Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 9 de noviembre de 2002
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Cultura
Habla de su libro Li Mi'n, una niña de Chimel

Sufrimiento y sueños tienen una frontera común, dice Menchú

Nació en un mundo mágico en el que un espíritu benefactor se manifiesta en todas las cosas, en el que el cielo se refleja en el río como una serpiente de vidrio y toda forma de vida se expresa con música y múltiples colores. Es un mundo en el que toda persona cuenta con un nagual protector, las milenarias historias de los abuelos son el alimento del alma y la mente, y todo es paz y concordia.

Ese es el mundo en el que nació Li Mi'n, niña maya-quiché que con el paso del tiempo, y sobreponiéndose a hechos aterradores como la guerra y el genocidio en su país, se hizo famosa en todas las latitudes con su nombre en castellano de Rigoberta Menchú, al obtener el Premio Nobel de la Paz en 1992.

Tanto fue el deseo y la añoranza por regresar a ese mundo idílico que la activista decidió combinar sus empeños por la paz mundial y el respeto a los pueblos indígenas con una actividad que, en su convicción, es la más grande arma de resistencia en la historia: la literatura. Y fue así que se puso a escribir esa parte de su vida, la infancia, a manera de cuentos y fábulas.

Esa es la historia del libro Li Mi'n, una niña de Chimel, creado por Menchú en colaboración con el novelista guatemalteco Dante Liano, que luego de haber sido publicado en Italia llega ahora al país bajo el sello Alfaguara, en su colección de literatura infantil. Y será presentado mañana en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, en el aula magna Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes, a las 13 horas.

Repudio al guerrerismo

Adentrarse en la literatura infantil, para Rigoberta Menchú representa una forma de expresar su desacuerdo con las propuestas de cuentos y mensajes violentos a los que se somete a los infantes: ''Es mi manera de repudiar la cultura del guerrerismo hacia los niños".

Agrega que escribir su libro ''requirió gran capacidad de tolerancia y alta dosis de civilización. Si no fuera así este texto jamás hubiera existido incluso en mi vida, porque la mamá de la que hablo es una que quizá está en una fosa común. Escribirlo no fue fácil, pero sí hermoso.

''Es un libro de la inocencia, de lo sano que fue y que tiene que continuar siendo. También es un desafío. No hay frontera exacta entre el sufrimiento y la invocación de los sueños. Quizá aquí, en el libro, hay un poco de filosofía caminando, en la que puedo separar una cosa de otra y guardar a cada una sus respectivos espacios."

ANGEL VARGAS

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