Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 2 de diciembre de 2002
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Sociedad y Justicia

APRENDER A MORIR

Hernán González G.

Un problema de conciencia

Entre escrúpulos y sensatez
Advertencia papal ocultada

"LA CONCIENCIA NO es más que otras personas dentro de uno", apuntaba con ironía el dramaturgo Luigi Pirandello, premio Nobel de literatura en 1934, a propósito de la intrincada conformación de nuestra capacidad para valorar las propias acciones.

DON JOSÉ JUAN NOGUERA, de 75 años, expone en una carta: "Padezco una osteopetrosis o tendencia de los huesos a fracturarse con suma facilidad que en los últimos años se ha agudizado, al grado de que ahora debo usar un chaleco con varillas de acero que me sostenga las vértebras cervicales, pues si éstas se apoyan me provocan un dolor insoportable y existen muchas posibilidades de que se deshagan".

"COMO LOS MALES no vienen solos -añade-, sobrellevo un cáncer de próstata que en fechas recientes se agravó, por lo que fui sometido a un tratamiento a base de inyecciones que me inhiben la actividad hormonal para ya no producir testosterona. El problema es que con este tratamiento inhibitorio, a la vez que consigo prolongar mi vida aumenta mi descalcificación, con el riesgo inminente de provocar una desintegración vertebral que desembocaría en una cuadriplegia o parálisis total del cuello para abajo por aplastamiento de la médula.

"ALGUNAS OPINIONES NO médicas me sugieren abandonar ese tratamiento contra el cáncer de próstata para no acrecentar mi de por sí severa descalcificación, lo que a la vez provocaría un mayor deterioro del organismo a causa de lo avanzado del cáncer, por lo que todo indica que la única opción que me queda es elegir de cuál de los dos padecimientos prefiero morir.

"MI CONCIENCIA, SIN embargo, me dice que tengo la obligación prioritaria de cuidar mi cuerpo, independientemente de los efectos colaterales que un tratamiento pueda provocarme..."

LUEGO DE MILENIOS, don José Juan, se puede concluir que la muerte por causas naturales también tiene sus derechos y que todo encarnizamiento terapéutico -hoy tan en boga por el triunfalismo de la ciencia médica, al margen de cualquier consideración ética-, lejos de preservar la salud del organismo y la dignidad del cuerpo, agrede a ambos, al ser sometidos a propósitos extrabiológicos.

INJUSTIFICADAMENTE OCULTADA por jerarquías religiosas y civiles, sigue vigente, por humana, la advertencia de Pío XII hecha en 1957: "Los católicos -y todo ser humano de cualquier credo o sin él, habría que añadir- no están moralmente obligados a someterse a tratamientos extraordinarios para retrasar el desenlace fatal de una enfermedad".

LA DISTANASIA O empleo de medios terapéuticos exagerados e inhumanos en aras del "éxito" científico y las utilidades institucionales, más que de perspectivas realistas de recuperación, ha de ser descartada por toda conciencia sana.

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