-, fue su interesante y completa labor con Quijote, de 448 kilos.

Templadas verónicas y una media de las suyas; chicuelinas andantes, soltando en el último lance un extremo del capote, para poner el toro al caballo, y hermoso quite por orticinas e imaginativo recorte, fueron el preámbulo a su torera actuación. Todo en medio de un fuerte aguacero y un ruedo resbaloso que pusieron más a prueba la tauridad del toro y la personalidad y oficio de torero.

Luego de recargar en un puyazo -en general la novillada cumplió en varas y mostró calidad y recorrido en su embestida-, Quijote acudió alegre a los cites de Ortega, que con las banderillas dejó dos certeros cuarteos y un vistoso violín. Y sin bien estamos hablando del mejor novillo, éste no fue de entra y sal sino que exigió temple y mando para consentir la suave embestida en series de derechazos largos y sentidos. De pronto un pase cambiado por la espalda ligado con el de pecho, más derechazos y la evidencia de que en Christian hay un torero puesto, con amplio potencial.

Dejó Ortega una estocada hasta las cintas, encogiendo el brazo pero alargando el corazón, y el juez Ricardo Balderas, rigorista al negar la oreja a Atanasio Velázquez por la soberbia estocada al que abrió plaza, ahora sí tuvo que conceder el premio.

Los otros

Juan Luis Silis enfrentó a Aventurero, otro toro, al que recetó cuatro ajustadas verónicas con sabor y toreó por ambos lados con quietud y expresión, no obstante su verdor y la edad del astado, dejando una estocada trasera "en el rincón de Alevoso de Mendoza", como bien definiera un aficionado.

Con el que cerró plaza, Impulsor, un hermoso berrendo en cárdeno, lucero, calcetero, coletero y apretado de cuerna, con 427 kilos, Silis repitió color con el capote en verónicas, navarras ligadas con tafalleras y precisa revolera, todo bajo la lluvia. En el último tercio volvió a desplegar su gran potencial como muletero, aunando a la quietud sentimiento y expresión

No fue ésta la tarde de Atanasio Velázquez, que tan buena impresión causara en las recientes novilladas de La Florecita. Y no es que estuviera mal, pero le faltó expresar que en verdad valoraba la oportunidad que tuvo. Dio la vuelta en su primero por aquella soberbia ejecución de la suerte suprema, y logró muletazos muy buenos con el cuarto, para luego caer en el efectismo y acabar ahogando al novillo.

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