Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 26 de diciembre de 2002
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Cultura

Tres autores hablan sobre la oportunidad de promover la lectura en estas fiestas

Razones que llevan a regalar un libro

Lo ideal sería regalar televisores descompuestos para que al fin nos dedicáramos un poco a leer, comenta entre bromas y veras el compositor Guillermo Briseño

CESAR GÜEMES

La realidad y los mundos simultáneos son la apuesta de lectura para esta época a partir de la óptica de un poeta, un novelista y un compositor. Juan Bañuelos, Mauricio-José Schwarz y Guillermo Briseño exponen las diferentes razones para obsequiar un libro o para recibirlo.

El compromiso social se expresa también en los libros que se dan, explica Bañuelos: "A mis amigos cercanos les obsequio textos fundamentales sobre la problemática nacional e internacional que vivimos hoy, ya no sólo ante una tendencia imperialista, sino también ante un imperio del terror encabezado por Estados Unidos y varios países más que agachan la cabeza ante su poder. Y, según veo, muchos de los libros que hablan del asunto se han agotado por la época''.

En cuanto al tipo de libros que se suele entregar como regalo en Navidad o Año Nuevo, apunta el poeta: ''Como observador en librerías, percibo que las personas se obsequian libros de arte, bien hechos, que gusten antes que nada como objeto al comprador y al posible destinatario. Desde luego se regala La reina del sur, de Arturo Pérez-Reverte, que nos recuerda que en México tenemos una gran cultura popular y que no falta en el extranjero quien la retome para señalarnos nuestra realidad. En cambio, muchos autores, por seguir conservando sus 'bequitas' y sus halagos no se atreven a meterle el diente al tema del narcotráfico, ya no digamos del narcocorrido. Lo único que un mexicano espera, después de todo, es que regresen las buenas ediciones, con carácter selectivo, que debe realizar el CNCA. Ahí hace falta un buen consejo editorial''.

Uno de los escritores mexicanos que trabaja en España, Mauricio José Schwarz, nos dice desde Gijón: ''uno regala libros que cree que coinciden con las características de sus amigos y parientes. Libros que ya ha leído, por supuesto". A propósito del gusto por dar libros en general, considera que ''el libro es la medida de todas las personas: no veo a Sari Bermúdez regalando clásicos del XIX mexicano ni a Vicente Leñero obsequiar libros de superación personal. Lo que sí me temo es que lo menos regalado en estas fechas es la poesía, como siempre el patito feo. Mucha gente va al best-seller porque sabe que es una hamburguesa creativa: cualquiera se come uno aunque no sea nada memorable. Ojalá la gente regalara libros de novelistas mexicanos, de cuentistas, de dramaturgos y, sobre todo, mucha historia nacional, de esa que nos quieren escamotear".

Poeta también, letrista, músico, Guillermo Briseño sabe que el dar no se relaciona con el recibir, sino con las posibilidades de quien brinda un objeto cultural: "Muchas veces depende de cómo lo trata la vida a uno y eso se refleja en el bolsillo. Hace muchos años el único regalo que le pude hacer a mi hermano fue un poema y una pieza de pirograbado que yo mismo trabajé. Luego he obsequiado libros o discos, y esto tiene que ver con la percepción que uno tiene de lo que la otra persona debe leer o escuchar. A Luis González Souza, por ejemplo, en lugar de comprarle los Cuadernos de la cárcel, de Gramsci, le di una novela sobre la historia de la filosofía y una edición muy interesante de César Vallejo. Cuando uno ha visitado territorios apasionados, quiere compartirlos, y como los especialistas se enferman de sus propias disciplinas, es bueno regalarles textos desconcertantes".

Y remata Briseño en relación con los obsequios culturales de los demás: "Si uno se fija en los cuates que frecuenta, habrá unos que se regalan a Vázquez Montalbán o a Pérez-Reverte. Pero la clase media, que es la que puede comprar libros, pienso que tiende claramente a los textos de cómo vender más o comprar más o superarse de algún modo. Digamos que la gente normal desconoce mucho de lo que se puede leer, sobre todo de lo que se hizo en el siglo XIX. Lo mejor sería, con todo y lo radical que esto suene, regalar televisiones que no funcionen para que al fin nos dedicáramos un poco a leer".

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