Lunes en la Ciencia, 29 de julio de 2002


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Javier Garciadiego Dantan

Las facetas de la Revolución Mexicana

Entre las muchas formas en que se ha mirado a la Revolución Mexicana a través de sus procesos y personajes, "hoy, dada la situación política contemporánea, se buscan continuidades, personajes moderados, conciliadores, constructores, y ya no los destructores o radicales" que hace algunos años fueron el interés primordial de los investigadores, dice el historiador Javier Garciadiego Dantan (México, DF 1951) académico por más de 20 años y actual director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.

Estudioso de perspectivas político culturales de la revolución poco analizadas -tal como la participación universitaria o el estudio de los grupos que estaban en contra del movimiento- Garciadiego Dantan inició su trayectoria en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM; sin embargo, cuenta, "en un tiempo cuando las elecciones tenían poco peso, el cumplimiento de las leyes era laxo, los políticos no se preocupaban por la opinión pública porque era un régimen autoritario y no había competencia política, era poco motivante estudiar ciencias políticas.

"Dado que el sistema político mexicano se legitimaba históricamente, muchos politólogos en ese tiempo nos inclinamos hacia la historia para encontrar una explicación". Así, Garciadiego emprendió un doctorado en la materia en El Colegio de México, "en el que encontré nuevas herramientas teóricas y metodológicas además del marxismo, que era la escuela principal enseñada en la Facultad de Ciencias Políticas y que me dejaba muchas dudas sobre la historia".

garci_diego_11nb Además, como el doctor Javier Garciadiego consideró que para entender la Revolución Mexicana tenía que acercarse a otras perspectivas, inició un segundo doctorado en historia en la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, bajo la tutela de Friedrich Katz, con un enfoque comparativo.

Hay temas paralelos, apunta el investigador, que permiten valorar y analizar la Revolución Mexicana desde distintos ángulos además de las áreas estudiadas típicamente, como lo fueron los grupos radicales del movimiento. "Por ejemplo, yo estudié el papel de los sectores medios urbanos, es decir, cómo participaron estos sectores, específicamente los estudiantes y profesores universitarios, ya que en otras revoluciones estos grupos han tenido una enorme participación".

El historiador no sólo analiza los sectores no radicales, sino también los sectores contrarrevolucionarios. La tesis doctoral de Garciadiego en El Colegio de México -que posteriormente también fue dirigida por Katz-, señala que además del grupo contrarrevolucionario de Victoriano Huerta, quien llegó al poder, también hubo otros sectores que, aunque relativamente fallidos, determinaron el curso de la revolución y su resultado final. "Al Estado mexicano posrevolucionario le costó muchas concesiones establecer la paz. Entonces, lo que surgió de la revolución en 1920 no es solamente el movimiento que venció a Díaz o a Huerta, sino el que tuvo que negociar con estos grupos contrarrevolucionarios regionales, lo que explica en gran parte la naturaleza del Estado mexicano contemporáneo".

Garciadiego afirma que la Revolución Mexicana fue una revuelta popular no radical, lo que resulta curioso si se compara con otros movimientos similares en el mundo, que por lo general fueron radicales, "no así la mexicana, debido al componente de las clases medias desde el inicio del movimiento y a las posteriores negociaciones con los sectores contrarrevolucionarios".

Otro interés de Javier Garciadiego han sido las biografías. Una parte de este trabajo se liga a su inclinación por los contrarrevolucionarios, ya que "la revolución no solamente fue hecha por hombres buenos e idealistas, sino que también hubo mucho matarife". De esta manera el investigador rastreó a "dos personajes horrendos", Higinio Aguilar y Gaudencio de la Llave, a quienes llama "porfiristas eminentes", porque venían del gobierno y del ejército de Porfirio Díaz y se reciclaron con la revolución, pero aun cuando tuvieron un papel importante, apunta, son considerados personajes "feos, menores y vergonzantes".

Otros dos proyectos biográficos de Garciadiego en vías de conclusión son sobre personajes totalmente contrarios a los anteriores: Alfonso Reyes y Manuel Gómez Morín. Sobre este último afirma: fue un personaje desconocido durante muchos años, "sólo para iniciados, pero hoy goza de un interés reciente. Algunos con fines oportunistas, pero otros con un interés auténtico por descubrir y recuperar toda una línea de la historia nacional".

El investigador enfatiza finalmente que es muy importante que México tenga una historia más difundida, compartida y plural. "Me interesa mucho que se conozca y comprenda el siglo XX mexicano, porque yo soy un historiador a quien le interesa explicar el presente a través de la historia". (Mirna Servín Fotos: Carlos Cisneros)