Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 26 de julio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Política

"Nos embarga el dolor, mas no la confusión", afirma el dirigente Ignacio del Valle

La muerte de Espinoza une a atenquenses y habitantes de comunidades aledañas

María del Rosario Merino niega que hayan obligado a su esposo a ir al acto de Acolman

MARIA RIVERA ENVIADA

san salvador atenco, mex., 25 de julio. En medio del cortejo fúnebre que acompañó al militante de la Unión de Pueblos en Defensa de la Tierra (UPDT), José Enrique Espinoza Juárez, la comunidad se unió. Quedaron atrás los enfrentamientos y las diferencias que se presentaron en la colonia Francisco I. Madero. Ni el sol ni el cansancio alejaron a compañeros y amigos de Espinoza, como Faustino Estrada, de 89 años. Y su viuda, María del Rosario Merino Buendía, ensimismada, niega haber hecho las declaraciones que le atribuye el gobierno federal, de que su esposo asistió al acto de Acolman presionado por el movimiento de resistencia.

"Ya cayó uno, pero pueden morir más. ƑCon cuántos muertos va a entender el gobierno que no vamos a vender la tierra?", pregunta Faustino Estrada. Las grietas de su rostro reflejan los años de trabajo bajo el sol. Los ojos enrojecidos, el dolor por la pérdida.

A su vez, el dirigente campesino Ignacio del Valle destaca que los objetivos están más claros que nunca: "Nos embarga el dolor, mas no la confusión".

Estrada afirma: "Vea estas tierras, vea el maicito que nos da. Sin ellas ya no hay vida para nosotros. Los que empezamos esta colonia llegamos aquí hace más de 40 años. Veníamos de San Pablito Chiconcuac, porque ya no cabíamos allá. Gracias a la parcela di de comer a mis cuatro hijos. Todavía cultivo mi maíz y mi alfalfa con estas manos. Ahora dicen que ya nada de esto es nuestro, cómo va a ser..."

Termina de hablar y continúa su camino con paso pausado, pero firme. A su lado pasa un río humano que parece no tener fin. Porque si algo caracteriza esta marcha es la unidad de los pueblos de la región. Los obstáculos que se han ido acumulando durante los nueve meses transcurridos desde que se dio a conocer el decreto expropiatorio, han servido para que los habitantes del rumbo, ejidatarios o no, se unan más, pero también para reafirmarlos en su propósito de defender lo suyo.

Ignacio del Valle destaca: "No vamos a dejar la tierra, no vamos a vender nuestra patria, ni nuestra dignidad. No traten de confundir diciendo que obligamos a la gente a participar en el movimiento. Siatenco_pag5 estamos en esto es porque tenemos la obligación de defender el patrimonio de nuestros hijos".

Recuerda que dejan a su hermano de lucha en un lugar expropiado y eso los reafirma en su propósito de no dar marcha atrás. Finalmente, advierte al gobierno federal que no se está enfrentando con un pequeño frente de pueblos del oriente del estado de México, sino con la nación entera. Y termina su intervención con vítores: "šViva México! šViva México! šNi un paso atrás!"

Ensimismada, María del Rosario Merino, esposa del militante caído, observa el acto. Con un susurro niega haber hecho las declaraciones que le atribuye el gobierno federal, en las que habría señalado que su esposo asistió al acto de Acolman presionado por el movimiento de resistencia. No es momento para responder preguntas, pero sí para negar la insidia.

Personas cercanas a ella piden respeto a su dolor, y recuerdan que la mujer siempre estuvo al lado de su marido en la lucha. No sólo en las marchas y en los enfrentamientos con la fuerza pública, sino en las labores del campamento. "También ella es una digna luchadora", afirman.

šEn pie de lucha!

La ceremonia prosigue. El movimiento campesino pasa revista a sus tropas. "šTocuila!", "šEn pie de lucha!", respondió el coro. "šSan Felipe!", "šEn pie de lucha!" "šNexquipayac!", "šEn pie de lucha!" Uno a uno los pueblos incorporados a la defensa de la tierra presentan sus armas: unión y esperanza.

Cuando las voces entonan el Himno Nacional, cada estrofa retoma nuevo ímpetu: "Más si osare un extraño enemigo/ profanar con sus plantas tu suelo/ piensa patria querida, que el cielo/ un soldado en cada hijo te dio" -cantada con puños y machetes en alto- parece más vigente que nunca. Tal vez porque la defensa de la soberanía también está en juego.

Ecos de la Revolución llegan a través de las consignas: "šZapata vive, la lucha sigue!" "šSi Zapata viviera, con nosotros estuviera!", y recobran su significado en este lugar. El espíritu del Caudillo del Sur flota en el ambiente como un recordatorio de que los antepasados de estos campesinos lucharon a principios del siglo XX con el Ejército del Sur para conseguir un pedazo de tierra. Después de trabajar de peones en las haciendas del rumbo, la grande y la chica, por míseros jornales, cuando llegó la bola se incorporaron en busca de una vida digna. Y lo consiguieron. Pero a un siglo de distancia podrían perder sus logros mediante un decreto que argumenta causa de utilidad pública.

En un monte cercano observa la ceremonia el dirigente purépecha Efrén Capiz Villegas, de 78 años, otro símbolo de la lucha por la tierra. Mientras Las Golondrinas acompañan el descenso del cuerpo de Enrique Espinoza a su sepultura, recita unas coplas: "En estos casos nuestro deber es luchar/ luchar y no claudicar/ organizados y unidos/ con todos los explotados/ con todos los oprimidos/ Cada quien en nuestra tierra/ de muy diferentes modos/ y de la costa a la sierra/ contra el gobierno burgués/ que nos masacra esta vez/ a Enrique Espinoza Juárez.

"Contra el gobierno foxista/ el traidor y entreguista/ que trata de construir/ un aeropuerto internacional/ en las tierras de Atenco, Texcoco y once pueblos más/ En tierras que los ejidatarios están dispuestos a defender/ porque las tierras comunales/ igual que las ejidales, no se compran ni se venden/ Las tierras ejidales, igual que las comunales/ con la vida se defienden."

La conciencia del pasado

La señora Estefanía Flores, de 63 años, se queja del cansancio. Desde la mañana anterior, cuando supo de la muerte de su familiar, acompañó a la familia en los preparativos para la velación. Organizó a las mujeres de la colonia para preparar la comida que se ofrecería a los asistentes al acto luctuoso, y no ha parado desde entonces.

Combativa, pide que la acompañe a su casa para que vea el fruto de sus tierras. "Esta es la verdadera razón de esta lucha", expresa, y sus manos señalan las pilas de maíz que se acumulan en una especie de bodega. "Dice el gobierno que nuestras parcelas son salitrosas, pero vea todo lo que producen. Con lo que salga de estas mazorcas se mantendrán mis siete hijos y trece nietos durante un año. Lo que no sirve para nosotros se lo damos a los animales que tenemos. La hoja también se aprovecha para las fiestas y la que sobra la vendemos a las tamaleras de Chiconcuac.

"Aquí uno no se muere, porque en tiempo de verde la tierra también nos da chapulines, caracoles, hongos, quelites, verdolagas, romeritos. ƑUsted cree que es justo que nos arrebaten nuestros terrenos, si son los que nos dan de comer? šNo nada más andamos en esto por revoltosos! šSi nos quitan la tierra nos matarían de hambre! Pero además, ni siquiera van a ser los mexicanos los que gozarán nuestra tierra. šQué va! šVan a venir aquí puros extranjeros! šVamos a volver a tiempos de Porfirio Díaz, como vivieron nuestros abuelos!"

Está errado quien piense que en estos pueblos no hay conciencia histórica. A cada momento los habitantes regresan a su pasado. Hacen acopio de él de acuerdo con el momento. Tal vez por eso, pese a la pérdida de uno de sus luchadores, el movimiento de San Salvador Atenco luce más fuerte que nunca.

"La muerte de Enrique, lejos de asustarnos, nos da más coraje para seguir luchando", resume Estefanía Flores. Al fondo, siguen las consignas: "šLa tierra no se vende, la tierra no se da, porque somos campesinos, con mucha dignidad!"

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año