Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 28 de agosto de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Cultura

EL ECO Y LA SOMBRA

Ricardo Yáñez

Desabrimiento

NO HARIAMOS MAL en distinguir lo que escandaliza de lo importante, no haríamos mal en distinguir entre las llamaradas de petate, por grande el petate sea, y la llama de vida, siempre más serena, menos pasajera siempre. No haríamos mal en escandalizarnos menos de los que escandalizar quieren y casi, con nuestra anuencia, con apenas quererlo lo logran. No es vocación de escándalo la que nos debe convocar, sino de trascendencia. Llegado a esto, vemos que no lo pasajero, todos lo somos, todo lo es, sino lo intrascendente, lo fútil, lo banal, es lo que nos distrae de la trascendencia, de lo que pasa, de lo que nos pasa, de la nuestra.

DE PRONTO, ME dice alguien, todo parece un talk show. De pronto, decía Fellini en su Ginger y Fred, todos hablan para el espectáculo, nadie habla, o por lo menos nadie habla desde sí para los otros, sino para los espectadores (espejo de Narcisos), y lo peor: nadie habla consigo. Hablar, se sabe, es oír. Dialogar, oír cómo se oyen, en otros, nuestras palabras. Y viceversa. Pero conversar es dejar que las palabras de cada uno hablen entre sí con la libertad suficiente para constituir una sola habla, un coro, oír cómo se oyen, en nosotros, las palabras de todos nosotros.

PERO ESE ES otro punto. De pronto la histeria nos come el alma. Actuamos, exaltados, lo que no somos, y entramos en papel salidos, del todo, de nosotros mismos. Fuera de quicio, fuera de realidad. Cámara, acción... y perdemos el alma. Puede llamarse poder esa cámara. Puede llamarse ansiedad de aparición, anhelo de figurar. Puede llamarse los 15 minutos de Warhol, vueltos eternidad: la fama infame. El infierno, sigamos recurriendo a frases oldies but goodies, son los demás en cuanto espectadores.

EN EL FONDO la mecánica es sencilla, aprovechemos que nos ven para que no nos vean, eso es fácil, exhibámonos. Exhibámonos y verán cómo caen, cómo se exhiben, como pierden el pie, la cuenta, la razón, y caen, porque de que caen, caen. Es una provocación. Crónica. Es una distracción, cuasi perenne.

SE ES LO que se es, no aquello en lo que se cae (aun cuando a veces, y parece que no pocas, la caída tenga visos de ascenso), a lo que se cede. Algunos de los santos que he leído no tienen en mucho el aparato místico, que puede ser (caso de santa Teresa, de san Juan de la Cruz) en efecto místico, sino el desabrimiento. Aficionarse al sabor de las incluso más altas experiencias es ceder, pudiera ser caer. Deduzco en mi pobreza que porque gana la afición y muy precisamente pierde la experiencia.

DE LA AFICION al vicio no sé cuántos pasos haya, aunque no imagino demasiados. Y el vicio es mucho menos que desabrimiento, es la pérdida del sabor por el exceso en la procura de sabor. El vicioso, se sabe -cierto, él no lo sabe, y menos aún quisiera saberlo- lleva una vida insípida, algo muy distinto a: de desabrimiento.

A NADIE SE le escapa que los medios, el espectáculo de los medios (el show debe continuar) atrae. A nadie se nos escape que esa atracción puede ser fatal.

[email protected]

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año