Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 29 de diciembre de 2002
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Política

Impiden la explotación de recursos forestales; ecoturismo, opción en la sierra oaxaqueña

Resisten habitantes de Yavesía embates del gobierno por defender sus bosques

MATILDE PEREZ U. / I ENVIADA

Sierra Norte de Oaxaca. Cada mañana el perfume de los pinos y encinos, así como el canto del shoo (río) fortalecen la decisión de los habitantes de Santa María Yavesía: "este pueblo zapoteca no va a vivir de la explotación de sus bosques; hay una forma distinta para obtener ingresos".

Acordaron romper con la "costumbre" en esta región de obtener ingresos de la explotación comunitaria de los bosques, y están decididos a desarrollar el ecoturismo y otras actividades en las que invierten recursos que envían sus familiares que se fueron "al otro lado" a trabajar, pero que no olvidan sus raíces.

Viven la dureza de la apertura comercial, que ha golpeado a la agricultura, y la indiferencia gubernamental; sin embargo, eso no los amedrenta.

Santa María Yavesía, al igual que los pueblos de Santiago Comaltepec, Santiago Xiacui, Calpulalpan de Méndez, La Trinidad Ixtlán, Santa Catarina Ixtepeji, Ixtlán de Juárez y Santa María Huatulco, recibió este año el reconocimiento internacional Un regalo para la tierra, que anualmente entrega el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) a las organizaciones, comunidades, pueblos, individuos, empresas y gobiernos que se distinguen por sus acciones en la conservación de su entorno.

En esta ocasión el reconocimiento es por el trabajo comunitario que durante años han mantenido los pueblos de la sierra Juárez y de la costa oaxaqueña para cuidar esta mezcla de bosques de pino y encino.

La historia de la determinación de Santa María Yavesía es larga, muy larga, dice Mauro Cruz Hernández, representante comunal propietario, pero trata de resumir: las tensiones con Lachatao y Amatlán -pueblos con los que comparten las tierras comunales y desde hace 60 años tienen un conflicto limítrofe- se intensificaron, porque al terminar con los bosques de sus territorios pretendieron entrar a Yavesía.

El pleito sigue porque cada vez que miembros de la empresa Pueblos Mancomunados -creada por las comunidades para obtener los permisos de aprovechamiento forestal- llegan a la zona boscosa de Santa María Yavesía, los zapotecas van a los cerros para detener la destrucción de "su corazón cultural, de su vida".

Las tensiones entre las tres comunidades -mejor conocidas como pueblos mancomunados, por compartir el territorio que se les otorgó- comenzaron por los errores que cometieron las autoridades agrarias al no ejecutar correctamente la resolución presidencial y después por el permiso de aprovechamiento forestal que otorgó en 1999 el delegado de la entonces Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap), Salvador Anta Fonseca.

Santa María Yavesía inició un juicio de inconformidad en contra de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), porque aseguraba que ya había ejecutado la resolución presidencial. En noviembre de 1999, las autoridades agrarias llevaron el asunto a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Un año después, el 14 de noviembre de 2000, esa autoridad ordenó al juzgado segundo, con sede en Oaxaca, que reconociera y entregara 9 mil 147 hectáreas a Santa María Yavesía, la misma proporción de terreno que tienen Lachatao y Amatlán.

"Tenemos la posesión de nuestras 9 mil 147 hectáreas", dice orgulloso Mauro Cruz Hernández, quien con sus poco más de 20 años ya es autoridad comunal, pero no oculta que hay inconformidades con Lachatao y Amatlán aunque, afirma, "no son situaciones de tensión que puedan derivar en enfrentamientos. Nosotros estamos con pies firmes en lo que hacemos".

Sin embargo, no olvida la amarga experiencia que en 1999 causó el permiso de aprovechamiento forestal que otorgó a la empresa Pueblos Mancomunados el entonces delegado de la Semarnap. "Estuvimos en una situación de confrontación con Lachatao y Amatlán por el permiso de aprovechamiento forestal que otorgó Salvador Anta Fonseca dentro de la zona de conflicto (600 hectáreas que cada comunidad reclama como parte suya desde hace 60 años).

"Habían permitido a Pueblos Mancomunados explotar 450 mil metros cúbicos de madera en rollo de pino, por lo que anualmente se tenían que sacar 45 mil metros cúbicos. La gente, al darse cuenta de esa situación, impidió la explotación de sus bosques", añadió.

Cruz Hernández comenta que autoridades y habitantes de Santa María Yavesía aguantaron durante un año las presiones de los gobiernos federal y estatal, entre ellas las amenazas del subsecretario de Desarrollo Político del gobierno de Oaxaca, que interpuso una demanda civil por 650 millones de pesos en contra de la comunidad porque, según dijo el funcionario, era el monto de la pérdida que estaba ocasionando la gente de Yavesía por impedir la explotación forestal.

Ese año, añade, "estuvimos próximos a un enfrentamiento que hubiera dejado heridos y muertos, y todo porque el delegado de la Semarnap no meditó que estaba otorgando un permiso en una zona en conflicto agrario.

"Santa María Yavesía es un municipio libre y soberano, independiente en su vida rural y económica y sin agencias, por eso no formamos parte del aprovechamiento forestal de Pueblos Mancomunados. Nada tenemos que ver con eso", puntualiza Cruz Hernández.

Ahora, dice, hay "nuevas estructuras de aprovechamiento forestal y un compromiso del gobernador José Murat de investigar a fondo si hay o no conflictos agrarios antes de dar un permiso de aprovechamiento forestal; esa es una buena iniciativa que puede llevar a otras alternativas".

Fernando Ramos Sotero muestra con orgullo las fotografías de los recorridos ecoturísticos que han hecho estudiantes e investigadores del extranjero por los bosques de Santa María Yavesía. "En 1999, luego de las tensiones con Lachatao y Amatlán iniciamos -con el apoyo de la WWF- un proceso de planeación comunitaria; de allí surgió el ordenamiento territorial y la decisión de que 45 por ciento de nuestras 9 mil 147 hectáreas sea área de conservación; en el resto se realizan actividades agrícolas, se destinan al cultivo de cítricos y al uso común, pero cada habitante debe cumplir con sus obligaciones para tener derecho al usufructo de los recursos naturales".

Santa María Yavesía también sale del denominador común en su exploración por el ecoturismo. En acuerdo de asamblea, sus habitantes acordaron no construir cabañas o albergues para sus visitantes, porque -dijeron- "queremos conocerlos, decirles que este pueblo existe desde el año 600 después de Cristo, hablar con ellos de nuestras costumbres, de nuestros lugares sagrados y que hablen con el consejo de caracterizados (de ancianos)".

Así, cerca de 350 visitantes que recibieron en este año fueron hospedados con las familias de la comunidad y compartieron sus alimentos y charlas. Allí, en esa convivencia, los visitantes conocieron los dos nombres antiguos de esta comunidad: yabetzia, que en zapoteco significa cerro de águila, y shoo raa, o río arriba.

Los antiguos habitantes de la zona, que cultivaron el nopal para obtener la cochinilla (utilizada como colorante natural), fueron reconocidos (en 1906) por la cría de gusano de seda. Actualmente hay criaderos de trucha y se cultivan hongos que son exportados a Japón, pero la actividad principal es el cultivo de árboles frutales.

Los visitantes se percataron de la solidaridad de los migrantes, quienes en apoyo a la constante defensa de sus recursos naturales y de bienestar de los habitantes aportaron parte del millón de pesos que Santa María Yavesía invirtió en su pequeña empresa para embotellar agua del manantial más cristalino de la zona. Además supieron del proyecto de construcción de letrinas ecológicas, como parte de su programa de salud, que comenzó este año y concluirá en 2003, también con aportaciones de los migrantes, ya que el gobierno del estado argumenta no tener recursos para respaldar los proyectos de la comunidad.

Cada uno de los cerca de 500 habitantes de Santa María Yavesía -dentro de los tres niveles de la más reciente clasificación de marginación la sierra Juárez ocupa el último lugar- reafirma la autonomía de su pueblo y mantiene con orgullo la decisión de defender sus recursos naturales porque, dicen, "nuestra vida se mide por el nivel de agua que corre entre los ríos de nuestra región y por sus árboles; si algo les pasa a ellos, nosotros estamos en peligro".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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