Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 5 de diciembre de 2002
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Espectáculos

Comentarios favorables por el hecho fílmico, más que por la tormenta política

Con simpatía acoge el público cubano la cinta El crimen del padre Amaro

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 4 de diciembre. Alejada del torbellino que la llevó en México a reventar las taquillas, El crimen del padre Amaro inauguró la noche del pasado martes el vigesimocuarto Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano y fue acogida por el público cubano con calidez y simpatía.

Como en toda noche inaugural, las estrellas concitaban las miradas. Antes de la proyección, en el teatro Karl Marx, el público en pleno, de pie, seguía con la vista el movimiento de la platea principal, donde Gabriel García Márquez conversaba con su antigua conocida, la embajadora mexicana Roberta Lajous, y luego tomaban asiento el cantante y actor estadunidense Harry Belafonte, el realizador argentino Fernando Birri y el presidente del certamen, Alfredo Guevara.

Al mismo palco llegó Carlos Manuel de Céspedes, bisnieto del padre de la patria, intelectual, escritor, sacerdote católico y vicario de la ciudad de La Habana, habitual invitado a los festivales de cine, pero cuya presencia en esta ocasión invocaba los debates que han acompañado a la cinta.

Considerada entre las favoritas para alguno de los premios Coral, la película de Carlos Carrera mereció en su debut un fuerte aplauso y comentarios favorables en el lunetario, enfocados más al hecho fílmico que a la tormenta política.

"Es una película de seres humanos que trata de un drama humano", dijo el realizador al presentar su trabajo en la sala. "Se habla de los problemas que tenemos en nuestro país. Ha armado mucho ruido la película, pero creo que no es para tanto."

La proverbial interacción con la pantalla de un público como el cubano marcó la función con una relectura de la cinta bajo códigos propios.

Un ejemplo: la escena en la que Gael García cubre a Ana Claudia Talancón con el manto de la Virgen pudo suscitar estupor y silencios en México; anoche una dama brincaba de su asiento con este comentario: "šQué clase de loco éste!"

Otro: en un país donde el aborto es legal, libre y gratuito, su práctica riesgosa es vista más en el cuadro del subdesarrollo que en el debate moral.

Uno más: el espectador cubano anota en el cuadro de tópicos destacados la suerte del personaje de Demián Alcázar, un cura de la teología de la liberación.

Con un murmullo, muchos descubren la inconfundible calva de Lenin al fondo de una escena y ríen el contexto en el que la expresión "comunista" brota del conservadurismo pueblerino.

El diario Juventud Rebelde recibió el estreno de esta forma:

"Mientras continúa la estela de comentarios reconociendo los valores y osadías del filme, otros (no precisamente en minoría) afirman que estamos ante una historia inofensiva y predecible. Inofensiva, porque no hay un atentado real contra la Iglesia; porque si bien es cierto que no faltan escenas sacrílegas o heréticas, todo el tiempo se condena abiertamente la 'maldad y el vicio'. Predecible, porque la línea de la acción y las conexiones entre los personajes se tornan cada vez más lineales y simples a medida que avanza la trama.

"Algunos críticos fuera y dentro de México ya vaticinan que el filme será recordado más por la polémica que desató que por la calidad en la realización, pues dista mucho de ser esa obra controversial y audaz, prometida en su inteligente campaña publicitaria".

Festival de evocaciones

El festival arrancó con evocaciones nostálgicas. Gabo, quien se excusó de asistir a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, regresó a la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, pequeña población rural cercana a La Habana, a impartir su taller de guión Cómo se cuenta un cuento. Ahí se encontró, con Birri y con el cubano Julio García Espinosa, dos fundadores, como el propio Nobel colombiano, de ese centro de estudios.

-šBirri! -le soltó García Márquez al barbado realizador- šCómo te ha salido pelo!

-šY a ti, cómo se te ha caído! -le regresó el argentino.

Por la noche, Guevara recordó en su discurso que fue hace 36 años, en un festival de Viña del Mar, Chile, cuando empezó a hablarse del nuevo cine latinoamericano, movimiento fílmico traspasado por visiones políticas y sociales convergentes y cuya explosión alentó el nacimiento del festival de La Habana en 1978.

"La ética precedió a la estética", dijo el presidente del festival. Aquellas generaciones de realizadores y las nuevas "continuaron por decenios, de un modo u otro, ese compromiso moral con sus pueblos y para con toda América Latina". Opinó que ese movimiento enriqueció un cine "que ya no es de chanchadas, rancheras o bufonería y que ha sabido, superando estas limitaciones populistas, rescatar (...) los elementos de ese carácter o del folclor que, con la pátina del tiempo, puedan encontrar otro valor".

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