Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 2 de septiembre de 2002
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Política

Iván Restrepo

ƑQuién defiende a los tiburones?

La mayoría de los mexicanos sabe de los tiburones por la exitosa película de Steven Spielberg. Sólo unos cuantos expertos conocen su importancia y los problemas que enfrentan. Aun así ignoran el número de personas, pangas o lanchas que participan en su pesca, su valor, las artes utilizadas en su captura, el número de ejemplares capturados en cada temporada, a qué especies o grupos pertenecen, su migración. Son datos esenciales para realizar estimaciones confiables sobre la abundancia de este recurso y para fijar políticas de sustentabilidad.

Hace 30 años muchas áreas marinas del país estaban infestadas de tiburones; hoy se pescan pocos ejemplares grandes, pues se prefiere capturar cazones, pequeñas especies que forman grandes cardúmenes. También desaparecieron los pescadores tiburoneros. Ahora buscan especies que signifiquen menos gasto, pues deben navegar el doble o el triple para encontrar tiburones de tamaño comercial, que les dejen ganancia. Se matan muchas hembras grávidas o crías recién nacidas en áreas de refugio cercanas a la costa.

El Comité de Pesca Responsable, establecido durante la administración anterior, visualizó lo que ocurría y con ayuda del Instituto Nacional de la Pesca vio la urgencia de crear un mecanismo que ayudara a mejorar las cosas. Se hizo mediante la Norma Oficial Mexicana NOM-029-PESC-2000, para la pesca responsable de tiburón y especies afines.

En su elaboración intervino un grupo multidisciplinario y multinstitucional, que trabajó más de cinco años y reunió la información disponible sobre la materia. En el grupo participaron pescadores, en especial los cooperativistas. Se invitó también a permisionarios privados, dueños de lanchas y de permisos de pesca, pero no asistieron, quizá porque vislumbraban que cualquier ordenamiento restringiría sus actividades. Tampoco se interesaron en asistir los pescadores deportivos.

Elaborar la norma significó un largo proceso de discusión en el que se sacrificaron valiosas recomendaciones de conservación con tal de sacar un documento que sobreviviera al mar de intereses y vicios que existen en la pesca. Lo prioritario era establecer, en consenso, la base del ordenamiento de la actividad, mejorar rubros como la colecta de datos estadísticos, posibilitar y obligar a que todos los pescadores documenten el verdadero número de tiburones que capturan para saber cuántos mueren al año. De igual forma, regularizar y estandarizar los equipos y embarcaciones que podrán intervenir en su pesca.

Se ha criticado la norma porque no fija niveles de explotación, como ocurre en otras pesquerías, pero no es posible hacerlo hoy, pues se desconoce el universo de lanchas y equipos que participan. Además, no es momento para decir a miles que no podrán seguir pescando, si no hay alternativas económicas para ellos. La sustentabilidad es tanto ecológica como social.

Así que más que acciones espectaculares (como cero pesca de tiburón), la norma comienza por lo fundamental, además de proteger a las especies de poco valor comercial, como el tiburón ballena, o con poblaciones reducidas y en riesgo, como el tiburón blanco y las mantarrayas.

A dos años de aprobada, la norma debía estar en vigor, pero la oposición de los influyentes pescadores deportivos, así como de los grupos políticos y económicos que le son afines, lograron aplazar su vigencia hasta noviembre con la finalidad de discutirla mucho más.

Los inconformes afirman que con la norma, entre otras cosas, grandes flotas tiburoneras podrán capturar libremente en la costa del Pacífico y dentro de la franja de exclusión de 50 millas náuticas, (reservada a la pesca deportiva) especies como marlin, pez vela, dorado. Esto, aseguran, atenta contra sus intereses y causará serios daños a la fauna marina.

Siempre ha existido conflicto entre pescadores ribereños y deportivos, estos últimos consentidos de las autoridades. Pero, como afirma el maestro Leonardo Castillo, del Instituto Nacional de la Pesca y experto en tiburones, la norma no busca solucionar ese conflicto, es ajeno a él y su propósito es completamente distinto: preservar los recursos tiburoneros para su aprovechamiento racional en bien del país, sin afectar los ecosistemas marinos de los cuales son parte importante. Agrega Castillo que debe darse una oportunidad a este esfuerzo por mejorar las cosas en vez de que cada sector busque defender sus intereses y no los de la pesca responsable.

Tiene razón, hay que comenzar por el principio. Estimo que será benéfico, de aquí a noviembre, aclarar dudas y escuchar todas las voces, oficiales y privadas, para tener una norma que beneficie a los tiburones del mar, no a los de tierra.

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