José Cueli
Más toritos descastados
El buen gusto -creo- tiene por norma única el comedimiento. Tonos suaves, detalles llenos de elegancia casi imperceptibles, sencillos, un plantarse irreprochable que acredite, que revele como una forma al pie de un cuadro. El estilo inconfundible de un artista del toreo; una silueta perfecta y un torear clásico (embarcar, templar y mandar) y reposado... la consecución de lo indefinible. Algo que al contemplarse deje en el ánimo del aficionado una estela de perfecto equilibrio, de inimitable distinción. Y si se puede, "eso" que en el toreo llamamos "el duende".
La nueva torería no entiende de matices, ni en los toros ni en ellos mismos. Cinco corridas se han efectuado en el coso de Insurgentes y apenas aparecen matices; toros débiles, parados, descastados, sin malicia que sólo toleran, no un puyazo sino un "alfilerazo". Los de Xajay corridos ayer no variaron mucho de sus compañeros de temporada; salvo que no se cayeron. Disparejos de presentación, fueron mansos mensos, algunos más mensos, como uno del Zotoluco y los dos del Fandi. Y el tercero un becerro, fue una vergüenza que saliera al ruedo de la plaza. Las protestas y mentadas llevaban ya el signo de la resignación.
El esperado debut del Fandi con fama de ser la revelación de la temporada española por su espectacularidad, resultó ser sólo un torero más... acompañado de Rafael Ortega como "parejita". El Fandi no le encontró la distancia a los toros y su banderilleo atlético "chocolate, chocolate, molinillo" lo repitió a lo largo de la tarde.
No es El Zotoluco torero exquisito de matices, poseedor del soplo vivificador que consigue las palpitaciones y el ritmo de estilo definido. Pero dueño de un sitio y un oficio admirables, metió en la muleta a su mansón segundo enemigo y le zumbó tres tandas superiores. Una con la derecha y dos por la izquierda. Y šoh sorpresa! El juez premió con arrastre lento al toro y dos orejas al Zotoluco pese a lo caído de la estocada. Ni modo, qué se le va a hacer.