Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 8 de septiembre de 2002
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Espectáculos
La Sociedad Numismática de México celebró su 50 aniversario

Las monedas hablan de la historia de sus países, dice Alberto Hidalgo

Gracias a ellas podemos entender mejor la economía mundial, dice el presidente de la organización

Este año, México fue el anfitrión de la 35 convención internacional del ramo

JAIME WHALEY

Monedas y colecciones de medallas y billetes de casi todos los países del mundo fueron exhibidas hasta ayer en la trigésimo quinta Convención Numismática Internacional, en el Centro de Negocios y Comercio de la Ciudad de México.

Medio centenar de coleccionistas, mayormente de México aunque también los hubo de Cuba, Nicaragua, Estados Unidos, Canadá, España y Alemania, pusieron al alcance del público en general sus valiosas posesiones que, como ellos sostienen, mucho dicen sobre la historia de los países que las emiten.

El dinero, monedas y billetes -y más las primeras que los segundos-, es tan antiguo que su aparición data de unos 700 años antes de la era cristiana, en la isla de Creta, según explica Alberto Hidalgo, quien preside la Sociedad Numismática de México, organización que celebra su aniversario número 50 y fue, a la vez, la anfitriona de la reunión que comprendió conferencias y debates, y a la que no fueron ajenos otros coleccionistas, como los filatelistas, los libreros, los anticuarios y los joyeros.

Gran tradición numismática

En México hay una gran tradición numismática. En 1535 se estableció aquí la primera Casa de Moneda del continente americano, que comenzó a operar un año después en lo que hoy es el edificio del Monte de Piedad, en la esquina norponiente del Zócalo capitalino. Aquí se llegaron a acuñar monedas para países de los cinco continentes y hasta hace poco se fabricaron las de Ecuador, antes de cerrarse la Casa de Moneda de la calzada de Legaria debido a razones ecológicas, pues el metal al fundirse despide bastante humo.

Esa tradición estuvo en parte presente, ya que además de las colecciones que exhibieron particulares y dependencias oficiales como el Banco de México, La Bailarina, máquina antes de vapor y hoy eléctrica, cuya fabricación francesa se remonta a 1823 y es una de las dos que quedan en el mundo, pero la única en servicio -la otra descansa en un museo en Estados Unidos- ofreció una exhibición de sus capacidades y troqueló medallas conmemorativas al cuidado de Esteban Jiménez, su fiel operario a lo largo de 59 años en la Casa del Apartado, allá en las calles de Perú, en el Centro Histórico, recinto que próximamente será museo, pero en donde, todavía, llegan a acuñarse medallas conmemorativas.

Las primeras monedas en ser acuñadas aquí fueron las que la vox populi bautizó como carlos y juanas en alusión a las efigies que aparecían en una de sus caras, la del monarca Carlos I de España y su madre, Juana La Loca. Orgulloso, Don Bailey, coleccionista estadunidense especializado en monedas mexicanas, mostró en el salón de exposiciones uno de estos tesoros de plata celosamente clasificado y guardado en papel, en el que en su anverso con dificultad puede distinguirse el escudo de la casa real de España y la marca del ensayador Francisco del Rincón, quien con punzón le ponía la R que garantizaba su autenticidad.

Las monedas hablan

Las monedas tienen tres partes, el anverso, o sea el frente, en donde aparece el escudo nacional. El reverso en donde va la denominación y el año de acuñación y el canto, o sea, su espesor, que puede ser liso, ornamentado o estriado. A veces algunas monedas conmemorativas, como las mexicanas de 20 pesos con la efigie de Octavio Paz, llevan una leyenda en el canto. Al cuerpo de la moneda sin grabar se le denomina cospel.

Las monedas, aceptan sus coleccionistas, hablan, proporcionan información sobre sus países, interpretan la historia, principalmente la economía de las naciones y como ejemplo citan a las mexicanas de 10 pesos que comenzaron con centro de plata y, en menos de una década, lo tienen de alpaca.

Al abundar sobre las monedas mexicanas, Hidalgo señaló que las llamadas Cuauhtémoc, de cinco pesos, acuñadas en 1947-48, tienen una pureza de más de 90 por ciento de plata y siguen en impecable estado, Ese metal dejó de utilizarse en la fabricación de monedas en 1998.

Por otra parte, aquellos veintes, que circularon entre 1943 y 1973, con la pirámide de Teotihuacán coronada por un sol resplandeciente, imprescindibles en los volados, fueron hechos de cobre y su diseño fue obra de Rodríguez Facio y Luna Negrete, ambos ya fallecidos, que fueron grabadores de la Casa de Moneda. El actual grabador es Luna Vasco, hijo del segundo mencionado, ''otro verdadero artista'', al decir de Hidalgo. En su vida activa, estas monedas tuvieron tres cambios de águila en el diseño del escudo nacional.

Desde luego que muchas de las monedas antiguas están clasificadas como rarezas, adjetivo que incrementa su valor en el mercado de intercambio que se da entre los coleccionistas. Por ejemplo, hace unos meses, Claudio Verrey, residente en Querétaro, llegó a ofrecer 10 mil dólares a quien tuviese un billete de mil pesos del Banco Yucateco. Mientras que en exhibición estuvo un billete de 50 pesos del Banco Nacional de Cuba, emitido en 1961, con la efigie de Calixto García Iñiguez, que por firma lleva tres letras, che, obvia decir de quién se trata, a la sazón presidente de dicho banco.

De entre los coleccionistas particulares destacó el acervo en poder de Clyde Hubbard, quien ha dedicado 50 de sus 85 años a este pasatiempo, mientras que la colección oficial más numerosa es la del Banco de México, que expuso sólo una pequeña muestra de ese patrimonio.

Hidalgo informó que a la convención concurrieron lo mismo aquellos que se dedican al estudio y a la investigación, a quienes se les conoce como numísmatas, que quienes comercian con las piezas, o sea, los numismeros.

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