Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 27 de septiembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  

Economía
Demanda a FMI-BM dejar de apoyar políticas sociales y ambientales destructivas

Abandonar programas de ajuste y condonar deuda externa de pobres, exige la AFL-CIO

Trabajadores dieron testimonio de la ''ola de crimen empresarial'' que dejó sin empleo a 2 millones de trabajadores estadunidenses y a 30 millones en todo el mundo

JIM CASON, DAVID BROOKS Y ROBERTO GONZALEZ AMADOR CORRESPONSALES Y ENVIADO

Washington, 26 de septiembre. En una convocatoria a la solidaridad internacional de los trabajadores para enfrentar tanto la globalización empresarial como el comportamiento criminal de empresas particulares, la central obrera AFL-CIO exigió hoy que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) abandonen sus programas de ''ajuste estructural'', cancelen la deuda externa de los países pobres y dejen de apoyar políticas sociales y ambientales destructivas.

John Sweeney, secretario general de la AFL-CIO, declaró que los movimientos laborales tienen que ''retar y cambiar no sólo el modelo empresarial de la globalización sino también a las empresas... que han sido parte de esta ola de crimen empresarial''. En el Foro de Trabajadores Globales celebrado hoy en la sede de la central obrera estadunidense, seis trabajadores de diversas partes del mundo ofrecieron testimonios de cómo las empresas trasnacionales y las políticas del FMI y el Banco Mundial que las favorecen los han afectado.

Sweeney señaló que en una economía que el presidente George W. Bush considera ''fundamentalmente sana'', 2 millones de trabajadores han perdido sus empleos y a nivel mundial se pronostica que serán eliminados 30 millones de puestos de trabajo, mientras millones de personas sufren por los reducidos salarios y escasos beneficios.

Declaró que las mismas políticas que fomentaron el gran poder empresarial de Enron, WorldCom y otras empresas en Estados Unidos -la privatización, desregulación, erosión de derechos laborales y la especulación en lugar de la inversión- son las que el Banco Mundial y el FMI han aplicado a países en otras partes del mundo. Los resultados y consecuencias también son parecidos, y señaló que esto se ha manifestado a través de una crisis tras otra, desde Rusia, en el este asiático, hasta Argentina.

Todas estas políticas ''defienden los derechos de la propiedad, del capital, pero no los derechos de los trabajadores'' y por lo tanto ''la economía global no trabaja para la gente trabajadora''. A pesar de la retórica militante, el líder obrero concluyó exigiendo una ''reforma'' ambigua, tanto en el comportamiento de las empresas como del Banco Mundial y el FMI, donde estos organismos rindan cuentas a los trabajadores e incorporen sus intereses.

Una joven llamada Karen contó que consiguió empleo en WorldCom, donde pensaba trabajar toda su vida, impresionada por el tamaño y solidez de la empresa trasnacional. Pero su futuro fue interrumpido por el desastre financiero de la corporación y se dio cuenta de que todo ''había sido una mentira''. Concluyó que ''la avaricia empresarial no sólo destruyó la empresa, sino 14 mil empleos como el mío. Los trabajadores son los que pagaron la cuenta, y eso jamás debe ocurrir otra vez''.

Cristina Alves, de Recife, Brasil, refirió que la empresa estatal de teléfonos en su país fue adquirida por WorldCom, con lo cual perdieron todos sus logros sindicales, y ahora con la quiebra de la empresa miles de trabajadores como ella viven en el perpetuo temor de perder sus empleos.

Dos enfermeras, una de un hospital en Los Angeles y otra de Puerto Elizabeth, en Sudáfrica, hablaron de la privatización del sector salud. En Los Angeles, contó Rosa, su hospital comunitario sin fines de lucro fue comprado por una gran empresa y el resultado es que ahora ya no cuentan con suficiente personal ni equipo para atender a los pacientes. La empresa que adquirió el hospital también es dueña de otros 115 hospitales, y mientras Rosa -enfermera que ha trabajado durante 40 años- gana ahora 75 mil dólares al año, el ejecutivo en jefe ganó 116 millones el año pasado, ''mil 600 veces más que yo''.

Sostuvo: ''Ellos están invirtiendo en acciones, no en pacientes''. Cuando algunas enfermeras comenzaron a protestar y a organizarse, ella y 18 de sus compañeras fueron despedidas. ''Esto es una enfermedad de todo el país: convertir la salud en negocio'', concluyó.

Miyaneca Assani, de Sudáfrica, describió el impacto de la privatización de los servicios de salud en su país en medio de una crisis por la epidemia de sida. ''Si uno no puede pagar, muere'', afirmó.

Dan Pedrosa, maquinista de Pittsburgh, trabajó en la empresa Dresser durante 30 años. Cuando la firma Halliburton la compró para hacer una fusión, a él y a sus compañeros se les anunció que la nueva compañía había decidido cerrar la planta y trasladar el equipo a otras no sindicalizadas o a maquiladoras en México. ''Unos 300 de nosotros -contó- perdimos nuestras chambas y (Richard) Cheney -ahora vicepresidente de Estados Unidos y entonces ejecutivo en jefe de Halliburton- ganó 18 millones con esta transacción''.

Raquel Salazar, de El Salvador, dirigente del Sindicato de la Industria de las Maquiladoras, trabajaba en una maquiladora de confección para GAP. Cuando los trabajadores, en respuesta a los abusos y explotación, lograron la titularidad del contrato colectivo y la empresa se dio cuenta de que contaban con la mayoría, cerró la planta y dejó sin empleo a mil 200 trabajadores.

En una carta enviada hoy a los líderes del Banco Mundial y del FMI, Sweeney declaró que la AFL-CIO y sus aliados demandan ''transparencia'' tanto de las empresas como del BM y el FMI, y una reforma de las políticas que promueven para incorporar entre sus prioridades los derechos laborales.

La AFL-CIO, indicó, está trabajando con la comunidad religiosa y con otros sectores en la campaña por la reducción de la deuda externa de los países pobres; con los estudiantes en la campaña internacional contra los ''talleres de sudor''; con médicos y grupos de derechos humanos contra la industria farmacéutica en torno a la crisis del sida, todo como parte de la demanda de una ''reforma'' en el comportamiento de las empresas y la políticas económicas internacionales.

Al concluir el foro, los asistentes realizaron una pequeña manifestación frente a un hotel donde se celebraba un foro empresarial, y ahí distribuyeron avisos de despido para los ejecutivos.

Pero la AFL-CIO se limitará a este foro y mitin durante su participación en las actividades de protesta contra las reuniones del Banco Mundial y el FMI esta semana. No tendrá parte oficialmente en las acciones de protesta ni en las marchas.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año