Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 21 de enero de 2003
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Política

José Blanco

Arrancan

Han empezado las campañas políticas para las elecciones intermedias. No se requería poseer dotes adivinatorias para anticipar, como lo hemos hechos en varias ocasiones en este espacio, el triste y aburrido espectáculo que veremos: gran cúmulo de diatribas y dardos que entre sí se dirigirán los tres partidos mayores.

El último día de 2002 decíamos en este espacio: el PRI acusará mil veces al PAN de no saber qué hacer con el gobierno. El PAN acusará mil veces al PRI de ratas y corruptos. El PRD compartirá esos juicios con el PRI y con el PAN, respectivamente, pero esos dos partidos acusarán al PRD de ser una pandilla de rijosos e ignorantes.

Tal cual. Madrazo dio el banderazo de salida asestándole a Fox un encendido discurso. El gobierno de Fox -dijo el priísta- tiene la "brújula rota" y carece de capacidad política y de gobierno para concretar sus escasos proyectos. "No lo han logrado en lo fiscal, no lo han logrado en los presupuestal, no lo han logrado en lo energético, no lo han logrado en lo laboral, y no se diga en el campo. No lo han logrado y no lo lograrán por la sencilla razón de que no saben qué y cómo hacerlo".

Fox replicó de inmediato en entrevista con una agencia alemana: "Para los mexicanos que creemos en el cambio y en seguir adelante con el cambio, un triunfo en la Cámara de Diputados del Partido Acción Nacional nos garantizará seguir adelante y no ir a una regresión, no regresar al pasado". Al juicio priísta ya se sumó el PRD, pero no tardaremos mucho en oír lo que le dirán a este partido los otros dos. A menos que, sotto voce o a la luz del día, haya alianzas significativas entre PRD y "priístas progresistas", como ya un dirigente perredista ha sugerido.

Al arranque de este pleito se suma el que tiene lugar al interior de los partidos. Por supuesto a las diferencias internas que están a la vista los partidos las llaman "naturales diferencias propias de la democracia". Sí, una democracia que no sólo es sin adjetivos, también sin sustantivos.

Es decir, a propósito de la renovación de la Cámara de Diputados los partidos políticos no se sentarán a una mesa, a enterarse con información profunda de lo que ocurre en este país, y a buscar un rumbo y metas estratégicas de largo plazo en las que todos se comprometan. No, jugarán a las imágenes y basarán sus campañas no en sus propuestas, sino en las monstruosidades que atribuirán a los otros. Vota por mí, porque aquél es un corrupto. Vota por mí, porque ése no sabe gobernar. Vota por mí, porque este otro es un sedicioso, amotinado e ignorante. Insistamos: la abstención puede llevarse la victoria.

Nota bene. Con la triste y prematura muerte de Carlos Roces no sólo hemos perdido un serio y querido profesor de economía. También quedó en extremo riesgo de perderse el titánico trabajo inédito realizado por Wenceslao Roces, su padre. Carlos era albacea de esa obra inconclusa, desgraciadamente en gran desorden.

La traducción al español más difundida de los tres tomos de El capital, de Karl Marx, obra fundamental del pensamiento universal, seguramente sigue siendo la que hizo Wenceslao Roces y publicó el FCE en 1946 por primera vez.

Como es sabido, en vida de Marx sólo se publicó el tomo I, pero en tres versiones con diferencias importantes: la versión original alemana de 1867, la segunda edición alemana publicada en fascículos entre junio de 1872 y mayo de 1873, y la versión francesa -que Marx quiso hacer más ligera, pero en la que agregó desarrollos importantes ausentes en la versión original-, publicada por entregas entre agosto de 1872 y noviembre de 1875.

Los tomos II y III los habría de publicar Engels, después de la muerte de Marx. Las traducciones al español no han sido pocas. La primera, por entregas, del tomo I, la hizo el abogado español Correa y Zafrilla en los años 80 del siglo xix, a partir de la versión francesa.

En 1898 el argentino Juan B. Justo publica la primera traducción al español de la original primera versión alemana. Apareció después la traducción de Manuel Pedroso (editorial Aguilar, 1931). Vino por fin la traducción de Roces del tomo I en 1935 (editorial Cenit) y después, ya acompañada de los tomos II y III, en el FCE (1946).

Vendrían todavía la traducción del argentino Floreal Mazia, publicada por editorial Cártago en 1973, y la traducción y gran edición crítica realizada por Pedro Scaron en siete tomos (editorial Siglo xix, 1975). Esta última incluía una crítica despiadada a la traducción de Roces, quien emprendió entonces la titánica tarea de volver a traducir por entero El capital, teniendo en cuenta todas las versiones y traducciones al español. No sólo eso, tradujo también muchos otros valiosísimos materiales de Marx.

Poner en orden esta enorme obra de traducción requiere de un equipo de especialistas patrocinados por alguna institución. No se ve en el horizonte quién pueda interesarse hoy en el colosal trabajo de Roces y en la vasta obra de Marx. Pérdidas y más pérdidas.

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