Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 6 de enero de 2003
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Política

Iván Restrepo

ƑFin del embargo al atún mexicano?

El anuncio que hizo el Departamento de Comercio de que México ya podrá vender latas de atún con la etiqueta "delfín a salvo" en el mercado estadunidense parece cerrar un negro capítulo de la relación binacional en torno a los recursos marinos.

Como se recuerda, Estados Unidos decretó en agosto de 1990 un embargo contra varios países que capturaban atún aleta amarilla en el Pacífico oriental porque consideraron que en sus lances de pesca mataban miles de delfines. México, Ecuador, Panamá y Venezuela resultaron los más afectados con esa medida.

El embargo lo promovió el Instituto Isla de la Tierra, fundado en 1985 en San Francisco, que encabeza a varias agrupaciones estadunidenses interesadas en la preservación del delfín. El instituto había demandado al Departamento de Comercio porque no cuidaba el cumplimiento de una ley aprobada en 1972 por el Congreso de Estados Unidos que busca proteger a los mamíferos marinos. En paralelo, el público de ese país sólo aceptaba las latas de atún con la leyenda "delfín a salvo".

Pero más que garantizar la existencia de los delfines, el embargo en realidad protegía los intereses de poderosas firmas empacadoras de atún de Estados Unidos en momentos en que el mercado internacional de este producto se había desplomado.

Antes, en 1980, el gobierno de Bush padre decretó la suspensión comercial al atún mexicano en represalia porque nuestro país detuvo y sancionó a seis pesqueros estadunidenses que operaban ilegalmente en aguas nacionales. Y en 1977 habíamos abandonado la Comisión Interamericana del Atún Tropical porque fijaba cuotas de captura en beneficio de nuestro socio y vecino, el cual se apropiaba de 70 por ciento de la captura anual, mientras a los demás países miembros la comisión les asignaba cuotas por debajo de 10 por ciento.

No se puede negar que hace 20 años morían muchísimos delfines en los lances de pesca de atún en el Pacífico oriental y que en esas matanzas participaba destacadamente la flota de las barras y las estrellas. Ante las protestas internacionales y para evitar posibles sanciones, las flotas comenzaron a mejorar sus sistemas de captura a fin de salvar a los delfines. Lo lograron en unos cuantos años y de esta manera se garantizó la vida de estos admirados e inteligentes mamíferos marinos. También se establecieron sistemas de vigilancia en alta mar y reportes confiables mediante mecanismos internacionales relacionados con la pesca del atún y la protección de los delfines.

La flota atunera mexicana es la segunda en importancia del mundo y compite con la de Estados Unidos. También se modernizó, diversificó su mercado y utiliza sistemas para salvaguardar al delfín. Además el gobierno estableció medidas que protegen a los delfines. Pero aun así tuvo que pasar una década para que estos logros los tomaran en cuenta las autoridades estadunidenses y levantaran el embargo en 1999. No obstante, el Instituto Isla de la Tierra alegó que seguía la matanza y logró que un juez lo dejara en firme.

Fue el martes pasado cuando al fin el Departamento de Comercio de Estados Unidos reconoció oficialmente que en los lances de pesca de la flota mexicana no había impacto significativo sobre los delfines. Autorizó así la venta de nuestro atún con la etiqueta "delfín a salvo" en sus mercados, donde los consumidores se niegan a comprar latas de este alimento que no llevan dicha etiqueta.

México y su flota perdieron millones de pesos con el embargo, el cual habría sido muchísimo menos largo si hace 10 años nuestras autoridades hubieran exigido el cumplimiento de acuerdos comerciales que nos eran favorables, pero prefirieron evitar enfrentamientos con el gobierno de George Bush en aras de la firma del Tratado de Libre Comercio.

Ahora Bush hijo deberá resolver la enésima acción del Instituto Isla de la Tierra contra México: acaba de anunciar que demandará al gobierno de Estados Unidos por levantar el embargo. Esgrime los mismos argumentos de siempre, pero se cuida de informar que recibe dinero de las poderosas empacadoras atuneras estadunidenses que además se han distinguido por distorsionar el mercado internacional de dicho producto y contribuir a la depredación de la fauna y los ecosistemas marinos. Ojalá ahora sí no prospere esta demanda que defiende intereses comerciales, no los de la naturaleza.

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