249 ° DOMINGO 29 DE  SEPTIEMBRE DE  2002
Mexicanos en el valle de Napa

Los 50 años de una

comunidad trasnacional

SANDRA NICHOLS

Cuatro jerezanos llegaron a trabajar con la familia Mondavis hace cinco décadas. Hoy, más de mil mexicanos originarios de Jerez viven en la zona famosa por su producción vinícola. Ellos han enriquecido con su trabajo un lugar del vecino del norte al precio de dejar atrás un pueblo fantasma

MIENTRAS EMPIEZA LA COSECHA de uvas de 2002 en el valle de Napa, California, y mientras la última ola de turistas llena los viñedos y spas, un grupo de mexicanos de Jerez, Zacatecas, celebra el papel que su comunidad ha jugado durante décadas en la industria vinícola del valle. Este otoño serán 50 años desde que cuatro jóvenes braceros del municipio de Jerez llegaron al pueblo de St. Helena, al norte del valle, para ayudar a la familia Mondavis, de origen italiano, en la cosecha y prensa de 1952. Desde entonces, el crecimiento de la relación entre Jerez y Napa ha ido al parejo del ascenso de la fama enológica del valle. Una de las consecuencias es que hoy más de mil jerezanos viven en Napa.

mas-pioneros.jpgSólo uno de los cuatro pioneros originales sigue vivo, y está jubilado; ha dejado de migrar y cultiva sus tierras en Jerez. Sin embargo, los descendientes, parientes y vecinos de esos cuatro hombres ahora juegan un papel importante en las prósperas industrias del vino y el turismo de Napa. Los recién llegados todavía pueden empezar trabajando en los viñedos, pero otros han subido a los rangos altos de la industria, llegando a trabajar como gerentes de viñedo y, dentro de las bodegas, como especialistas de equipo, jefes de bodega e inclusive en la prestigiosa posición de viticulturista. Algunos de los hijos y nietos de esos braceros pioneros se han establecido y comprado casas en Napa; algunos se han titulado en universidades. Sin embargo, la mayoría mantiene lazos estrechos con sus comunidades de origen en Jerez, y particularmente con el pequeño pueblo Los Haro, de donde gran parte de ellos proviene originalmente. Mandan dinero y bienes de consumo de manera constante para apoyar a sus parientes y padres ancianos; muchos construyen casas y siembran huertas de árboles de durazno con el sueño de regresar algún día a jubilarse. Cuando se acaba la cosecha de uvas, regresan en masa para la fiesta del santo patrono, a finales de octubre.

La ganancia para Napa, sin embargo, se ha convertido en una pérdida para Los Haro. La población de la comunidad ha disminuido en una tercera parte en los últimos 17 años, pasando de mil 200 habitantes en 1985 a 806 en 2002. Antes los hombres migraban por temporadas para completar los ingresos de la familia; ahora la mayoría se lleva a vivir a su familia a Napa, donde las oportunidades son mejores que en su región de origen, semidesértica y de lluvias impredecibles. En la zona de Los Haro, el costo de los productos químicos necesarios para cultivar orquídeas -una de sus fuentes de ingresos- sigue en aumento y los precios de las cosechas de otros productos agrícolas son muy bajos.

Durante una parte del año, Los Haro parece un pueblo fantasma, en vez de la comunidad vibrante que antes era. Casas completamente amuebladas, construidas y equipadas con los salarios de Napa ahora están vacías y llenas de polvo. Las paredes carcomidas y las malas hierbas invaden las entradas. Este aspecto triste y vacío es captado en la canción "Casas solas", interpretada por El Chanx, un vaquero-cantante mexicano y nieto de uno de los pioneros. Es sólo durante la fiesta de octubre y las vacaciones navideñas que el pueblo revive, cuando las familias regresan para abrir sus casas y se involucran en una ronda interminable de bodas, bautismos y quince años, mientras los hombres ensillan sus caballos para participar en el deporte ranchero de la coleada.

En el valle de Napa, una tarde de domingo, hace poco, cuatro generaciones se reunieron para conmemorar el aniversario número 50 de la presencia de su comunidad en este lugar. Como geógrafa que ha estado estudiando y escribiendo sobre esta comunidad durante los últimos seis años, fui invitada al festejo. Ahí, ante todos, me paré para agradecerles su ayuda y hospitalidad y para volver a contar a todos los presentes la historia de la llegada de los cuatro pioneros originales y la evolución de esta robusta comunidad trasnacional. Para concluir, entregué copias del manuscrito a un representante de la Sociedad Histórica de St. Helena y a la Biblioteca Pública. El documento, que formará parte de la histórica "Biblioteca del Vino", es probablemente el primer trabajo dedicado a la contribución de los mexicanos a la industria del vino en Napa, una contribución que sigue siendo invisible para los millones de turistas que visitan el valle cada año.

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Para la vieja generación, fue algo sorprendente darse cuenta de que sus luchas, sacrificios y trabajo duro hubieran hecho una diferencia tan grande para la gente de dos lugares, en dos países distintos. Mientras a algunos de la nueva generación les conmovió el hecho de que a una fuereña le interesara su comunidad lo suficiente para escribir de ella, y decidieron aprender más sobre su historia.

Sandra Nichols recibió recientemente su doctorado en geografía de la Universidad de California, en Berkeley. Su tesis se titula "Saints, Peaches and Wine: Mexican Migrants and the Transformation of Jerez, Zacatecas and Napa, California".