Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 10 de julio de 2002
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La yerba del sapo aleja el infarto

Investigaciones en Chapingo demuestran que no sólo reduce el colesterol, sino ataca otros males crónicos

MARIA RIVERA

Cada tres minutos ocurre una muerte en el país debido a enfermedades cardiacas y circulatorias. La mitad de la población adulta, es decir 25 millones de mexicanos, tiene colesterol alto, principal factor de riesgo para esas afecciones. Con este cuadro todo haría suponer que existen amplios apoyos para quienes investigan la forma de curar estos males, pero no es así.

A finales del sexenio salinista las autoridades de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh) explicaron a sus investigadores que tendrían que buscar la manera de financiar sus estudios, debido a los recortes presupuestales a los que fue sometida esa institución. Ante esa situación, el Programa de Plantas Medicinales del Departamento de Fitotecnia decidió crear una pequeña empresa para comercializar hierbas y desarrolló una serie de tisanas para las enfermedades con mayor incidencia.

No podían abandonar sus trabajos. Desde los años 70 estaban abocados a la búsqueda de plantas que disminuyeran el colesterol y las investigaciones se encontraban muy avanzadas. A lo largo de esos años registraron 156 hierbas que las comunidades utilizaban para los problemas circulatorios.

El concepto de colesterol no existe en la medicina tradicional, pero sí el de ''sangre pesada''. Cuando un curandero notaba que la sangre de su paciente esEricEstradataba espesa, lo asociaba con la mala circulación y le recetaba alguna hierba.

En el semiárido municipio de Doctor Mora, Guanajuato, descubrieron la yerba del sapo -así la nombran los indígenas-, cuyo nombre científico es Eryngium heterophyllum. En la cultura otomí esta planta, parecida al perejil chino, se utiliza para "el mal de piedra", que son los cálculos biliares. Como éstos se componen de colesterol, empezaron a estudiarla.

La primera etapa fue probarla en ratas de laboratorio. Luego la modificaron genéticamente, mediante cruzas, para volverla más efectiva. Finalmente, en 1994, decidieron ensayar su eficacia en seres humanos. Actualmente tienen un protocolo de 8 mil casos, con resultados espectaculares en su mayoría.

La yerba del sapo demostró que no sólo disminuye el colesterol y los triglicéridos de sangre, venas y arterias, sino que también es auxiliar en el tratamiento de la diabetes, los cálculos biliares y renales, la arteriosclerosis y otras enfermedades crónico-degenerativas.

En su primera etapa sólo existía en tisanas, pero desde hace dos meses la empezaron a desarrollar en forma de cápsulas. El siguiente paso sería crear un medicamento, pero resulta imposible hacerlo por la escasez de recursos. En un país desarrollado el costo sería de 10 millones de dólares; en México, utilizando la tecnología existente, se necesitarían por lo menos 2 millones. Una cantidad inalcanzable para una inyerba_sapo_k83stitución universitaria.

Además de la fórmula para colesterol, triglicéridos y ácido úrico, los investigadores de Chapingo han desarrollado otras para gastritis, colitis, cáncer y diabetes. Los precios de los tratamientos para un mes fluctúan entre 50 y 200 pesos. Se pueden conseguir en las instalaciones de la UACh, en Texcoco. Los teléfonos del programa son 01 595 95 5 79 23 y 01 595 95 5 09 23. La consulta es gratuita. El dinero recabado contribuye a financiar las investigaciones en herbolaria de la universidad.

Erick Estrada, coordinador de los trabajos y coautor de La prodigiosa yerba del sapo, considera que hay que tener una visión global del problema del colesterol. No todo el colesterol es malo -afirma-; el que produce el hígado es la materia prima para la fabricación de hormonas y desarrolla importantes funciones de protección de membranas celulares y neuronales. También es fundamental en la composición de los glóbulos rojos de la sangre.

El que se ingiere en forma de carne, leche, huevos y otros subproductos animales se adhiere a las paredes de las venas y las arterias formando placas de calcio y grasa, que pueden llegar a obturar la irrigación sanguínea y propiciar un infarto, una embolia, una trombosis o un aneurisma por falta de oxígeno y nutrientes en la sangre.

La mala alimentación y la edad aumentan las probabilidades de tener alto contenido de colesterol en la sangre.

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