Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de octubre de 2002
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Política

Silvia Gómez Tagle

Pensar el futuro

Entendida la izquierda como un campo amplio de intelectuales, organizaciones sociales y partidos, que percibe la pobreza, la injusticia, la inequidad como resultado de circunstancias históricas que pueden ser modificadas y que por lo mismo coloca entre sus objetivos centrales de lucha actuar para combatirlas, el PRD juega un papel fundamental, aunque no único.

No bastan las políticas sociales compensatorias de la pobreza, aun cuando en las condiciones actuales no sea posible prescindir de eso que se ha llamado irónicamente "combate a la pobreza extrema", porque el modelo neoliberal es una fábrica de pobres. Se requiere incrementar el gasto social en salud, educación y vivienda para beneficio de toda la población y no sólo para quienes ya llegaron al fondo de la miseria. Pero no basta, porque el gasto social siempre será insuficiente mientras no se generen empleos para la masa de jóvenes que año con año ingresa al mercado de trabajo. Por eso entre los retos que enfrenta el país, y concretamente la izquierda mexicana, el más controversial es el económico.

En la actualidad el mercado por sí mismo no favorece la creación de em-pleos ni tampoco el desarrollo productivo, condición indispensable para lo primero. De hecho, desde fines del siglo xix la expansión de las economías capitalistas y la integración de mercados mundiales había demostrado la necesidad de una intervención del Estado en la economía, con el fin de crear las instituciones que regularan el mercado y compensaran los desequilibrios que produce la competencia en condiciones iguales de actores económicos diferenciados. Sin embargo, en la actual etapa de globalización el Estado nacional ha ido perdiendo funciones en la medida que es posible mover millones de dólares mediante las redes de comunicación electrónicas que atraviesan las fronteras sin ningún control.

En Un mundo desbocado, breve y sugerente texto, Anthony Giddens habla de los radicales y los escépticos.

Los radicales, dice el autor, "afirman que la globalización no sólo es muy real, sino que sus consecuencias pueden verse por todas partes (...) el mercado es ajeno a las fronteras nacionales. Los estados han perdido gran parte de la soberanía que tuvieron y los políticos mucha de su capacidad para influir en los acontecimientos". Mientras los escépticos, según Giddens, "tienden a situarse a la izquierda y consideran que los efectos de la globalización son superficiales y, por lo tanto, sería factible presionar con las viejas estrategias de la izquierda de lucha social, con las viejas alianzas de los trabajadores, para 'regresar al Estado de bienestar' de los años 60" (p. 21).

En la actualidad, aun quienes han sido protagonistas y beneficiarios de la globalización, como George Soros o Joseph E. Stiglitz, reconocen los efectos perversos que este proceso ha tenido en el planeta, porque ha incrementado las diferencias en la distribución de la riqueza entre países y dentro de los mismos (aun de los más desarrollados) y se ha privilegiado la especulación financiera en detrimento del desarrollo productivo.

Según Soros la especulación financiera sin límites ni regulación alguna ha generado una inmensa "burbuja" de miles de millones de dólares, que no guarda ninguna proporción con el valor real de las mercancías producidas por todos los países del planeta, lo cual coloca al sistema económico mundial en riesgo de una crisis catastrófica. Pero, además, el desempleo es un problema estructural del modelo económico imperante que incide en forma más aguda en los países más pobres, como México, pero que no excluye a las economías más desarrolladas de Europa o América del Norte.

Muchos sectores de la izquierda hemos sido lentos en preocuparnos por analizar la globalización. En gran medida la crisis de los sindicatos y de los partidos políticos podría entenderse por esa deficiencia. No obstante, la izquierda no está condenada a ser derrotada por el neoliberalismo; de hecho ya existen esfuerzos de análisis serios en México y en otros países que intentan dar cuenta de la naturaleza de la globalización como proceso tecnológico, económico y cultural, aun cuando todavía hace falta construir las alternativas para el futuro que permitan hacer posible lo deseable.

Hace falta diseñar estrategias de acción que permitan unir los esfuerzos de muchos actores sociales y políticos a nivel planetario, actores, como trabajadores y empresarios, que tradicionalmente la izquierda no contemplaba como aliados.

Yo me coloco entre los "radicales" de la definición de Giddens, porque acepto la magnitud de los cambios que trae consigo la globalización, pero propongo un criterio adicional para diferenciar las posiciones de izquierda y de derecha; los radicales a su vez pueden ser "conformistas" al aceptar como inevitables los efectos de la globalización (generalmente de derecha), y los "propositivos" (generalmente de izquierda), que tratan de encontrar nuevas estrategias de acción "globales".

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