Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 28 de agosto de 2002
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Política

En 1981, la CNTE responsabilizó de la represión a la camarilla de Jonguitud

La muerte de Misael, detonante de la movilización de maestros democráticos

Con secuestros, amenazas y agresiones la cúpula sindical intentó defender posiciones

JENARO VILLAMIL

A los gritos de "šSindicato traidor/ mataste a un profesor!" y "šMaestro callado/ seguro diputado!", el lunes 2 de febrero de 1981 cientos de mentores y dirigentes magisteriales del Valle de México responsabilizaron a los líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y a la dirigencia de la sección 36, encabezada entonces por Leonardo González Valera, del asesinato del profesor Misael Núñez Acosta.

El crimen de Misael Núñez fue la culminación de un fin de semana negro para la disidencia democrática del sindicato magisterial y el inicio de una de las movilizaciones más importantes encabezadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

El viernes 30 de enero fue asesinado, en Tulpetlac, estado de México, Núñez Acosta, con descargas de arma calibre 36, desde un autómovil en marcha. Iba acompañado por el padre de familia Isidoro Dorantes Diez y por el maestro Darío Ayala.

El primero murió también y Ayala fue herido en una pierna. En esos días se incrementó la violencia contra los disidentes magisteriales en los estados de Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Morelos y Puebla, donde se agredió e intimidó a los mentores para que no asistieran a la movilización planeada para el lunes 2 de febrero.

Las crónicas de la época reportan hechos tan oscuros como el plagio del maestro herido, Darío Ayala, a quien secuestraron del hospital Primero de Octubre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en Ecatepec. Un desplegado de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) responsabiliza de la muerte de Misael Núñez Acosta al cacique de Tulpetlac, José Cruz Roldán, y a Jorge Caso Castañeda.

En sus declaraciones a la prensa, voceros de la CNTE y de las organizaciones democráticas del SNTE corresponsabilizaron a los dirigentes nacionales del magisterio, "ya que la camarilla de Jonguitud Barrios y Ramón Martínez Martín han propiciado la agresión en contra de los mentores inconformes con el charrismo sindical".

El nombre de Elba Esther Gordillo no aparece, pero sí el de su sucesor al frente de la dirigencia de la sección 36, Leonardo González Valera.

Un crimen político

Teodoro Palomino, dirigente del Valle de México, opinó que el crimen de Misael Núñez y de Dorantes Diez era "de carácter político", ya que ambos participaron en la lucha de los maestros y por la defensa de los obreros de la zona de Ecatepec, al tiempo que el líder del magisterio de Morelos, Víctor Ariel Bárcenas, acusó a los líderes nacionales del magisterio de estar confabulados en este tipo de acciones represivas. En tanto, miembros del Consejo Central de Lucha del Magisterio de Guerrero señalaron al gobernador Rubén Figueroa como "brutal asesino" y agregaron que "ahora que los mentores hemos sido golpeados, se hace necesaria nuestra defensa junto con los padres de familia" (Unomásuno, domingo 1 de febrero, 1981, p. 4).

Durante el homenaje de cuerpo presente que se rindió a Misael, Ramón Couoh, líder del Consejo Central de Lucha del Magisterio del Valle de México, declaró: "que quede claro que los asesinos fueron los gángsters charros de la sección 36 del SNTE, encabezada por Leonardo González, y dirigida por Carlos Jonguitud Barrios". A su vez, distintos voceros de la dirigencia del SNTE atribuyeron la muerte de Núñez Acosta a un "enfrentamiento" entre los propios grupos de la CNTE.

Sin embargo, era claro que desde el 14 de noviembre de 1980, en medio de un golpe de mando en la sección 36, en donde operaba Elba Esther Gordillo -entonces aliada al profesor Jonguitud Barrios-, los disidentes habían tomado fuerza, encabezados por Misael Núñez y Ramón Couoh.

Marcha fúnebre y agresión contra Ariel Bárcenas

Una crónica de Francisco Pérez Arce, publicada en su libro A muchas voces, Testimonios de la lucha magisterial, describe de esta forma el momento del crimen contra Misael:

"En eso ocurrió el asesinato. Fue el día 30. El CCL esaba reunido en la Normal Superior; recibimos la noticia y nos fuimos todos a Ecatepec; éramos como 150. Estuvimos toda la noche esperando el cadáver de Misael. No le querían hacer la autopsia. Al fin se la hicieron en un lugar oscuro, en un panteón, con una lámpara de gas. Todos estábamos ahí, esperando. Salió como a las cinco de la mañana. Nos fuimos tras él en los coches. Interrumpimos el tráfico en la avenida Morelos y lo llevamos a casa.

"Para el día siguiente, sábado, estaba previsto un foro para la discusión de los estatutos del SNTE. La gente llegó esperando eso, pero la noticia era otra: habría una marcha fúnebre el domingo para despedir a nuestro compañero Misael Núñez. El domingo fuimos unos mil. Eramos pocos porque la gente estaba desmovilizada desde el viernes. No fue sino hasta el lunes que la información se difundió en las escuelas. Por eso, en la marcha del 2 de febrero el contingente del Valle fue grandísimo. Ibamos a protestar por la muerte de Misael.

"A la hora del plantón, el contingente del Valle, que había sido enorme, se redujo a unos dos mil maestros. Estuvimos en las calles de Venezuela. A pesar de que éramos pocos, logramos formar cien brigadas que junto a las que formaron los de Hidalgo y Guerrero saldrían al día siguiente a recorrer las escuelas del Distrito Federal y del Valle. Al otro día nos desalojaron."

Las agresiones contra los disidentes más importantes no cesaron. El 5 de febrero, se publica en Unomásuno la denuncia del profesor Víctor Ariel Bárcenas, quien a las 12:05 horas del día anterior fue baleado desde un Datsun azul, sin placas, en el túnel de Zapata, sobre la calzada de Tlalpan. El y su acompañante, Javier Orihuela, resultaron ilesos. La agresión fue similar a la que provocó la muerte de Misael Núñez: desde un automóvil en marcha le dispararon cuatro balazos.

Bárcenas, dirigente del Consejo Central de Lucha de Morelos, días antes de la agresión había subrayado la necesidad de que la CNTE formulara un llamado a los distintos organismos internacionales de derechos humanos para que vigilaran y se pusiera fin "a las agresiones contra los maestros". El 5 de febrero denunció que, por instrucciones del jefe de la policía de Morelos, Enrique Corona Morales, se impidió la salida del contingente de maestros de esa entidad hacia la ciudad de México.

Enrarecido clima político

El crimen de Misael Núñez Acosta fue uno de los detonadores más importantes de la movilización magisterial, y se insertó en un clima político enrarecido por los vientos de la sucesión presidencial en el ocaso del gobierno de José López Portillo.

La Secretaría de Educación Pública, encabezada por Fernando Solana, ante las movilizaciones en la ciudad de México emitió un exhorto: "a los maestros que han interrumpido sus labores en Guerrero y el Valle de México, les pedimos que recapaciten sobre la conveniencia de ajustar su conducta a las normas legales y adoptar una actitud más acorde con la vocación y el alto sentido que ha caracterizado siempre al magisterio". La dependencia desconoció a la CNTE y aclaró que las relaciones de trabajo con el magisterio las debería tratar únicamente con el SNTE.

Los dirigentes de la CNTE, desde el 2 de febrero, solicitaron al secretario de Gobernación, Enrique Olivares Santana, el esclarecimiento del asesinato de Misael Núñez, el cese de "las agresiones físicas y administrativas" y la protección a los maestros que participaban en el plantón, además de su mediación para dar solución "a las violaciones sistemáticas por parte de la SEP y el SNTE a los convenios ya acordados". Entre esos convenios estaban la realización de congresos democráticos en Oaxaca, Morelos, Chiapas, Guerrero, Tlaxcala, Hidalgo y el Distrito Federal.

En respuesta, el titular de Educación, Fernando Solana Morales, reprobó los paros magisteriales y destacó que a los maestros que participaran en la suspensión de labores no les pagarían sus sueldos. Al mismo tiempo, la policía capitalina desalojó en la madrugada del 3 de febrero a los maestros que permanecían en plantón frente a los edificios de la SEP y del SNTE.

Ramón Couoh Kutz acusó a la policía capitalina de "haber golpeado a maestros, robado pertenencias y usado bombas lacrimógenas y de humo, en una acción que provocó que tres personas resultaran heridas" (Unomásuno, 4 de febrero de 1981, p.1).

Paradojas de la vida

Entre el 7 y el 11 de febrero las pláticas entre la coordinadora y el SNTE se rompieron, y luego se reanudaron sin avances sustanciales. El dirigente del Movimiento Revolucionario del Magisterio, Iván García Solís, acusó a las autoridades de Educación Pública y a la dirección nacional del SNTE de tener una "simbiosis". Paradojas de la vida, las declaraciones de García Solís recuerdan las recientemente publicadas de Carlos Jonguitud contra su sucesora Elba Esther Gordillo:

"El grupo Vanguardia -subrayó García Solís- en una crisis mayor por su diferendo con la SEP para obtener más cargos, trata de chantajear al gobierno y subraya que se disciplinará en la sucesión presidencial para salvar así, con represión y respaldo oficial, su debilitamiento" (Unomásuno, 9 de febrero de 1981, p.1).

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