Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 12 de enero de 2003
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Política
Antonio Gershenson

Los precios del petróleo

En las últimas semanas se han llevado a cabo negociaciones en las que el gobierno de Arabia Saudita ha desempeñado un papel, incluso mediante entrevistas con funcionarios de los principales países productores y exportadores, con vistas a aumentar coordinadamente la producción de petróleo crudo para que los precios del mismo no sigan en los niveles tan altos que han alcanzado.

A primera vista, puede parecer absurdo que los países que venden petróleo crudo busquen que el precio no suba demasiado, pues a mayor precio mayor ingreso para estos países. Pero los precios del crudo tienen un comportamiento cíclico, y los precios altos de hoy, si no se controlan, se traducirán en precios muy bajos mañana, como ya ha sucedido. Precisamente lo que hoy vemos es, en buena medida, resultado de un aprendizaje a partir de experiencias anteriores.

Se habla de que los precios muy altos pueden frenar la economía mundial. Esto, a su vez, agregamos, bajaría la demanda de crudo, y por lo mismo su precio. Pero, al mismo tiempo, los precios muy altos hacen rentable el desarrollo de nuevas zonas petroleras que a precios más bajos no lo son. Y si los precios altos duran lo suficiente, esos desarrollos no se van a cancelar cuando los precios bajen.

Un ejemplo ya histórico es el del gasoducto de Alaska, de la bahía de Prudhoe en el océano Artico, al puerto de Valdez, en el Pacífico, en el sur de Alaska. Esa obra era cara y difícil, y se había detenido a la mitad. Pero cuando subieron los precios del crudo a varias veces su precio anterior, se hizo rentable seguir con la obra y ésta se terminó en 1977. Como resultado el mercado recibió casi 2 millones de barriles de crudo al día, adicionales a la producción existente. En un momento dado, éste y otros desarrollos, junto con la reducción del consumo de petróleo caro por diversas vías, saturaron el mercado y estos precios primero bajaron un poco y, en los últimos meses de 1985 y la primera mitad de 1986, se desplomaron en medio de una guerra de precios. No por esto se iba a tapar o desmantelar el oleoducto mencionado. Siguió operando, al igual que muchos otros desarrollos motivados por los altos precios, y el periodo de precios bajos se prolongó más de una década.

Más recientemente, los productores de dentro y fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo se pusieron de acuerdo para controlar los niveles de producción. Primero se trataba de recuperar el precio del petróleo, que andaba por los suelos. Pero cuando esto se logró, el gobierno de Venezuela planteó la necesidad de una banda de precios, de modo que éstos no subieran demasiado y esto creara nuevamente las condiciones para un nuevo desplome.

Ahora, que el gobierno de Venezuela está siendo hostigado por la derecha y la ultraderecha de ese país, especialmente en el ángulo de la producción petrolera, es el gobierno saudita el que toma el relevo para coordinar la negociación entre los productores. Es importante que la negociación vaya más allá del reparto, que debe ser temporal y con mecanismos acordados para evitar un desplome de precios, de la parte de producción que Venezuela no puede aportar, en lo que el gobierno reconstruye la capacidad operativa de su industria petrolera.

México, por un lado, debe participar en este proceso, en esta línea. Como país que depende en alto grado de sus exportaciones petroleras, nos interesa que en el futuro no caigan los precios de las mismas hasta niveles bajísimos, como ha sucedido ya, por ejemplo en 1986 y 1998.

Por otro lado, lo que pasa hoy en Venezuela ya nos pasó a nosotros. Cuando la expropiación petrolera, las empresas expropiadas se llevaron no sólo a sus técnicos sino los equipos que pudieron. Sin embargo, los técnicos y trabajadores mexicanos pudieron levantar la industria, aun en medio del bloqueo orquestado por las propias compañías. Es elemental que nos solidaricemos, como en su momento recibimos la solidaridad, con el pueblo de Venezuela y el gobierno que eligió democráticamente, sumando nuestros esfuerzos a los de Brasil, para, por un lado, contribuir a una salida pacífica y constitucional del conflicto, y por otro, suministrando combustible a ese país mientras se restablece la operatividad de sus instalaciones petroleras y medios de transporte relacionados. Sería muy negativo el triunfo de los golpistas, que sólo toman la demanda de una nueva elección como pretexto, pues la propia Constitución venezolana abre la posibilidad de que a partir del próximo agosto se convoque a un plebiscito para definir si el gobernante que fue electo sigue en su cargo o no.

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