Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 13 de septiembre de 2002
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Cultura
Presentaron libro del investigador Octavio Rodríguez Araujo sobre el tema

La nueva izquierda halla cauce de expresión en un orden multicultural

La lucha va a ser por defender una política de sobrevivencia humana, alerta Pablo González Casanova

La insurrección del EZLN, signo de la ''Babel mexicana'': Luis Hernández Navarro

ANASELLA ACOSTA NIETO

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y los movimientos globalifóbicos gestados en Seattle son manifestaciones del surgimiento de una nueva izquierda, corriente que lejos de desaparecer encuentra un cauce de expresión que responde a la conformación de un orden social multicultural, coincidieron en señalar Pablo González Casanova, Luis Hernández Navarro, Rhina Roux y Víctor Flores Olea.

La noche del miércoles los analistas y estudiosos de la política y los movimientos sociales se dieron cita en la sede de Siglo XXI Editores para comentar el nuevo título del politólogo Octavio Rodríguez Araujo, Izquierdas e izquierdismo, en el que el autor realiza una reconstrucción de esa corriente desde la Primera Internacional hasta Porto Alegre.

La divergencia de opiniones, como símbolo de la diversidad actual, fue protagonista durante la presentación del libro, pero también destacaron las coincidencias sobre la necesidad de estudiar las ''nuevas formas de resistencia" ante los modos actuales de ''dominación", en busca de una alternativa al ''horizonte del capital".

Por una democracia desarmada

González Casanova aludió a las transformaciones surgidas no sólo en la izquierda, sino también en la estructura de dominación en el mundo y en el nuevo orden militar que amenaza a la humanidad.

Consideró que dentro de la nueva mezcla de lenguajes y planteamientos diversos en el mundo, México es uno de los países que contribuye a la conformación de una alternativa vía el EZLN, que recoge los proyectos de los campesinos indígenas y sus modos de resistencia.

Sobre los sucesos recientes en torno de las demandas de los indígenas, el especialista hizo un llamado a no creer que la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación anula las alternativas para dar solución a esos reclamos.

Para González Casanova es difícil hacer predicciones, porque estamos en una situación muy lejana al equilibrio, y manifestó: ''Creo que este movimiento (el zapatista) que surgió en la selva Lacandona y que es muy rico en sus aportaciones al discurso político y al proyecto de nación y de humanidad -las cuales han llegado a Porto Alegre, y antes a Génova y Seattle- ha adquirido una profundidad muy grande. De ahí creo que surgirá una nueva organización y un nuevo planteamiento a las alternativas en el futuro".

Hoy se tiene que pensar en una lucha tripartita -destacó-, la que siempre se ha dado por separado, pero que responde a un solo deseo y que incluye las demandas de ''democracia, liberación y justicia social y socialismo".

Aunque González Casanova confía en que esta batalla tendrá que darse tarde o temprano, destacó que en lo inmediato ''la lucha va a ser contra la muerte y para defender una política que permita a la humanidad sobrevivir", pues existe un problema ''grave" derivado de un discurso muy próximo a nuevas intervenciones militares: ''Ya no sólo se trata de cambiar el sistema político, social o cultural, sino de acabar con la vida".

Para el ex rector de la UNAM habría que ''pensar en una democracia desarmada" que permita cambiar, tomar decisiones y que no excluya la defensa de los derechos.

Defensa de derechos específicos

Antes, Luis Hernández Navarro describió el mundo como una ''nueva Babel", en la que la multiculturalidad y la exigencia de la defensa de ''derechos específicos" son el principal rasgo en el que se gesta la nueva izquierda.

En México, mencionó el analista, ''expresiones de nuestra Babel son la insurrección armada del EZLN en 1994 y la expansión de la nueva lucha india, movimientos que levantaron una nueva tormenta sobre el significado de los alcances de la izquierda y el izquierdismo en el país".

Consideró que ante el zapatismo ''la izquierda prescindió de su bagaje teórico e, incapaz de reconocer lo que de novedoso había en esa fuerza, sólo atinó a sentirse engañada o a replicar el viejo marxismo-leninismo de corte universitario. Engolosinada en la lucha electoral, anclada en las utopías de 1988 y sin una lectura de la revuelta de los globalizados en Seattle, la vieja izquierda no ha podido explicar la dinámica del reciente multiculturalismo democrático en los nuevos movimientos".

La capacidad de la izquierda en el pasado para organizar el descontento popular ''ha estado ausente en la tarea de discernir los movimientos emergentes, que no pueden ser documentados como parte de la biografía del poder", agregó.

Hernández Navarro hizo patente su desacuerdo con el autor respecto de la crítica hacia el zapatismo y la manera en cómo deben ser calificados los movimientos opositores.

Rhina Roux, a su vez, se refirió a las carencias teóricas e ideológicas de estos grupos rumbo a la definición de una nueva izquierda y expresó la ausencia -en el libro de Rodríguez Araujo- de una ''autocrítica" del discurso socialista de la vieja izquierda.

Pese a las divergencias, los analistas coincidieron en que por invitar a la reflexión, el debate, reconstruir los aciertos y los fracasos de la izquierda y testificar ''una historia que para las nuevas generaciones parece olvidada", la lectura de Izquierdas e izquierdismo es necesaria.

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