Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 1 de septiembre de 2002
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Contra

MAR DE HISTORIAS

Los miserables

CRISTINA PACHECO

En la galera se escucha la respiración desigual de las internas. Aurora tose. Herminia intenta liberarse de un mal sueño y se revuelve en su camastro. Como todas las noches, Lidia monologa en su extravío. Margarita, su vecina, se vuelve al otro lado. En medio de la relativa quietud estalla la música de una radio portátil. Llueven las protestas: "Orale, Rocío, apaga tu pinche mugre". "šQué escandalera!" "Dejen dormir".

Los gritos avivan el desvarío de Lidia. Margarita, adormecida, intenta tranquilizarla: "No pasa nada, loca, no te asustes".

-No le digas así a mi hermana -protesta Guillermina.

-Cállense todas -ordena la custodia desde el sillón colocado detrás de la reja de acceso a la galera.

Lidia eleva el tono de su incesante murmullo. En medio de la penumbra Guillermina se dirige a Rocío:

-ƑVes la bronca que armaste con tu radio?- Fastidiada, intenta acomodarse en el catre que, pequeño para sus dimensiones, deja los pies al aire: -Hace harto frijolito. ƑAlguien tiene una cobija que le sobre?

-Mis tripas, pendeja -dice Margarita, sin énfasis.

Se oyen risas y luego, otra vez, la respiración acompasada de las mujeres, el balbuceo de Lidia, la tos de Aurora y al fin, mucho más suave, la música. Sólo Guillermina la escucha:

-Rocío: Ƒqué no entiendes?- A la pregunta agrega una advertencia: -Si no duermes, vas a pirarte como la Lidia.

-ƑDeveras es tu hermana? -pregunta Rocío, que habla por primera vez desde que ingresó al tutelar.

-No, así le digo porque me da lástima. No tiene a nadie.

-Como mi niña -gime Rocío-. ƑCuándo volveré a verla?

Guillermina se levanta y, sin saber que Margarita la observa, se dirige al fondo del galerón. Encuentra a Rocío ovillada. Cautelosa, toma la radio y la apaga:

-Aquí no es como en la casa de uno-. Se sienta en el borde del camastro. -ƑPor qué lloras?

-Quiero ver a mi niña.

-ƑSí es cierto que tienes una hija?

-Gloria Yamilé.

-Pero si estás bien chava. ƑQuién fue el cabrón que te empanzonó?

-Tulio. Es lavador de coches pero le dicen El Cabo porque le falta una mano.

Guillermina no puede controlar la risa: -Qué buena onda. ƑY él sabe que estás aquí?

-No. Se fue cuando supo que yo estaba embarazada.

-šQué culero!

-Así son todos -comenta Margarita.

La intervención de la mayor de las internas sorprende a Guillermina: -ƑA poco estabas despierta?

-Y eschándoles ojo para que no hagan tortillas-. La risotada de Margarita despierta a Aurora:

-ƑQué tanto hablan?

-Margarita dice que los hombres son culeros.

-Sí es cierto -afirma Aurora entre toses-. A mí me pasó lo mismo, nomás que mi niño nació muerto. Me gusta pensar que es angelito y que me cuida desde el cielo. Oye, Rocío, Ƒy dónde está tu hija?

-En el albergue, porque no hay quien me la cuide.

La voz de Guillermina suena infantil: -ƑNo tienes mamá?

-Ella no puede...- Rocío hace una pausa: -Ahorita ya se regresó a Aguascalientes.

-Pos que la manden a llamar Ƒno?- Guillermina espera la respuesta de Margarita.

-Aunque viniera, no podría cuidar a Gloria Yamilé porque mi mamá toma mucho. Empezó a emborracharse cuando mi papá nos dejó. Fue peor desde que cerraron la maquiladora en Aguascalientes y se quedó sin trabajo. Entonces nos vinimos para acá. Consiguió que nos dejaran vivir en un cuarto. Yo entré de ayundante en una fonda. Allí conocí a Tulio, el papá de mi niña.

-Mejor te hubieras sacado a la escuincla -dice Margarita.

-Yo quería. Tulio dijo que no, que iba a ponerme casa. Pero se fue... -Rocío acaricia su radio portátil: -Cuando le dije a mi mamá que estaba embarazada me corrió. Anduve pidiendo en jardines, en calles. Dormía junto a los puestos del mercado Villada. Y fui a tener mi bebé en un hospital de por la Villa.

Guillermina se acerca más a Rocío: -ƑY qué se siente, manita?

-Primero bien feo pero luego da gusto ver a tu niña-. La expresión de Rocío se dulcifica: -La mía nació bien chiquita. Cuando me la entregaron dije: hasta que voy a tener una muñeca.

-Qué chido, Ƒno?- Guillermina espera la respuesta: -Te estoy hablando, Márgara.

-Si no te veo Ƒcómo voy a saber que me hablas?

La voz de Rocío tiembla: -ƑPrendemos la luz?

Margarita se levanta y mira hacia el sillón en que duerme la custodia:

-Aquella está bien cuajada. Préndele, Guillermina, pero cubre el foco, aunque sea con un pedazo de periódico. Si Lidia se despierta šnos chingamos!-. Margarita se acomoda en el suelo, frente a Rocío:

-Ha de ser muy bonito darle el pecho a un bebé.

-Sí, špero muerden aunque no tengan dientes! Es bien chistoso, bien raro.

-ƑVolviste con tu mamá al salir del hospital? -interviene Guillermina.

-Fui al cuarto que ella cuidaba en Barrio Norte pero ya no la encontré. Una señora me dijo que mi mamá se había ido a Aguascalientes para ver si la contrataban en otra maquiladora.

Margarita se estremece: -Qué gacho: tú sola con el bebé.

-ƑY qué hicieste, manita?

-Me fui a Vallejo, a la gasolinera que está por donde trabajaba Tulio.

La voz de Guillermina suena brutal: -Pendeja, Ƒa poco creíste que ibas a encontrarlo?

-No. Quería ver si me dejaban su lugar lavando coches.

-ƑY te dejaron? Porque luego esos son bien canijos.

-Sí, y hasta me dieron chance de quedarme con la Yamilé en una bodega atrás de la gasolinera. El primer día casi ni pude trabajar porque a cada rato iban a avisarme que la niña estaba llorando. Yo le daba pecho, pero ella seguía igual: chille y chille. Una señora cojita que vende pistaches me dijo: "Lo que tiene la niña es hambre. Vete a comprarle una lata de leche mientras que yo te la cuido".

Guillermina y Margarita intercambian miradas. Rocío lucha contra el llanto y continúa su relato:

-Yo no había lavado ni un coche y estaba sin un quinto, pero de todos modos me fui al súper que está como a tres cuadras de la gasolinera.

-ƑPara qué? No tenías dinero -dice Margarita.

-Porque un domingo que Tulio y yo fuimos vi cómo se guardó unas navajas de rasurar y se salió sin pagarlas. Pensé: agarro una lata de leche, me la meto en el pantalón, que por cierto era de Tulio, y me salto. Lo malo fue que al bolsillo estaba agujereado y por allí se me escurrió la méndiga lata.

-šPinche Tulio!, hasta el pantalón te dejó roto -grita Guillermina-. ƑNo corriste?

-Sí, pero como el policía que iba persiguiéndome gritaba "šagarren a esa ladrona!", un tipo que iba a subirse a su coche me detuvo. Le pedí que me dejara ir porque mi Gloria Yamilé estaba solita y con hambre. El nomás me dijo: "Chamaca infeliz: šQué vergüenza! Por basura como tú México está como está".

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