La pesquería de tiburón en Chiapas y su entorno socioeconómico

Sandra Soriano Velásquez y Donaldo Acal Sánchez

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En el litoral de Chiapas se capturan 23 especies de tiburones pero dos de ellas (tiburón martillo Sphyrna lewini y aleta de cartón Carcharhinus falciformis) forman hasta el 90 por ciento de las 3 mil toneladas que, en promedio, se aprovechan anualmente. Los pescadores utilizan lanchas o pangas de 8 a 10 metros de longitud y, por lo tanto, pertenecen a la flota de embarcaciones menores y realizan pesca ribereña. No obstante, a lo largo de 15 años de actividad, los pescadores han tenido que realizar viajes de 24 a 36 horas, lo que implica una mayor distancia de la costa (hasta 180 km). Esto se traduce en mayores gastos de insumos (gasolina, aceite, hielo) y riesgos para su vida, sobre todo en la temporada de "nortes" de invierno y las tormentas tropicales del verano. A los pescadores chiapanecos se les reconoce en el medio como los más intrépidos y capacitados. Utilizan un arte de pesca denominado palangre: anzuelos ubicados cerca del fondo y que son altamente selectivos para capturar tiburones.

Tiburón blanco

El tiburón aleta de cartón se obtiene en mayor abundancia durante el invierno, mientras que el martillo abunda en el verano. Sin embargo, ambos son capturados todo el año y afectados positivamente por la presencia del fenómeno climático denominado El Niño, cuando su abundancia aumenta significativamente. Estas dos especies son la base sobre la cual se sostiene la economía de aproximadamente mil 500 familias en Puerto Madero, sin contar muchas más que intervienen en toda la cadena de mercadeo de los productos del tiburón (carne, aletas y piel) y sus derivados (aceite, dientes y cartílago).

En México, la pesquería de tiburón beneficia principalmente a quienes viven casi exclusivamente de este recurso. Debido al bajo precio de su carne, ésta se consume en el país. Sin embargo, las aletas y su piel tienen una cotización internacional y nacional superior a la de cualquier camarón en el mundo.

Al igual que otras especies de peces denominados de escama (pargo, huachinango, sierra, lisa, etc.), los tiburones son una fuente importante de alimento a nivel local, regional y nacional, por lo que su captura y consumo tienen señaladas repercusiones sociales y económicas.

Existen otras dos flotas de pesca comercial de tiburón en el Pacífico de México: la de mediana altura representada por embarcaciones de 10-27 metros de eslora, y la de altura, con embarcaciones mayores de 27 metros de eslora. Esta última se encuentra en Manzanillo, Colima, y su autonomía y capacidad de desplazamiento es de 45 días y cubre hasta los límites de la zona económica exclusiva (200 millas náuticas), lo cual le permite capturar al tiburón aleta de cartón y al martillo en aguas del litoral de Chiapas aunque en menor abundancia que la flota ribereña de la región.

Existe un cuarto elemento en el complejo sistema de la pesquería de tiburón: la flota deportiva, con fines turísticos-recreativos. Sin embargo, sus áreas de pesca se sobrelapan con las flotas de tiburón de mediana altura. Así, la flota deportiva también captura tiburón aunque en bajo porcentaje. Asimismo, las tres flotas de tiburón capturan fauna incidental (pez espada, marlin, dorado, pez vela) reservada a la flota deportiva, mientras que otras pesquerías, como la de atún y las de escama, capturan tiburón de manera incidental. Como se observa, los tiburones son vulnerables a diversas artes de pesca y a otras pesquerías.

El nivel de conocimiento sobre las cuatro principales especies del litoral de Chiapas (aleta de cartón, martillo, puntas negras Carcharhinus limbatus y coyotito Nasolamis velox) contempla: la identificación de especies, la proporción de las especies capturadas, sus tallas de primera madurez, crecimiento embrionario, épocas de alumbramiento, comportamiento de los cuatro estadios de madurez respecto al arte de pesca utilizado y a las variables condiciones ambientales (v. gr. El Niño y la temperatura superficial del mar) y el comportamiento de la diversidad y la estructura de la comunidad de los tiburones a través de tiempo.

Este conocimiento permite plantear estrategias precautorias de manejo tales como: mantener la biomasa de hembras maduras en un nivel prudente (por encima del 50 por ciento de su nivel natural), mantener la tasa de mortalidad por pesca a un nivel relativamente bajo (inferior a la tasa de mortalidad natural), evitar la pesca intensiva de peces inmaduros y proteger el hábitat considerado como zona de alumbramiento, limitar el acceso libre a la pesquería y/o, en su caso, reducir gradualmente el número de embarcaciones de la flota y vedar algunas zonas o temporadas de pesca.

Como la mayoría de las pesquerías del mundo, en Chiapas la de tiburón presenta problemas de una aparente sobreexplotación de las especies y una sobrepesca de juveniles. Estos problemas no son únicos para los tiburones ni para nuestro país. Existen en Centroamérica y otras partes del mundo, pero los casos extremos los ponen los países desarrollados, como Estados Unidos, que ha colapsado a las poblaciones de dos especies, una del Golfo de México y otra del Pacífico.

Tiburón azul

Este recurso se encuentra en un estatus de precaución. Es decir, no es posible incrementar el esfuerzo pesquero ni otorgar más permisos para su pesca. Lo anterior obedece a las tendencias mundiales de conservación de los recursos, sobre todo aquellos que tienen ciclos de vida muy peculiares. Los tiburones los tienen, pues no se parecen a los peces teleósteos quienes tienen una fecundidad alta, tasa de crecimiento rápida y longevidad corta. Por ello, organizaciones importantes a nivel mundial, como FAO, CITES y APEC, consideran urgente establecer para los tiburones estrategias de conservación, ordenación y manejo internacionales, regionales y nacionales. Como parte de los compromisos internacionales que México ha contraído en materia pesquera, se elaboró un "Plan de acción nacional para el manejo y conservación de los tiburones, rayas y especies afines". Contempla una estrecha colaboración entre las instituciones gubernamentales, académicas, organizaciones pesqueras, organizaciones no gubernamentales y sociedad en general.

Bajo este plan, México administra el recurso mediante la Ley de Pesca y su Reglamento y la Carta Nacional Pesquera. En julio de 2002 se publicó la NOM-029-PESC-2000 que regula el aprovechamiento de los tiburones, rayas y especies afines. Mas para mala fortuna de estos recursos, fue cancelada, no obstante que fue una medida generada por las propias necesidades del sector pesquero que explota tiburones y especies afines, y un reflejo del conocimiento que sobre la materia han obtenido las instituciones académicas y gubernamentales con fines de estudio, ordenamiento y manejo.

Nunca antes en la historia de las pesquerías en México una norma fue tan solicitada, abanderada y manipulada como la del tiburón. Solicitada por los neófitos en la materia (individuales, organizaciones no gubernamentales, partidos políticos, etc.) que de la noche a la mañana se convirtieron en expertos. Abanderada por organizaciones sociales independientes y hasta por partidos políticos que aprovecharon el tema para posicionarse y lograr apoyos financieros de empresarios poderosos del noroeste con propósitos fundamentalmente políticos y financieros. Manipulada, porque diversos medios de información carecieron de objetividad al presentarle a la sociedad una noticia de regulación pesquera con cara de depredación y exterminio de los tiburones. Todo ello fue generado por un conflicto de intereses entre la pesca ribereña de tiburón y la de mediana altura, cobijado bajo una bandera verde-ambientalista al rechazar y solicitar la cancelación de esta norma.

Así, durante el segundo semestre del 2002 los tiburones en México se vieron envueltos en un ambiente candente y se convirtieron en el actor principal de los recursos pesqueros, desplazando momentáneamente al camarón, atún y sardina por sus repercusiones sociales, económicas y, para colmo, políticas. ¿Quiénes fueron los afectados? Los tiburones rayas y especies afines.

Sin embargo, ttodos los sectores relacionados con la pesca del tiburón coinciden en que es indispensable regular legalmente dicha actividad. Por ello, la NOM-029-PESC-2000 que finalmente entre en vigor es el pilar para obtener nuevos elementos técnicos, biológicos, pesqueros y socioeconómicos para perfeccionarla cada vez más y así mejorar las estrategias de ordenación y manejo que actualmente contempla la Carta Nacional Pesquera mediante la aplicación del Código de Conducta para la Pesca Responsable y el Enfoque Precautorio. Con ello, la perspectiva de la conservación, manejo y aprovechamiento sustentable de los tiburones en México estará respaldada técnicamente.

Los tiburones son recursos pesqueros finitos y que en los últimos meses se han visto envueltos en un proceso social abrupto, pero no necesariamente inesperado en el que destacan tres relaciones básicas: a) Aprovechamiento: hombre-naturaleza; b) Derechos de propiedad y socioeconomía del recurso-ambiente; c) Estado-recurso-ambiente. El trabajo de enlazar estas tres relaciones exige intensificar y concretar los convenios de colaboración entre instituciones gubernamentales y académicas, organizaciones pesqueras, organizaciones no gubernamentales y sociedad en general. Si antes la preocupación eran los impactos negativos de la actividad económica sobre los recursos pesqueros, ahora lo es el impacto de estos recursos sobre la economía del sector pesquero.