Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 10 de julio de 2002
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Economía

Se intensifica la batalla política por los escándalos que cuestionan el sistema económico

Todo el peso de la ley para extirpar la corrupción en EU, promete Bush

Es hora de reafirmar los principios y reglas básicas que hacen funcionar al capitalismo, indica

El país necesita confianza en el carácter y en la conducta de los líderes empresariales, afirma

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Nueva York, 9 de julio. El presidente George W. Bush regresó hoy a Nueva York para responder una vez más a un ataque contra Estados Unidos, pero esta vez los enemigos no son ''terroristas'' extranjeros, sino algo más poderoso que amenaza el propio corazón del sistema estadunidense: el libre mercado. El enemigo ahora en el ground zero de Nueva York son los ejecutivos estadunidenses.

Tan grave está la cosa que Bush comentó ayer: ''Estoy muy preocupado por un país donde es concebible que se pierda la confianza en el sistema de libre empresa'', y este martes anunció penas más severas y una nueva campaña contra la ola de escándalos empresariales. Prometió que su gobierno ''daría fin a los días de cocinar los libros (de contabilidad), ensombrecer la verdad y violar nuestras leyes'', y advirtió: ''usaremos todo el peso de la ley para exponer y extirpar la corrupción''.

El escándalo empresarial que empezó con el colapso de Enron y que involucra ahora a decenas de empresas -con WorldCom el caso más reciente y más grande- por prácticas que incluyen la falsificación de miles de millones de dólares en ganancias, engaños masivos de inversionistas, clientes y empleados, ha llegado al punto en el que las cúpulas políticas y empresariales reconocen que el propio sistema económico está bajo sospecha.

Las jerarquías políticas de los dos partidos principales, de ambas cámaras del Congreso, la Casa Blanca y hasta las más grandes asociaciones empresariales se han sumado al coro por la reforma de las prácticas empresariales en este país. Este escándalo se está convirtiendo en el gran tema político-electoral en este año de elecciones legislativas, y todos buscarán sacar provecho y al mismo tiempo tratan de defenderse de las consecuencias.

Muchos buscarán tomar la ofensiva, pero un gran problema para casi todos los políticos es que también podrían verse a la defensiva. Todos jugaron en este juego, muchos de ellos -desde el presidente hasta los presidentes de comisiones legislativas- son amigos y/o recibieron contribuciones de las empresas y sus directores ahora bajo escrutinio.

La batalla política por el escándalo se intensificó esta semana,bush_association_klb_OK con el Congreso realizando audiencias sobre los escándalos, el seguimiento de varias investigaciones, la petición de la renuncia del director de la Comisión de Valores de Wall Street, y se han promovido iniciativas legislativas para la reforma del sector empresarial que hace unas semanas no habrían prosperado.

En Nueva York, al rescate de la confianza

Por su lado, la Casa Blanca buscó tomar la iniciativa y propuso una serie de reformas para manejar esta crisis; por ello Bush llegó hoy a Nueva York con el propósito de rescatar la ''confianza'' en el mundo empresarial. Ante unos mil empresarios congregados en un hotel de Wall Street, a pocas cuadras del sitio donde estaba el World Trade Center, el presidente insistió en que ''la economía americana... está construida sobre la confianza. La convicción es que nuestro sistema de libre empresa continuará siendo el más poderoso y prometedor del mundo''. Añadió: ''Nuestra sociedad recompensa el trabajo duro y la ambición honesta''.

Al reconocer implícitamente que este escándalo ya está amenazando con provocar dudas sobre el sistema económico estadunidense, Bush dijo que ''cuando este tipo de abusos empiezan a surgir en el mundo empresarial, es hora de reafirmar los principios y reglas básicos que hacen funcionar al capitalismo: libros de contabilidad verídicos, personas honestas y leyes bien aplicadas contra el fraude y la corrupción. Toda inversión es un acto de fe y la fe se gana con la integridad. A largo plazo no hay capitalismo sin conciencia, no hay riqueza sin carácter''.

Planas de negocios, planas de escándalos

Regañó a los malhechores -esta vez no son extranjeros, sino anglosajones estadunidenses- y sermoneó al sector privado empresarial y financiero sobre sus obligaciones y deberes como pilares del sistema. Antes insistió en que este escándalo implica sólo a algunas empresas y ejecutivos, y que la mayoría de los empresarios son respetables y honestos,

Bush dijo que algunos ''actos de engaño de alto perfil han provocado la desconfianza de la gente'', y subrayó que el país ''necesita confianza en el carácter y conducta de todos nuestros líderes empresariales''. Dijo que ''las páginas de negocios de los periódicos estadunidenses no deberían ser planas de escándalos''.

Bush planteó una serie de propuestas para fortalecer la supervisión pública de las actividades económicas del sector empresarial y financiero.

''Las fechorías que ahora se están descubriendo en algunos sectores del empresariado estadunidense están amenazando el bienestar financiero de muchos trabajadores y de muchos inversionistas. En este momento la necesidad económica más grande de Estados Unidos son normas éticas más altas, aplicadas por leyes estrictas y apoyadas por líderes responsables de negocios... Con la aplicación estricta (de leyes) y normas éticas más altas, debemos promover una nueva era de integridad en las empresas del país'', declaró.

Bush pidió establecer mecanismos para incrementar la vigilancia independiente de las finanzas empresariales, aumentar el poder de las autoridades para fiscalizar a ejecutivos acusados de acciones indebidas, y hasta proponer una condena de prisión más larga para altos ejecutivos y directores empresariales acusados de defraudar a sus inversionistas.

Todo esto representó un revés a las políticas promovidas por el propio gobierno de Bush hasta hace uno o dos meses. La Casa Blanca había propuesto una reducción de fondos y personal para la unidad de investigación de fraudes empresariales de la Comisión de Valores, pero Bush pidió hoy incrementar el personal y el presupuesto de esta entidad. Todo ha cambiado.

Pero estas iniciativas y declaración se realizan en un campo de juego fertilizado por políticas impulsadas por cientos de legisladores y la propia Casa Blanca durante por lo menos una década, y las consecuencias han llegado a tal nivel que las cúpulas políticas y económicas de este país se han visto obligadas a denunciar lo que ellos mismos ayudaron a fomentar.

Ayer, en conferencia de prensa convocada por Bush en la Casa Blanca, de 33 preguntas que le hicieron los reporteros 21 tuvieron que ver con el escándalo empresarial y con sus actividades cuando el presidente fue empresario.

O sea, ahora el propio Bush tiene que responder por sus acciones que, a primera vista, se parecen mucho a las que hoy criticó al mundo empresarial. Son dos manejos suyos los que están bajo la lupa. El primero fue la venta de sus acciones por más de 800 mil dólares en la empresa Harken, donde era miembro de la junta directiva, en junio de 1990. Aquí el problema fue si Bush tenía información privilegiada de que esa empresa estaba a punto de declarar pérdidas mayores de las anticipadas a sus inversionistas, lo cual ocurrió dos meses después, y también por qué tardo más de 34 semanas en reportar a las autoridades bursátiles esta venta.

Otro manejo cuestionado fue que durante su tiempo como director de esa empresa, Harken realizó una maniobra muy parecida a las que se revelaron en el escándalo de Enron. En 1989 un grupo interno de inversionistas, utilizando fondos prestados por la misma empresa, pagó un precio aparentemente exorbitante para comprar una de sus subsidiarias, Aloha Petroleum.

Esa transacción fabricó una ganancia ficticia de 10 millones de dólares para Harken, cifra con la que se logró ocultar en las cuentas presentadas al público tres cuartas partes de las pérdidas sufridas por esa empresa.

El columnista Paul Krugman del New York Times escribió este domingo: ''Bush se benefició personalmente con las prácticas agresivas de contabilidad idénticas a las recientes maniobras que han conmocionado a la nación''.

Otra señal de lo alarmante de esta crisis: durante dos días el Conference Board, una de las asociaciones más influyentes de ejecutivos de las principales empresas del país, contrató anuncios de plana entera en The New York Times para publicar una carta abierta a los estadunidenses donde se comprometió a apoyar las reformas para restaurar la confianza de los inversionistas. El anuncio declara: ''Basta. Cuando incluso un solo ejecutivo en jefe traiciona a los inversionistas, es demasiado''.

Pero este problema amenaza con crecer, y tanto en Wall Street como en la Casa Blanca hay angustia, tensión y hasta depresión. Es que no se trata de uno o dos ejecutivos en jefe, ni tampoco de un político como Bush, sino decenas, tal vez cientos, de empresarios y políticos que podrían ser implicados en este escándalo. Podría ser la mayor crisis de corrupción en la historia moderna del país.

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