LETRA S
Enero 9 de 2003

Entre el placer y la degradación

Textos breves, profusión de albures y uso de palabras que sin ser obscenas son ofensivas, junto con ilustraciones voluptuosas de hombres y mujeres, son los ingredientes casi exclusivos de las llamadas revistas semipornográficas, cuyo número y tiraje global es desconocido incluso por las autoridades respectivas. En entrevistas por separado, investigadores académicos y funcionarios gubernamentales analizan los contenidos de estas revistas que, dicen, tienen en común la denigración de la mujer.

Antonio Medina

Violaciones, ninfomanía, promiscuidad, incesto, seducciones y orgías protagonizadas por mujeres despampanantes y hombres musculosos son algunos de los temas que ofrecen las historietas semipornográficas. Con títulos como Trepadora... ¡mis curvas son la medida!; ¡Cornudo criminal!: la encontró en el hotel con otro y la baleó; Las tranquizas y las pitizas son mi delirio; Lascivia infernal, y ¡Qué rico se frotan el clítoris las machorras!, entre otros, los guionistas buscan provocar excitación sexual en los lectores, y los editores sostener un mercado conformado principalmente por personas de bajo nivel educativo.

De acuerdo con el sicoterapeuta corporal Héctor Frías "el placer sexual de mirar es una de las actividades sexuales pasivo-receptivas más elementales. Ello se debe a que en sociedades como la nuestra, de dominación masculina, es precisamente el hombre quien sufre la represión excedente de los deseos pasivos. Esta represión no elimina los deseos pasivos sino que los obliga a manifestarse de manera encubierta, distorsionada y derivativa." En este tipo de revistas, explica el especialista a Letra S, se desvirtúa lo que es una relación sexual amorosa, pues "muestran a las mujeres como esclavas del sexo y obsesionadas por los genitales masculinos. En este sentido, se está atribuyendo a la mujer una cualidad masculina, que al confrontarla con la realidad choca con el imaginario que fomentan estas publicaciones."

Por su parte, la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, en voz de la sicóloga social Olga Bustos, acepta que la constante de los argumentos y dibujos que denigran a las mujeres repercute en la percepción de los lectores. "Las mujeres expuestas en estas revistas no se limitan al personaje, pueden ser tu hermana, mi madre, una amiga, tu hija, una esposa, la vecina. Esto es, no son las otras mujeres, son las mujeres. Por ello creemos que los editores deberían tener conciencia sobre el impacto que causan en los lectores al mostrar situaciones donde sea 'normal' violentar los derechos de esas mujeres sin que haya un mensaje reivindicatorio".

Lauro Zavala, investigador de la UNAM y autor de varios libros sobre análisis literario, opina que estas revistas han demostrado contar con una estrategia narrativa que le permite a la gente asimilar los valores que manejan como naturales y los apropian. "En ello radica la importancia del impacto didáctico, aunque sea para reproducir este tipo de valores". Como decía Mafalda, ejemplifica Zavala: "la ideología consiste en hacer pasar por natural lo que realmente es artificial"; es decir, "a expensas de esta ideología machista y el erotismo que se ve en esas revistas, el sometimiento de la mujer por el hombre es justificado".

Violencia sexual explícita

En agosto pasado, en sesión ordinaria, la citada Comisión Calificadora analizó la publicación Calor entre las piernas y concluyó que las mujeres, cuyos cuerpos son de proporciones inauditas, son representadas como "insaciables", siempre en busca del placer sexual "de manera indiscriminada". En contraparte, los hombres, musculosos y rudos, procuran "satisfacer a las mujeres ansiosas", generalmente en un contexto de violencia sexual, sometimiento y vejación.

Las revistas semipornográficas, enumera el análisis proporcionado a Letra S, "explotan el estereotipo de la mujer que tiene relaciones por amor y accede a ellas en cualquier momento, mientras que el hombre sólo tiene relaciones sexuales por placer y cuando lo desea. Prevalece la subordinación y desprecio hacia la mujer, quien siempre es humillada con acciones y palabras ofensivas. La violencia sexual es explícita y la trama casi siempre lleva a que la mujer, a pesar de que se resista al sometimiento, termine aceptando ser dominada." El desenlace de las historias, continúa el estudio, por lo regular lleva un mensaje moral en el que la mujer es estigmatizada como mala, puta, insaciable, traicionera, mentirosa y, en el "mejor" de los casos, como víctima inocente: "Los daños que recibe a partir de la transgresión, en el caso de ser víctima inocente, difícilmente tendrán una reparación del daño por parte de las autoridades o del victimario."

La investigadora Alicia Poloniato, de la UAM Xochimilco, en su ensayo "Subliteratura para marginales"1, encontró que en Arrabalera, publicación con una fuerte difusión y arraigo a principios de los 80 y cuyos contenidos no distan del de las revistas seudoeróticas actuales, la frecuencia más alta de daños que se observan es contra las mujeres (66 por ciento). Estos daños van de la pérdida de la virginidad, rechazo familiar y social hasta una total degradación moral. Los daños no resultan superados, por lo que las afectadas siguen socialmente marcadas. Las transgresiones de índole sexual representan 63 por ciento y giran en torno a la actividad sexual de la mujer, en calidad de sexualidad degradada. En cuanto a los hombres, halló que en 75 por ciento de la revistas analizadas éstos son el personaje principal y "sus características son ser activos y superiores, pues asumen la iniciativa de la acción... representan mayoritariamente personajes que tienen autoridad --profesores, policías, padres-- que abusan de su fuerza y jerarquía, dejando a la mujer sometida y desvalorizada."

ls-interiorDe mano en mano

Aun cuando la industria de la historieta es casi centenaria, a la fecha no se cuenta con información fidedigna del público al que va dirigido ni con un padrón completo de los títulos que circulan, ni mucho menos del tiraje que en conjunto alcanzan. Según la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), en México la producción de revistas de rubro erótico fue de 4.1 por ciento el último año, respecto del total de publicaciones registradas. Claudio García Flores, secretario técnico de la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, informó en entrevista que durante el 2002 solicitaron permiso 27 nuevas revistas de corte erótico, de las cuales diez están en revisión. Reconoció que en la actualidad existen más de 1,500 títulos, aunque no precisó cuántos carecen de permiso. De las historietas registradas, agregó, cada una edita, a excepción de cuatro o cinco, alrededor de 15 mil ejemplares por semana, de los cuales son devueltos 7 u 8 mil.

En contraste, el director general de Novedades Editores, Rafael Márquez, quien lleva 50 años en esta industria, asegura que revistas como El libro semanal y El libro policiaco venden en promedio 500 mil ejemplares por edición, es decir, tan sólo estas dos publicaciones tienen un tiraje de 4 millones de ejemplares al mes, distribuidos en toda la República Mexicana. En Centro, Sudamérica y sur de Estados Unidos son comercializadas en el mercado negro, y de unos cuatro años a la fecha también en Cuba.

El costo de cada historieta fluctúa entre cuatro y ocho pesos cuando son nuevas, y de uno a tres pesos cuando son de segunda, tercera, cuarta y hasta quinta mano. Un título que puede estar dado de baja ante Gobernación desde hace cinco años o más, es probable que siga circulando en la reventa, de lo que resulta que cada una de estas revistas puede tener más de diez lectores. En algunas poblados es común que en parques o mercados las renten por un tostón o un peso.

Olga Bustos reconoce que "por desgracia, no se cuenta con un estudio que nos permita conocer el perfil y el impacto en las actitudes del lector de estas publicaciones. Si lo tuviéramos, nos podríamos dar una idea del nivel social que tienen, su escolaridad y saber cómo asumen esos contenidos en su vida personal. También nos ayudaría a diseñar, desde el gobierno, estrategias para la formación de audiencias críticas dirigidas a ese sector específico, que creemos está conformado por personas de bajos recursos y escasa escolaridad, por lo que tienen pocas posibilidades de ponderar los contenidos con otras informaciones."

La especialista considera que se debe intentar "convencer a quienes están involucrados en esta industria para que poco a poco vayan cambiando sus contenidos violentos, sin que esto implique censurar".

Interrogado al respecto, el señor Rafael Márquez, quien dirige ocho revistas ilustradas de Novedades Editores (El libro vaquero, El libro semanal, La novela policíaca y Frontera violenta, entre otras), considera que este tipo de publicaciones cumplen con una función social al exponer "situaciones reales": "Cuando planteamos una historia, el argumentista investiga profundamente la problemática y el dibujante tiene que entender la sicología de los personajes para plasmarlos lo mejor posible", afirma.

Las revistas de Novedades Editores, a diferencia de otras que siempre aparecen con su permiso en trámite, cuidan que sus argumentos no se excedan en contenidos agresivos, cuerpos "completamente" desnudos y que los personajes que delinquen o se drogan no sean menores de edad. Es tal vez por ello, dice Rafael Márquez, que nunca han sido censuradas por el gobierno. "Si alguna vez nos hicieron observaciones por los contenidos de las revistas, fue por parte de la iglesia, a la que no le pareció que abordáramos temas sobre aparecidos, fantasmas o santos."

Convencer en lugar de censurar

El funcionario de Gobernación, Claudio García Flores, dice estar convencido de que "estas publicaciones pueden ser eróticas sin necesidad de ser violentas". Por ello, la Comisión ha establecido los talleres "Comunicación y visión de género", que impartió a más de 57 personas, entre editores, argumentistas, dibujantes y distribuidores de revistas a partir de discusiones y dinámicas elaboradas por Olga Bustos, coordinadora de este taller, junto con Olivia Ortiz, integrante de la organización civil Género y Salud Sexual (Genes). En dichos talleres se intentó sensibilizar a quienes están involucrados en la producción, realización y circulación de estas historietas. "Muchas de las revistas que circulan fueron expuestas como ejemplo a los participantes de este taller y caímos poco a poco en la cuenta de que, en efecto, las revistas estaban cargadas de violencia, de agresividad hacia las mujeres, y en muchos casos no se reivindican esas acciones violatorias de los derechos y la dignidad de las mujeres", comentó Bustos.

Claudio García complementa: "está comprobado que la pornografía puede generar violencia. En este sentido nos preocupa que las personas que leen de manera constante mensajes en los que se violan los derechos de las personas o se violenta su integridad física y moral, se puedan convertir en victimarios o víctimas". Ante ello, la Comisión ha sostenido pláticas con diversos editores para reducir el daño: "Llegamos a un acuerdo con la revista Experiencia sexual, de la empresa Competencia Editorial (antes Egea), cuyos editores se comprometieron a modificar el tono de sus contenidos y a integrar la perspectiva de género a partir de este año".

Pero el trabajo rebasa las posibilidades de la oficina a cargo de García Flores, ya que sólo cuenta con un presupuesto menor a los 3 millones de pesos anuales y tiene una planta laboral de 17 personas, de las cuales solamente tres están especializadas en el tema. "No tenemos la capacidad para hacer un seguimiento puntual de todos los contenidos de las revistas que se editan en el país ni de viajar a todos los puntos de venta y verificar que todas las revistas cumplan con las normas", expresó el funcionario.

No obstante, ya se han comenzado a generar normas. El pleno de la Comisión ha determinado que las revistas de corte erótico deben ir en bolsas opacas y en su portada mostrar las leyendas: "Sólo adultos", "Su contenido puede ser ofensivo para algunas personas" y "Su venta a menores puede constituir un delito". Muchos editores y distribuidores sí cumplen con estas normas, explica García Flores, pero "cuando las revistas llegan al puesto de periódicos, los voceadores les quitan la bolsa porque saben que lo que vende es que las portadas estén a la vista".

Y como la postura es "no prohibir sino educar", la Comisión continuará invitando a los involucrados en la industria editorial de revistas de corte erótico a participar en talleres que les den herramientas sobre lo que implica la perspectiva de género y la violencia de género, "donde lo que intentamos es convencer en lugar de sancionar o prohibir sus publicaciones".
 
 

1 En Colección pedagógica universitaria No. 9, Universidad Veracruzana, Jalapa.