Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 26 de diciembre de 2002
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Política

Octavio Rodríguez Araujo

Salarios mínimos y Navidad

Nunca me imaginé que tendría coincidencias con Norberto Rivera Carrera. El cardenal ha declarado, y estoy de acuerdo con él, que el aumento a los salarios mínimos es irrelevante y que son ridículos, ya que no son suficientes para la vida digna de un ser humano (La Jornada, 23/12/02)

El artículo 123, fracción VI dice textualmente que los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Este señalamiento constitucional nunca ha sido observado en México. El salario mínimo ha servido más para fijar el monto de las multas o como indicadores móviles en dinero, incluso para prestaciones y becas, pero no ha servido para que una familia promedio pueda cubrir sus gastos mínimos y necesarios para vivir. Y si esto decimos del salario mínimo, imaginemos cómo viven 40 millones de mexicanos que, según el Banco Mundial, tienen un ingreso menor a dos dólares diarios, es decir, la mitad o menos de un salario mínimo al día.

El salario mínimo promedio nacional es de 39.74 pesos diarios (de 42.15 en la zona económica A, de 40.10 en la B, y de 38.30 en la C). Un aumento de 4.5 por ciento significa, ciertamente, un peso 79 centavos promedio nacional por día. ƑCuántas tortillas se pueden comprar con esa cantidad? La investigadora Juárez Sánchez, de la Universidad Obrera de México, ha señalado (ídem, 24/12/02) que en los dos últimos años el salario mínimo ha perdido 9.17 por ciento de su valor, además de lo que ya se ha deteriorado en los 26 años anteriores (según mis cálculos, poco más de 70 por ciento desde 1974, lo que significa que la recuperación del salario mínimo a los niveles de este año señalado se alcanzará para 2030, si nada cambia).

El cuadro es más dramático si se compara el costo de la vida en países como México y los desarrollados más ricos. El salario mínimo en Brasil es un poco más bajo que en México: 100 dólares mensuales en el primero y 120 dólares en el segundo. En los países desarrollados es de alrededor de mil dólares mensuales (10 veces más).

Al margen de los salarios mínimos, las diferencias de sueldo por un mismo trabajo en Estados Unidos y en México son todavía mayores: de 12 a 17 veces más en el país del norte. Sin embargo, al comparar los precios de productos de uso normal y necesario en las ciudades de ambos países, encontramos que el aceite, los jabones, los cereales, el papel higiénico, etcétera, cuestan lo mismo en los supermercados de allá y en los de acá (algunos productos, incluso de la misma marca, son más caros en México que en Estados Unidos). Dicho de otra manera, un mexicano con salario mínimo necesita media jornada para comprar un litro de aceite; un estadunidense, también de salario mínimo, para comprar el mismo litro de aceite necesita media hora de trabajo.

ƑY el presidente Fox? Con su sueldo de 8 mil 200 pesos diarios (Enrique Galván, ídem, 23/12/02) puede comprar un poco más de 50 litros de aceite comestible por hora, casi un litro por minuto, si su jornada de trabajo fuera de ocho horas diarias (Ƒtrabaja?). En las comunidades indígenas del sureste mexicano el promedio de ingreso diario es de menos de un dólar al día, lo cual significa que se requieren dos jornadas de trabajo o poco más para comprar un litro de aceite, para seguir con el ejemplo, porque el pozol (alimento básico y a veces único) no lleva aceite, sino agua, agua con maíz molido.

Confieso que escogí este tema no sólo porque recientemente se aprobaron los salarios mínimos para el año entrante, sino para que en estas fechas de festejos y de regalos (cuando se puede), la gente que me lea piense, no en compartir su ingreso producto del trabajo propio con quien nada tiene (que sería caridad), sino en exigir al gobierno que busque mecanismos para incentivar la inversión que proporcione trabajos y para que los salarios más bajos aumenten de acuerdo con lo establecido por nuestra Constitución o, por lo menos, al nivel que tenían a mediados de los años 70 del siglo pasado.

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