Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 29 de diciembre de 2002
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Política

Felipe Arizmendi

Sólo las familias unidas deberían procrear hijos

ALMA E. MUÑOZ

El pretexto para "despeñar al país por una pendiente de libertinaje" se funda en la unión de homosexuales y la posibilidad de que éstos, algún día, puedan adoptar niños, como ya ocurre en algunas "sociedades europeas decadentes", considera el obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi Esquivel, en un mensaje de defensa a la familia que dará a conocer hoy a sus feligreses.

Divorcio, adulterio, infidelidad, control natal, violencia e inseguridad son algunos de los fenómenos sociales que para el prelado "descomponen más y más a las familias" y de esto, sostiene, dan cuenta los medios informativos, particularmente la televisión, como si fueran hechos "normales".

En su mensaje asegura que la mayoría de los delincuentes provienen de núcleos familiares desintegrados y no propiamente de la pobreza. "Yo procedo de una familia campesina, sin demasiados recursos, pero tuve unos padres que fueron dignos de ese nombre y nos enseñaron a trabajar y a respetar; nos cimentaron en la fe de Dios y en el amor al prójimo."

Califica de enemigo de la familia el empeño de políticos y civiles por reducir "drásticamente" el número de hijos. "Hay quienes acusan a la Iglesia católica de ser natalista a ultranza, de ser inhumana al no permitir el uso de anticonceptivos. Nuestros enemigos desconocen los documentos del magisterio eclesiástico, donde se afirma que se deben procrear sólo los hijos que se puedan educar. Por tanto, así como puede ser una irresponsabilidad tener muchos hijos, también lo es tener pocos cuando los padres tienen capacidad de educar más."

Considera que "no es preocupante que haya muchos niños que nazcan y crezcan en hogares estables, sino los que son engendrados fuera del matrimonio. Si sólo se procrearan hijos en familias bien constituidas, aunque fueran más de dos, el problema no sería tan preocupante. Pero son hogares desintegrados los que producen más menores de la calle, vagos, asaltantes, secuestradores, violadores y agresores sociales".

La Iglesia, argumenta Arizmendi, "tiene la misión de defender a la familia según el proyecto de Dios, pese a que algunas personas nos critiquen, insulten y caricaturicen. Les duele que condenemos sus inmoralidades y se protegen diciendo que el papa (Juan Pablo II) y los obispos vivimos en el oscurantismo del pasado. Alegan que se debería respetar la modernidad y la pluralidad, que cada quien viva como quiera y nadie interfiera en sus costumbres".

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