La Jornada Semanal,   domingo 18 de agosto del 2002        núm. 389
Raquel Tibol

Expediente
Leopoldo Méndez

En este expediente, la maestra Raquel Tibol hace un ágil y completo recuento de la trayectoria política, plástica y vital de don Leopoldo Méndez, creador sin el cual no se entendería un enorme segmento de la riquísima historia no sólo artística sino también humanística del siglo XX mexicano, que le debe a Méndez, entre muchas otras cosas, un sentido de la integridad no exento, por cierto, de contrastes y matices que tienen que ver con la inquietud y la libertad de espíritu que caracterizaron a este extraordinario grabador.

Fue el menor de ocho hermanos y quedó huérfano de madre antes de cumplir el año de edad. El padre era zapatero. En 1917 ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde estudió tres años con los maestros Ignacio Rosas, Saturnino Herrán, Francisco de la Torre, Leandro Izaguirre y Germán Gedovius. Por el cuidadoso peinado que solía usar, sus compañeros, entre quienes se contaban Julio Castellanos y Antonio Ruiz, le llamaban "Copetito" o "Copete de hueso". En 1920 continuó sus estudios de arte en la Escuela de Pintura al Aire Libre de Chimalistac que organizó Alfredo Ramos Martínez, y publicó por primera vez dibujos en la revista Zig-Zag. En 1921, con Manuel Maples Arce, Fermín Revueltas, Germán Cueto, Arqueles Vela, Ramón Alva de la Canal, Germán List Arzubide y otros constituyó el grupo de los Estridentistas, en cuya revista Irradiador publicó dibujos de intención modernista, de los que más tarde opinó: "No diría yo que eran cubistas pero tenían cierta influencia de lo que Diego Rivera había traído a México de su época cubista en Europa." Dio clases de dibujo en algunos centros de enseñanza. Entre 1923 y 1924 trabajó como ayudante del escenógrafo Tarasona por un sueldo de dos pesos diarios. Entre 1925 y 1927, por invitación de Manuel Maples Arce, a la sazón secretario general de gobierno del general Heriberto Jara en el estado de Veracruz, colaboró en la revista Horizonte que se editaba en Jalapa, para la que hizo viñetas, dibujos, retratos y grabados, tarea que alternaba con la pintura de cuadros de temas campesinos. En 1928 se trasladó al puerto de Veracruz; ahí, por invitación del doctor Ignacio Millán diseñó e ilustró con dibujos y grabados la revista cultural Norte. Realiza sus primeros carteles con temas sociales. Con Francisco Díaz de León, Gabriel Fernández Ledesma, Fernando Leal, Fermín Revueltas y otros publica el periódico 30-30. El 21 de enero de 1929 preside en el Salón de la Unión de Trabajadores de la Compañía Terminal, en el puerto de Veracruz, un mitin organizado por la Liga Antiimperialista de las Américas para protestar entre otros hechos por el asesinato del líder cubano Julio Antonio Mella y expresar el apoyo a la lucha de Augusto César Sandino en Nicaragua. Participa como maestro de Misiones Culturales de la Secretaría de Educación Pública en los estados de Jalisco y México. Colabora en las revistas El Sembrador, órgano del Partido Nacional Revolucionario, y El maestro rural de la sep. "Desde aquel entonces –declaró al cumplir sesenta años– he trabajado para el Estado mexicano con verdadero interés en todo lo que he considerado útil, de progreso social, económico y político que éste ha realizado, así como lo he criticado en todo lo que me ha parecido negativo o contradictorio. Soy por tanto un producto de lo que es mi país y su gobierno, en sus angustiosas marchas revolucionarias y en sus retrocesos; para combatir con la crítica los retrocesos trabajé en la prensa radical con grabados y dibujos." En 1930 viajó a Estados Unidos; en compañía de Carlos Mérida expuso en la librería Jeke Zeitlin de Los Angeles, y en el Instituto de Arte de Wisconsin. Ilustra The gods in Exile de Heine, editado en California. En 1932, siendo secretario de Educación Narciso Bassols, es nombrado jefe de la Sección de Dibujo del Departamento de Bellas Artes de la sep. En el propio edificio de la secretaría montó un taller de grabado y litografía para todo aquel que se interesara en actividades gráficas. En 1933 fue miembro fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, de cuyo órgano Frente a Frente se vuelve colaborador gráfico. En 1934 expone de manera individual en San Francisco, California. En 1936, con Alfredo Zalce, Pablo O’Higgins y Fernando Gamboa, por contrato con el Sindicato Obrero de los Talleres Gráficos de la Nación, pinta en el cubo de la escalera principal el fresco de 100 m2 Los trabajadores contra la guerra y el fascismo. Con el equipo de la lear pinta junto con Zalce, en 1937, en la Confederación Revolucionaria Michoacana, en Morelia, un retrato de Vladimir Ilich Lenin (destruido posteriormente por consejo de Manuel González Galván del Instituto de Investigaciones Estéticas de la unam). Participa en el Primer Congreso de Escritores, Artistas e Intelectuales Mexicanos; con ese motivo declara al periódico Frente a Frente: "Todo arte realmente importante en México sólo puede venir por el camino de la mayor identificación del artista con los intereses de la mayoría nacional. Esta identificación exige actividades concretas y definidas de la producción plástica basadas en una observación directa de la dinámica de la lucha popular y en una justa apreciación de todos los valores plásticos autóctonos e internacionales que sean aprovechables." En abril de 1937 funda con O’Higgins, Zalce, Luis Arenal, Ignacio Aguirre, Isidoro Ocampo, Everardo Ramírez, Raúl Anguiano, Jesús Escobedo y Ángel Bracho el Taller de Gráfica Popular. A partir de entonces participa en todas las exposiciones que el tgp presentó en el país y en el extranjero, así como en los portafolios que editó. En 1938, junto con Arenal, Anguiano y Xavier Guerrero realiza una serie de doce litografías sobre La España de Franco. En 1939 recibe una beca de la Guggenheim Foundation que le permite recorrer parte de Estados Unidos y convivir con sectores desvalidos de su población. Realiza siete litografías sobre el asesinato de maestros rurales por los cristeros para el portafolio En nombre de Cristo.., editado por la sep. Para El libro negro del terror nazi en Europa crea estampas como Deportación a la muerte y La Gestapo, asesinos en comandita. Entre las calaveras de ese año sobresale su ilustración para el Corrido de Stalingrado. En 1943 la editorial La Estampa Mexicana, que dirigía el arquitecto suizo Hannes Mayer, publica el portafolio 25 grabados de Leopoldo Méndez. En 1944 y 1945 expone individualmente en The Art Institute of Chicago. La Estampa Mexicana edita el libro Incidentes melódicos del mundo irracional de Juan de la Cabada, ilustrado con cuarenta grabados suyos, de los que Justino Fernández opinó: "Méndez ha sabido combinar las formas de tal manera en estos grabados, de varias planchas de colores, que transmiten al mismo tiempo un sentido arcaico, misterioso, fantástico, actual y mexicano, todo por el poder de la imaginación creadora y de su soberbio dibujo, sintetizados de los más variados aspectos de la realidad." El director de la Galería Decoración, donde se presentó el Salón de Grabado 1944, se negó a exhibir su litografía El gran atentado, con el tema de la reacción mexicana; para desagraviar a Méndez treinta y seis artistas mexicanos y extranjeros presentan una exposición solidaria en el local del tgp. En 1945 crea una de sus estampas más celebradas: Lo que vendrá, que inicialmente se tituló Amenaza sobre México. En 1946 recibe el Primer Premio Nacional de Grabado y renuncia al Partido Comunista Mexicano en el que había militado durante un lapso considerable. Con Enrique Ramírez y Ramírez, José Revueltas y otros forma el Grupo Insurgente "José Carlos Mariátegui", para cuyo periódico El Insurgente hace ilustraciones. En 1947 crea diez grabados para la película Río Escondido, sobre los que Gabriel Figueroa precisó: "La única manera que se nos ocurrió para poder presentar sus creaciones fue como fondo de los títulos y créditos para que el público pudiese admirar el trabajo de Leopoldo que era, como todos los suyos, excepcional." En 1948 es designado delegado al Congreso Mundial de Intelectuales por la Paz, realizado en Wroclaw, Polonia. Recorre varios países de Europa. Trabaja grabados para la película Pueblerina. En 1949 hace grabados para las películas Un día de vida y El rebozo de Soledad. Con buril eléctrico sobre lámina de plástico graba Jugando con luces, en 24 m2. En 1950 crea los grabados para la película Memorias de un mexicano. En 1952 gana para sí y para el tgp el Premio Internacional de la Paz. En 1953 es premiado por las estampas para la película La rebelión de los colgados. Asiste en Viena a la reunión del Consejo Mundial de Partidarios de la Paz y viaja por la Unión Soviética. En 1958 organiza con Manuel Álvarez Bravo, Rafael Carrillo, Mariana Yampolsky y otros el Fondo Editorial de la Plástica Mexicana que, bajo su dirección artística, publicó libros tan importantes como La pintura mural de la Revolución Mexicana, Los maestros europeos de la Galería de San Carlos de México, José Guadalupe Posada, ilustrador de la vida mexicana, Flor y canto del arte prehispánico de México. Tras una década de militancia abandona el Partido Popular que presidía Vicente Lombardo Toledano. En 1959 hace grabados para la película La rosa blanca. En la Segunda Bienal Interamericana de México (1960) recibe el primer premio en grabado. Por discrepancias políticas se separa del tgp con Pablo O’Higgins, Mariana Yampolsky, Adolfo Mexiac, Alberto Beltrán e Iker Larrauri. En 1962, en el Museo Nacional de Arte Moderno del Palacio de Bellas Artes presenta una exposición retrospectiva de su obra. En 1963, a solicitud del coleccionista Salomón Marcovich, organiza durante cinco años un conjunto de su producción que llegó a sumar más de quinientas obras, expuestas de manera completa y por única vez en 1970 en la Sala Nacional del Palacio de Bellas Artes (se reunieron entonces unas 750 piezas), en el homenaje auspiciado por la Academia de Artes, de la que fue miembro fundador en 1968. Al morir dejó preparado el libro Lo eterno y lo efímero del arte popular mexicano. Sus restos fueron incinerados en el Panteón Civil de Dolores.

DOS OPINIONES ROTUNDAS

Renato Guttuso (Roma, abril de 1969): Sólo quiero afirmar que Leopoldo Méndez era un dibujante auténtico, eficaz, un grabador de trazo seguro, limpio, capaz de concretar una imagen en sus elementos esenciales. No iba tras lo justo, sino tras lo que quería decir. Nunca complacido, nunca estilizado, nunca –ni siquiera– popular. La extrema simplicidad de sus imágenes, su absoluta legibilidad eran siempre el resultado de una profunda conciencia crítica, una preparación cultural y de un dimanar desde el interior de su participación. El vínculo entre el arte y la vida de que tanto se habla y que tanta gente cree poder resolver con teorizaciones contradictorias, Leopoldo lo lleva a cabo en su obra simple, directa, inmune a las corrupciones culturales tanto como a las prevaricaciones individuales.

Francisco Díaz de León (México, febrero de 1979): Inicia su actividad de grabador en la ciudad de Jalapa en 1926 sirviéndose de maderas cortadas al hilo y trabajadas con gubias y uñetas. Data de junio de 1929 su primer grabado en la revista El sembrador en la cual, al cabo de tres meses, logró ejecutar obras de excelente factura. Hacia 1928 adoptó entre sus herramientas de trabajo el "velo" o buril de múltiples canales que emplea constantemente hasta en sus últimas obras, con la maestría que sólo pudo tener quien, como él, fue un riguroso y experto conocedor de la figura humana. Los grabados de Méndez adquieren cualidades monumentales debido al perfecto manejo de elementos en sus composiciones, así como por su disciplina geométrica de pintor mural. En este aspecto es impresionante el análisis de un grabado suyo, que lo presenta de bruces entre las páginas abiertas de un enorme libro. Escribe. Dibuja. Medita, mientras sus ojos ven, con alucinante fijeza, escena del tremendo drama social que bulle en su obra desde las tempranas experiencias hasta los días de su magnífica madurez artística en que nos legó una de sus obras maestras: esa pausa en el trabajo de Posada, para que éste deje el testimonio gráfico más hiriente que retrata lo que fue la sociedad porfiriana. Méndez cultivó, con el grabado en relieve, la litografía y aun el aguafuerte. Ha sido el grabador más importante, más completo y más técnico de todos los tiempos en la Historia del Arte en México.

QUE HABLE LEOPOLDO

(De unos apuntes desordenados que escribió Méndez en agosto de 1955 y que pude ordenar sin su consentimiento, pero con posterior aprobación, en septiembre siguiente.)

El mundo en el que actúa el artista es un mundo muy complejo; el artista es un producto de ese mundo como todos los demás hombres. Cuanto más impregnado está el artista de las complejidades de ese mundo, mayores serán sus conocimientos y su conciencia. Hay algo más: el artista, como los demás hombres, no está hecho de un molde especial ni es producto de un medio predeterminado. No constituye ninguna novedad afirmar que las artes plásticas contemporáneas en México poseen caracteres peculiares que la ligan estrechamente a nuestro suelo, a nuestro paisaje, a nuestras costumbres y que les dan la validez superior de una auténtica manifestación de la cultura nacional. Me refiero a lo que con justicia se llama hoy, dentro y fuera del país, Escuela Mexicana. Sin embargo, habrá que repetir, cuantas veces sea posible, que la Escuela Mexicana se consolidó como resultado cultural del movimiento revolucionario hecho gobierno. En caso contrario, a pesar de los talentos que se reunieron, hubiera sido imposible dar un salto de tal magnitud, salto que ha dado a las artes plásticas de México perfil de fenómeno único en el panorama internacional. Quienes niegan el pasado realista del arte universal, quienes niegan a Renoir y a los impresionistas, niegan también nuestra tradición plástica y niegan la Escuela Mexicana. Ellos proscriben del arte al ser humano o, en el mejor de los casos, lo convierten en un muñeco sin vida, sin facultad de reír o de llorar, sin la facultad de luchar para construir, sin la facultad de rebelarse contra la injusticia, sin capacidad para crear; sin sangre, en fin, sin músculos, sin esqueleto, sin rostro alguno. Castración absoluta, deshumanización por terror al tropiezo inevitable con la realidad viva del hombre, con la verdad, con el hambre, con el ansia de saber, con la risa y con la impetuosa fuerza colectiva de este hombre; por terror al niño sin hogar, sin techo, con harapos, que duerme su hambre y su fatiga en plena calle. Tras las palabras de "arte libre" se escuda el ataque más hipócrita contra la Escuela Mexicana que, en tanto lo sea, habrá de ser espejo fiel de todo el drama real del hombre mexicano. Es importante que todavía algunos artistas estén más tristes que alegres frente a nuestra realidad. Entre los artistas que ya están satisfechos y ríen, y los que todavía tienen la facultad de transmitir el dolor que impera sobre la faz de nuestra nación, prefiero mil veces a estos últimos porque ellos son, a pesar de todo, quienes mejor pueden comprender el futuro grandioso que pueden conquistar quienes hoy sufren por carecer de todo. De este futuro debemos hablar todos porque el arte tiene que contener esa profecía. El color e infinidad de cosas más entran en juego para la creación artística. Lo determinante en una obra de arte es algo mucho más grande, se haga con colores o con lo que sea. Lo que quiero es que el mundo sea mundo, aun en el mejor hay drama y hay muchas cosas más. Y para que el drama no se convierta en tragedia debe haber amor en el arte que refleja. Si el arte se solaza sólo en los colores o en la superficie colorida de las cosas, entonces se avecina la tragedia, la tragedia del artista y de su obra, se avecina la indigencia del arte. Caer, por otro lado, en la tragedia, negra o rosa, equivale a la derrota de cualquier artista por muy pintor que sea. Los artistas debemos preocuparnos porque la forma, el color y el mensaje (es decir, el contenido) marchen juntos. Ninguna de esas cosas debe adelantarse o atrasarse respecto de las otras.

CUANDO MÉNDEZ
BUSCÓ A SALVADOR NOVO

El 24 de noviembre de 1951 Salvador Novo anotaba (véase La vida en México durante el periodo presidencial de Miguel Alemán): Hará unas tres semanas que fueron a verme a la oficina el grabador Leopoldo Méndez, el pintor Federico Silva y una señorita extranjera cuyo nombre no retuve (¿Habrá sido Mariana Yampolsky?). Me dijeron que les había gustado mucho La culta dama, y que con tal motivo querían darme una cena de homenaje. [...] No iba a tratarse, evidentemente, de un homenaje que me rindieran los autores mexicanos; ni siquiera de una bienvenida a su seno. [...] Ésta sería modesta, por cuota de veinte pesos, en el Centro Vasco, y no la organizaban los que hubieran gustado en La culta dama de su composición o su diálogo; sino de, como le han llamado, su valentía, su condenación y su pintura de las "lacras de la sociedad". Tanto Federico Silva como Leopoldo Méndez son miembros del Partido Popular, y me hicieron recordar que yo también lo era; pero quedó bien claro desde un principio, cuando yo subrayé que era un miembro bastante virtual del pp y ellos adujeron que no serían sólo miembros del pp quienes concurrieran, que yo pedía que la comida que aceptaba no fuera a tener por ningún concepto un carácter político. En eso quedamos. Sería, reuniría, a quienes hubieran gustado de La culta dama, que han sido ciertamente muchos, y surtidos. Me dejaron unas invitaciones con boletos, días después. Vi que en ellas se hablaba simplemente de una cena en homenaje a Salvador Novo como un acto de reconocimiento por su labor literaria y artística, y que las suscribían, entre otras personas, José Revueltas, Octavio G. Barreda y José Gómez Robleda [...] Enrique Ramírez y Ramírez asumió el papel de maestro de ceremonias y recalcó la presencia de los dirigentes del pp en una comida que ofrecían gustosos a uno de sus miembros. Cabe en este punto, y creo necesario hacerlo, aclarar bien en qué relativa medida pudo el pp estimar que al darme una cena se la ofrecía a uno de sus miembros. No porque me asuste lo que puedan pensar los conservadores de mi militancia en un partido tan notoriamente izquierdista como el pp. No me ha preocupado nunca tampoco que como ha acontecido mucho tiempo, los izquierdistas me consideraran derechista o reaccionarlo. Soy absolutamente libre y la gente que quiera tomarme ha de hacerlo tal como soy, o dejarme. Pero a tal punto cuido de mantener autónoma y pura esa libertad, que verme incluido o arrastrado o involucrado en actividades de un partido político me angustia y desazona, lo mismo sea el pp que Acción Nacional.

Buen tema para Salvador Novo hubiera sido, una década después de la invitación pepina, el acercamiento de Leopoldo Méndez a los espacios priístas por amistoso intermedio del presidente Adolfo López Mateos. Cuando al año de la muerte de Méndez se me encargó montar en el Palacio de Bellas Artes la gran exposición en su homenaje, dejé en claro, a través de su obra, los saltos ideológicos, bastante frecuentes entre artistas e intelectuales de la izquierda mexicana.