Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 30 de agosto de 2002
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Editorial
 
CLAROSCUROS DEL OPTIMISMO PRESIDENCIAL

SOLAyer, en un encuentro con la comunidad judía mexicana, el presidente Vicente Fox hizo un recuento optimista de sus casi dos años de gobierno y delineó un panorama auspicioso para el futuro inmediato de la nación. En su discurso, el mandatario destacó el "cambio exitoso, un cambio con paz social y con estabilidad económica y política" que, afirma, ha tenido lugar desde que asumió su cargo, y celebró que actualmente México es "comentado" como un país "plenamente democrático, más próspero y más justo".

Para reforzar sus palabras, Fox hizo alusión a la difícil situación por la que atraviesan otros países, y con ello dio a entender que fueron las políticas emprendidas por su administración las que previnieron que México se sumara a la debacle económica, política y social que experimentan varias Naciones de América Latina.

La realidad no se pliega por completo al molde del optimismo presidencial. Un breve repaso a datos y acontecimientos recientes basta para apreciar los claroscuros que perturban el escenario de éxitos que el primer mandatario ofrece a la ciudadanía. En primer término, cabría citar el análisis dado a conocer hace dos semanas por el propio gobierno federal sobre la medición de la pobreza en México: según cifras de Secretaría de Desarrollo Social más de la mitad de los población del país es pobre y casi una cuarta parte de los mexicanos no percibe ingresos suficientes para cubrir sus necesidades alimentarias.

Por otra parte, el Banco de México informó ayer que el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos ascendió en el segundo trimestre del año a 3 mil 500 millones de dólares, mientras que las remesas enviadas al país por los mexicanos radicados en Estados Unidos sumaron en el mismo periodo dos mil 578 millones de dólares. Salta a la vista que sin las aportaciones de los connacionales en el extranjero -es decir, considerando solamente las divisas captados directamente por las empresas y personas establecidas en territorio nacional-, el saldo negativo de la cuenta corriente habría sido mucho mayor, circunstancia capaz en sí misma de por lo menos atenuar el optimismo en materia macroeconómica pregonado desde el gobierno federal.

Finalmente cabría aclarar que lo que el presidente llama "ruido" que impide "calibrar" la situación nacional es, en buena medida, el clamor de numerosos sectores económicos, políticos y sociales que, con sus diversos acentos, intereses y perspectivas, manifiestan su preocupación o su abierto rechazo por la forma en que se ha conducido el país en los dos años de gobierno foxista.

La pluralidad de voces, el disentimiento público ante las políticas oficiales y la denuncia de los errores y atropellos cometidos por las autoridades son manifestaciones de desarrollo democrático que no deberían ser minimizadas.

Los mexicanos aspiran a un futuro más justo que, a la par que brinde mayores oportunidades de desarrollo personal y social, preserve el patrimonio nacional e individual y afirme la legalidad, la solidaridad y el desarrollo democrático. Por el es de desear que, más allá de las manifestaciones de optimismo que todos los ciudadanos quisieran compartir, el presidente Fox ofrezca ante la sociedad, en su próximo informe de gobierno, un diagnóstico realista de la problemática nacional en el que, abandonando el triunfalismo -veraz o prefabricado- se muestren con claridad tanto los retos, las oportunidades, los logros y los rezagos de México como las estrategias oficiales para hacerles frente.
 

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