Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 19 de enero de 2003
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Política

Antonio Gershenson

El futuro del peso, y del dólar

Hay nuevos elementos que apuntan a los principales problemas de estabilidad del peso frente al dólar, pero también a la estabilidad del dólar mismo, tema que ya empezamos a abordar aquí hace dos semanas. Parece claro que la dependencia de nuestra economía en relación con la de nuestros vecinos del norte ha llegado al punto en el que es difícil analizar a la primera sin tomar muy en cuenta lo que sucede en la segunda. Ya hemos mostrado el ejemplo del precio del petróleo: en vez de que su aumento favorezca a nuestra economía, por tratarse de nuestro principal producto de exportación, ha sucedido lo contrario. Y ahora, en enero, los precios del petróleo, pero también los del gas natural -del cual somos importadores-, están especialmente altos.

El gobierno estadunidense plantea como medida principal para reactivar la economía de su país una fuerte reducción de impuestos, especialmente eliminando la carga fiscal de los dividendos de las acciones de las empresas. La argumentación en apoyo de este cambio es en el sentido de que si los inversionistas tienen más dinero, van a invertir más. Pero esto ha sido muy impugnado, incluso entre los legisladores de ese mismo país. Y dentro de los legisladores se incluyen republicanos, es decir, miembros del partido en el poder. Once senadores, cinco de ellos republicanos, se han empezado a reunir para presentar un proyecto alternativo. Uno de los principales cuestionamientos es en el sentido de que, una vez con el dinero en su cuenta bancaria, los inversionistas no necesariamente lo van a invertir de manera productiva, ni necesariamente en ese mismo país. Es más, con el dólar débil, hasta podrían apostar a su devaluación comprando títulos o haciendo depósitos en francos suizos, en euros o en yenes.

Veíamos que, ya antes de este anuncio de cambios fiscales, el déficit estadunidense es uno de los principales problemas para la estabilidad del dólar. Pues bien, eso se agrava si los ingresos públicos se reducen más al rebajarse o suprimirse impuestos. La estimación oficial del faltante o déficit es de más de 200 mil millones de dólares en 2003, y andaría por los 300 mil millones en 2004. Eso, sin contar una posible guerra contra Irak, cuyo costo sería de 50 mil millones de dólares para arriba. Entonces, las medidas anunciadas, y los reiterados anuncios o amenazas de guerra, contribuyen a una mayor inestabilidad del dólar, y por lo mismo a que los capitales huyan del país vecino a un ritmo mayor que el que ya se observa.

En cuanto al peso, en el corto plazo el gobierno federal y el Banco de México, aunque declaren lo contrario, harán lo posible por evitar una devaluación importante antes de las elecciones, y cuentan con reservas suficientes para lograrlo. Pero las presiones devaluatorias, que ya son importantes y que se han traducido en una baja, digamos, moderada, del peso, no por eso van a desaparecer, sino al contrario. Si partimos de consideraciones de más largo plazo, podemos incluso cuantificar el problema.

Considerando plazos largos, hay una correlación muy importante entre el tipo de cambio peso/dólar y el índice de precios relativos entre México y Estados Unidos. Considerando el periodo 1970-2002 inclusive, la correlación estadística es de 99 por ciento. En la aplicación de esta función, usada en las teorías estadísticas, cuando dos series de números o de eventos cuantificables no tienen ninguna relación entre sí, esta correlación es igual a cero, y si están condicionadas una por la otra de manera total, la correlación es de 100 por ciento; también se usa una escala de 0 a 1, que equivale a lo mismo. El índice de precios relativos es el resultado de comparar los índices de precios al consumidor en ambos países.

Pues bien, en promedio anual, el porcentaje de diferencia entre el tipo de cambio y el índice de precios relativos ha sido negativo, en un porcentaje notorio, en el año inmediato anterior a las principales devaluaciones, o en el año mismo de la devaluación si ésta no fue cerca del fin de año. Nos basamos en que, para todos los parámetros involucrados, 1978 es igual a 100. En 1976, ese porcentaje de diferencia fue de menos 11.6 por ciento; en 1981, de menos 27.6 por ciento; en 1994, de menos 13.4 por ciento. Ahora, en 2001 fue de menos 15.2 por ciento y este porcentaje, con lo que el peso se devaluó, no se redujo sino que se mantuvo en el mismo menos 15.2 por ciento, en 2002.

La razón de esta correlación está en que el poder adquisitivo de cada moneda es el que en última instancia determina su valor real, y si el precio de una moneda en comparación con la otra es muy bajo en cuanto a su poder de compra, pues va a tender a subir, poco antes o poco después. Y si el tipo de cambio se mantiene bajo, las presiones para aumentarlo, en este caso para encarecer el dólar, subirán, y la devaluación, cuando se dé, será mayor.

ƑEn qué se basan los intentos de reactivación en México? En este contexto de inestabilidad externa se requiere un verdadero cambio de rumbo, que tendría que incluir, por lo menos, estas medidas:

1. Basar el crecimiento en el mercado interno, lo cual es incompatible con la política vigente de contracción del salario real, y con la línea de subsidiar al sector financiero a costa de los sectores productivos, de los cuales al agropecuario le va todavía peor, con la apertura a más importaciones.

2. Permitir el desarrollo del sector público paraestatal, en especial de Petróleos Mexicanos y del sector eléctrico, dejándoles usar sus respectivos presupuestos sin demoras hacendarias y sin pretender sustituir la inversión pública con declaraciones sobre futuros contratos contrarios a la Constitución.

3. Reactivar el crédito para proyectos productivos; si la banca privada no los da, por lo menos que lo haga la banca de desarrollo, para que actúe conforme a su nombre.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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