Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 15 de septiembre de 2002
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Espectáculos
TIEMPO DE BLUES

Raúlde la Rosa

La experiencia de la música

Primera llamada



EN EL TRANSCURSO de una semana asistí a dos conciertos. El primero fue al que, una vez al año Oscar Chávez da en el Auditorio Nacional; el segundo fue el de Lenny Kravitz en el estadio Azteca. Dos mundos, dos conceptos.

EN LOS DOS acompañé a mi hija Andrea, que cuenta con fresquísimos 12 años, y esta es la razón que tengo para escribir esta nota: la percepción que una casi adolescente tuvo de estos dos artistas. Me resultó importante compartir esos dos mundos que giran alrededor de la música.

EN EL CONCIERTO del Caifán la sorpresa inició con el lleno total del Auditorio Nacional. Diez mil personas asistieron a escuchar y disfrutar de un cantor que sigue vigente en el sentimiento de varias generaciones que lo han seguido por más de xuatro décadas. A los que andábamos en los veintitantos años, allá por los años 60, descubrimos gracias al Oscar (todavía no era El Caifán) la rica tradición musical de origen popular que en México se había creado.

ROMANCES EPICOS COMO Román Castillo nos abrieron el entendimiento a una larga y desconocida tradición musical y, sin duda, Oscar era uno de los pioneros en ese asunto de la investigación, rescate y difusión de esta tradición.

Segunda llamada


TODAS ESTAS COPLAS picarescas, corridos, sones, surgen desempolvados y vigentes en una época que coincidió con una revaluación del folclor a escala mundial. En Estados Unidos, por ejemplo, los folk-singers, encabezados por Pete Seeger, eran las nuevas estrellas del mundo de la música popular. Joan Baez, Peter, Paul and Mary, Bob Dylan, cantaban al lado de los viejos blusistas en los festivales como el Newport Folk Festival.

EL BLUES EN esa década tuvo un revival (renacimiento) que lanzó a las leyendas del blues a recorrer Europa, dejando una gran influencia en los músicos de ese continente, principalmente los ingleses.

ES POCO CONOCIDA la irrupción del folclor sudamericano en nuestro país, pues los primeros discos de esa música popular llegaron en grabaciones producidas en Europa. Eran prácticamente desconocidos los discos argentinos, chilenos o bolivianos, pues en su mayoría provenían de Francia y Holanda. Así conocimos grupos como Los Incas, Achalay, Atacama, Los Machucambos, Los Fronterizos y una larguísima lista.

DE OSCAR, EMILIO Carballido, en una nota del álbum Herencia Lírica Mexicana, primer disco de Oscar, escribió: "Nosotros, acostumbrados a los cantantes populares de vida pintoresca, o bohemia o rural, y a los cantantes comerciales capaces de falsificar desde su nombre hasta la última nota que cantan, no tenemos aún un sitio preciso para el intérprete de melodías populares". Cuatro décadas después, Oscar Chávez sigue siendo dueño de un único y gran talento, perseguidor de un único y gran propósito.

ES RECONFORTANTE, FINALMENTE, estar en medio de un público que asiste fielmente a escuchar a un artista que no es promovido por la radio o la televisión y sin embargo lleva grabados más de 100 discos; reconfortante también fue deleitarnos con los arreglos que Jorge Buenfil hizo de boleros, bambucos y danzonetes yucatecos, y escuchar y recordar esa gran riqueza de la música yucateca tocada con tesituras finas a cuatro guitarras y una orquesta de cámara venida también de ese continente musical que es Yucatán. Los Morales, que en su apellido llevan la penitencia, hicieron lo que saben hacer tan bien, provocarnos la risa con la picaresca de la copla y un talento nato como instrumentistas. Gracias a todos ellos, por ese concierto que Andrea recordará toda su vida.

Tercera llamada


SIETE DIAS DESPUES estábamos en el estadio Azteca dispuestos a ser sorprendidos por la tecnología y los cientos de bocinas encargadas de llenar el lugar con la música de Lenny Kravitz.

NADA QUE VER con la cercanía visual y auditiva del concierto de Oscar Chávez. Aquí entra ese concepto de los llamados megachonchiconciertos, con miles de luces robóticas, nubes de humo y los decibeles en todo su esplendor (tardé dos días en reponerme auditivamente). Pero a eso va el público, a compartir colectivamente el ritual moderno de los conciertos masivos, a uniformarse levantando los brazos haciendo la V con los dedos o los cuernitos con los mismos.

COREAR LAS CANCIONES y demostrarle a Lenny que todos sabíamos sus canciones, que lo conocemos, y las jovencitas se lo decían con los aullidos infaltables en estos espectáculos con todo y la aventada de algunas prendas íntimas.

LO IMPORTANTE ES que la calidad del tal Lenny es innegable y su carisma también. Me sorprendió el orden del respetable, entusiasta y sin desmanes.

DESDE OSCAR HASTA Lenny, mi hija y yo tuvimos dos experiencias importantes, convocados exclusivamente por la música. Así de sencillo. Me retiré con una pregunta: ¿Cuántos de los que asistieron al Azteca conocen la riqueza de la música tradicional mexicana?

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