Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 7 de agosto de 2002
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Cultura

Elena Poniatowska/ IV y ultima

Dolores Olmedo

''He tenido cuanto he querido''

Poseedora de una colección invaluable, Dolores Olmedo expresaba que no temía a los ladrones ni a nadie.

-ƑEn cuánto está valuada su colección, Lola?

-Como no pienso venderla, nunca la he valuado; no podría decir una cifra. El matemático, que ve usted sobre ese caballete, es una pieza que no tiene valor; podría venderla en lo que yo quisiera. En la subasta de Sotheby's y Parke Bernet vendieron un cuadrito de 60 por 40 centímetros llamado El baile de Tehuantepec en 34 mil dólares. Por eso es invaluable mi colección de Riveras como de arte prehispánico, colonial y artesanía popular. Nunca se me ha ocurrido pensar en dinero con el maestro Rivera, nunca, nunca. Cuando compro un Rivera no pienso en que invierto equis cantidad de dinero, sino en que estoy adquiriendo una obra de arte no sólo para mí, porque no conservo obras de arte sólo para mí, sino para el pueblo de México, y ahora para quienes quieran visitar mi casa.

Sin miedo a los ladrones

-Diga, Lola, Ƒusted no les tiene miedo a los asaltantes?

-En primer lugar no le tengo miedo a nadie y en segundo tengo gente que me cuida.

-ƑGuaruras?

-Pues no sé a qué le llama usted guarubeloffras. ƑProfesionales? Es gente que me cuida y cuida mis colecciones. Además tengo una alarma potentísima, hay alarma en los jardines, en todos los muros de la propiedad, de todo hay en esta casa y nadie entra sin mi permiso.

-ƑNo podría efectuarse un robo como el de Topkaki?

-No, todo está bien protegido, todas mis colecciones.

-Bueno, si algún invitado pretendiera descolgar un cuadro de Diego, Ƒinmediatamente sonaría la alarma?

-Sí, pero el alarmado sería el ladrón porque si descolgara algo tendría que vérselas conmigo.

-ƑPuede usted dar grandes fiestas en su casa, o nunca lo hace por temor a un posible hurto?

-Continuamente recibo gente durante todo el día. Me levanto a las seis de la mañana. Ahora me acaban de hacer el honor de nombrarme presidenta de la Junta de Vecinos de Xochimilco y además soy miembro del Consejo Consultivo de la ciudad de México, también un cargo de honor y alto valor cívico. Todo el día ando corriendo, pero en la noche me gusta invitar a cenar a amigos y hacer reuniones.

-ƑTiene gran capacidad de organización?

-Sí, porque jerarquizo las tareas a desempeñar, atiendo mis dos museos, mis negocios, mi compañía constructora y esto lo hago muy temprano.

El matemático

-ƑQuién es El matemático?

-No es Manuel Sandoval Vallarta. Este retrato lo pintó en París el maestro Rivera en 1919. Es un francés, monsieur Pareset.

-Pero Sandoval Vallarta nunca negó ser El matemático y hasta se le parece.

-Al contrario, el lo dijo, pero Diego jamás lo manifestó, siempre dijo que era un francés.

-ƑY por qué lo dijo Sandoval Vallarta?

-Por envidia, porque no es cualquier cosa que lo pinte a uno un genio. Ahora no me da vergüenza decir de mis desnudos y de los muchos retratos que me pintó el maestro Rivera.

La cocinera más maravillosa

-Cuando usted conoció a Diego Rivera Ƒquiénes lo rodeaban?

-Un mundo de gente, pero la más cercana, en el estudio de San Angel, era Teresa Proenza, su secretaria; Juan O'Gorman; Elena Vázquez Gómez, hija del famoso revolucionario Vázquez Gómez, una mujer súper inteligente y linda en todos los sentidos, bellísima porque tenía una cara increíble de bonita y además me pegaba muchas regañadas porque no le gustaba lo que digo o lo que hago. Ahora ella trabaja en el archivo del general Cárdenas. Además, la enfermera Judith Ferreto, quien también fue la enfermera de Frida Kahlo y ha regresado a su tierra: Costa Rica. También venían con gran frecuencia pintores jóvenes como Rina Lazo, Arturo García Bustos, Arturo Estrada, Teresita Ordiales, Oswaldo Barra, quien le ayudó al maestro en el mural de La Raza y en el de Insurgentes. Allí en el estudio de Diego conocí a Machila Armida, a quien quiero mucho.

-Dicen que era deslumbrante, que le quitaba el habla a la gente.

-Sí, increíble. ƑNunca ha comido algo guisado por ella?

-Sí, unos pulpos en su tinta como de pecado mortal con arroz blanco para entintar aún más los pulpos.

-Yo le he dicho a Machila que debería hacer un libro de cocina. A Federico Canessi lo conozco desde que nací. También quiero a Zita, su mujer. Cuando el maestro Rivera terminaba de pintar, mejor dicho, cuando lo obligábamos a terminar porque si no se hubiera seguido, tomábamos allí una copa de tequila y sa-líamos todo el grupo a cenar, o nos quedá-

museolmedo4bamos platicando con él. Nos invitaban a fiestas de gente popof. No, Elenita, no le voy a dar a usted nombres, me van a comer porque en una de ellas me corrieron por el maestro Rivera; la dueña de la casa me pidió: ''Lola, llévate a Diego porque ya no lo aguantamos, nos está echando a perder la fiesta", y es que el maestro se tomó 40 vodkas al estilo ruso y se puso a insultar al embajador de Alemania y al de Estados Unidos y se agarró con todo mundo diciéndoles sus verdades.

Milloneta proletaria

-ƑY usted Lola, no es popof?

-Mis hijos me dicen que soy una milloneta proletaria; yo no ando sino con artistas. Salgo cuando me da la gana, pero si es mi gusto me quedo tres semanas encerrada leyendo, recibo sólo a los amigos que quiero, a Julio Scherer, por ejemplo. Le dediqué muchas horas de mi vida al arte, principalmente a Diego. El no tenía horas de descanso, se levantaba y al contrario de lo que la gente cree no era mugroso, era sumamente limpio, se bañaba, se ponía su lavanda como yo mi Shalimar, se peinaba muy coqueto y a las ocho en punto estaba pintando. A las dos en punto se paraba para comer y si no lo atendían a esa hora se ponía de un genio que ni quién lo aguantara. Los últimos años de su vida, mi hija Irene y yo cocinamos para el maestro todos los días.

-Y Emma Hurtado, Ƒpor qué no le cocinaba?

-A Emma Hurtado yo le decía la bruja pirulí porque antes de que se casara con Diego le ponía los zapatos, le amarraba las agujetas, le limaba las uñas; nos invitaba a unas comilonas de maravilla en su casa, muy burguesa por cierto, pero el día que se casó con Diego no volvió a atenderlo. Diego se casó con ella en secreto, fue su ''peor es nada'', porque él pidió a varias mujeres que se casaran con él (a María Félix, por ejemplo) y todas le dijeron que no. Diego me propuso matrimonio, lo tengo en una carta, un día he de enseñársela, pero me pareció tan absurdo. ƑPara qué necesitaba casarme con Diego Rivera? Un amigo me dijo: ''No, tú tienes nombre propio. Claro que no se compara con el de Diego ni se comparará nunca, pero tú eres tú y la gente va a decir que te casaste con él por su nombre. Tú ya eres una leyenda". El maestro ya estaba muy viejo, muy enfermo, Elenita, y pensé: ''Mejor de compañera de él, de su gran amiga, de su idólatra que de su mujer". Así se lo expliqué a él. Primero se enojó y me escribió una carta furiosa, pero después se calmó y štan amigos como siempre! Por eso se casó con Emma Hurtado y una vez casados, ella se volvió tacañísima, mezquina, fea. No le daba de comer, un medio jarrito de yogur, media pera y a nosotras, sus amigas, nos dejó en ayunas durante cuatro años consecutivos, cuando al maestro Rivera lo que le fascinaba era estar rodeado de gente. Por eso le ofrecí mi casa de Acapulco: La Pinzona, en la que pintó un increíble Quetzalcóatl en mosaico con concha, un Tláloc enorme y un sapo grande entregándome su corazón. Durante los últimos años de vida del maestro tuve la fortuna de estar continuamente con él.

''Cuando salí a Europa no me escribió y al quejarme respondió: 'Linda, es que le estoy haciendo a usted una carta de amor que quedará por los siglos de los siglos' y me la hizo con piedras naturales en la que dibujó un mar que entra a mi recámara, lleno de peces. Me puso de sirena y a sí mismo se puso de sapo-rana que lleva en la mano derecha su corazón y en la izquierda su paleta. Pienso convertir mi casa de Acapulco en el Museo Diego Rivera de Acapulco.''

-Lola, Ƒde quién ha estado enamorada?

-De Arturo, él ha sido el gran amor de mi vida.

-ƑArturo qué?

-Eso no se lo voy a decir, quizá más tarde, quizá después, pero por ahora no le voy a decir tanto.

(Lola Olmedo me sonríe. La vaca Jersey entró a comerse las plantas. Lola va y la espanta. Se ve muy chistosa con sus anillos de diamantes, uno en el meñique y otro anillote gigantesco como el de Gastón Billetes de Abel Quezada, espantando a una vaca terca y voraz.

En la última entrevista ya no me recibió la nieta descalza, Dolores, sino un pintor trajeado de casimir, José Juárez, que inmediatamente me llevó a su taller a ver su pintura, que me pareció fea tirando a horrorosa; pero no dije nada por hipócrita y porque además se ve que Lola lo quiere aunque no se llama Arturo.)

Junto a todos los presidentes cuyas fotografías velan su sueño en la intimidad de su recámara, Lola Olmedo es una figura definitiva y rotunda, blanca y negra, póker de ases en las finanzas de nuestro país.

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