La Jornada Semanal,   domingo 8 de diciembre del 2002        núm. 405
 
David Mateo

Las artes plásticas cubanas

Sin temor a exageraciones, podemos afirmar que la plástica cubana manifiesta en estos momentos un desarrollo bastante homogéneo de los distintos géneros que la componen; aunque para ser aún más precisos diremos que en el ámbito de las aportaciones, muestran una discreta ventaja la pintura, el grabado, la fotografía, el diseño y el instalacionismo. Esta homogeneidad se ha visto respaldada por el sentido de continuidad y re-funcionalización de las tradiciones artísticas, por la puesta en práctica de un sistema riguroso de enseñanza, y sobre todo, por la proliferación de una voluntad de mixtura e integración de las técnicas. Todo ello ha traído como resultado la superación definitiva de esa noción gremial, y un tanto sectaria, que caracterizó a la plástica en Cuba durante una buena parte de su historia (siglos xviii, xix y parte del xx).

El arte de carácter conceptual, hecho fundamentalmente por creadores jóvenes y con profundas incidencias en la vida social, es lo que marca el rumbo de la creación dentro de la Isla, y el principal garante de la trascendencia que ha comenzado a experimentar a niveles internacionales; a pesar, incluso, de la paulatina influencia que comienza a tener en nuestro medio un fenómeno tan complejo y subversivo como el del mercado. Esta inclinación hacia el arte conceptual –a la que ha ido incorporándose además un grupo significativo de mujeres– legitimó públicamente sus postulados esenciales a inicios de la década de los ochenta, imbuido por las corrientes internacionales en boga, y ha continuado enriqueciéndose y retroalimentándose hasta nuestros días.

En la difusión y consolidación de las principales vertientes y cultores de esta línea conceptual ha incidido también de manera notable la labor docente desarrollada por el Instituto Superior de Arte de La Habana, por cuyas cátedras han pasado en los últimos tiempos un sinnúmero de artistas de reconocido prestigio dentro del medio, como René Francisco, Eduardo Ponjuan y Lázaro Saavedra, por sólo mencionar algunos de los ejemplos más sobresalientes. Proyectos como dupp, Las metáforas del tiempo y enema, con rotunda incidencia en las nociones actuales de creación, han surgido precisamente de los talleres desarrolladas en esta importante institución. También hay que reconocer el papel que ha desempeñado en este proceso la amplia actividad crítica y curatorial acometida durante la década pasada y presente, lo cual ha contribuido a ampliar de forma considerable los criterios de apreciación y a dar a conocer nuevos autores y orientaciones artísticas. Cabe mencionar dentro de ello la labor emprendida por Rulfo Caballero, Dannys Montes de Oca, Eugenio Valdés y José Angel Toirac.

Hoy

En la actualidad se aprecia una descentralización muy favorable de las alternativas de promoción, tanto nacional como internacionalmente, de estas obras y artistas, y un mayor número de iniciativas y contactos individuales en este orden. Sin embargo, desde hace ya algún tiempo existe en Cuba una importante red de galerías puestas en función de la inserción y legitimación de los creadores, pertenecientes todas al Consejo Nacional de las Artes Plásticas, como Galería La Habana, Galería La Acacia, Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y Fototeca de Cuba; aunque en honor a la verdad, la gestión más trascendente en este aspecto la ha continuado llevando a cabo el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, a través de la organización de las bienales de La Habana.

Desde luego, como suele decirse, no están todos los que son ni son todos los que están, pero es importante consignar aquí al menos algunos nombres de los artistas cubanos más sobresalientes, nacidos después de 1959: en fotografía están Juan Carlos Alom (de quien se reproducen muchos trabajos en este suplemento) y René Peña; en pintura, Aimee García y Roberto Diago; en grabado destaca Abel Barroso; por su parte, Agustín Bejarano, Sandra Ramos, Ibrahim Miranda y Eduardo Abela se desenvuelven lo mismo en grabado que en pintura; entre los dibujantes debe mencionarse a Elsa Mora –quien también pinta–, a Esterio Segura –igualmente escultor–, y a Alexis Leyva "Kcho", quien además es instalacionista, como Ernesto Leal, auténtico polígrafo que además es dibujante y pintor. Finalmente está el grupo de instalacionistas denominado Los Carpinteros.