Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 21 de enero de 2003
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Política

Martha Tawil

Guerra sin fin contra el pueblo iraquí

Se llama Harry S. Truman, ya se encuentra en el Mediterráneo oriental y desde ahí los cazabombarderos estadunidenses pueden llegar a Irak sobrevolando el espacio aéreo jordano e israelí. A bordo hay cerca de 85 aviones F-18 cargados con bombas y misiles, 5 mil hombres y reactores nucleares; en suma, Harry tiene la misma capacidad de ataque que una base aérea "móvil". Este mes el portaaviones y su grupo de batalla (una docena de naves de guerra) llevaron a cabo una ejercitación aérea en la que participaron conjuntamente Estados Unidos e Israel.

A pesar de esto, por momentos pareciera que la amenaza de agredir militarmente a Irak para eliminar del poder a Saddam Hussein se alejara del horizonte. El primer ministro británico, Tony Blair -cuya política exterior es, como afirma Noam Chomsky, "tan independiente de Estados Unidos como fue la de Ucrania durante la era soviética"-, dice estar convencido de que es necesario dejar realizar tranquilamente su trabajo a los inspectores de armamento de Naciones Unidas.

Blair, quien a diferencia de George W. Bush enfrenta una oposición importante a sus planes de guerra en el seno del parlamento, de su propio partido y su gabinete, afirmó el pasado 14 de enero que Irak debe ser desarmado por conducto de Naciones Unidas y que la guerra que se decida emprender contra el país árabe deberá ser aprobada por una resolución del organismo internacional. Un día después se retractó al afirmar que la guerra puede hacerse sin respaldo de la ONU.

Por su parte, Bush se ha mostrado similarmente ambiguo. Sin duda se trata de una insólita disposición a dilatar los tiempos de una guerra que están decididos a emprender a toda costa; solamente necesitan tiempo para reunir todo el dispositivo militar en el Golfo, ya que, según reportes de diarios estadunidenses, no estarán listos antes de que termine febrero.

Resulta difícil pensar que la guerra no tendrá lugar. Javier Solana, actualmente responsable de política exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, y quien como secretario general de la OTAN (1995-1999) avalara el ánimo bélico estadunidense contra Serbia, advierte sobre la posibilidad de un rompimiento con Estados Unidos en caso de que intervenga en Irak sin una resolución del Consejo de Seguridad. No obstante, para Bush y Blair la guerra sólo es cuestión de tiempo.

Los bombardeos contra territorio iraquí por parte de la coalición estadunidense-británica, que desde 1998 son rutinarios, continúan y los que se realizaron en esta semana apuntan a que los planes de guerra entraron en una nueva fase.

Hace unos días cazabombarderos angloestadunidenses atacaron una base de misiles antiaéreos cerca de la ciudad iraquí de Basora. La guerra, por lo tanto, ya empezó. No sólo la militar, sino también la sicológica.

Los aliados han empezado a enviar correos electrónicos a funcionarios iraquíes incitándolos a dar la espalda a su líder, mientras desde lo alto aviones aliados han arrojado volantes con propaganda contra Hussein mediante la cual pretenden incitar a la población civil y a los militares a sublevarse. Ya ni hablar del embargo y las sanciones económicas que, a pesar de haber sido impuestas a Irak dentro del marco del sistema de la ONU, se han vuelto cuestionables por su efecto acumulativo, debido a la catástrofe humanitaria que han provocado en la población iraquí en el último decenio.

Hoy la pregunta que todos se hacen es: Ƒcuándo empezará la ofensiva militar contra Irak? Pero quizá la pregunta que debería hacerse sería: Ƒcuándo terminará la guerra sin fin contra el pueblo iraquí?, además de plantear las consecuencias que la política exterior estadunidense tendrá para la estabilidad mundial.

La sentencia del estratega militar alemán del siglo xix Carl von Clausewitz conserva su vigencia: "antes de ir a la guerra decide qué tipo de paz quieres". La duda que prevalece, sin embargo, no es tanto acerca del tipo de paz que Bush se plantea, sino más bien si su gobierno tiene voluntad sincera de paz.

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