Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 30 de enero de 2003
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Cultura

Margo Glantz

Santa: los pecados de la carne

Se acaba de celebrar en El Colegio de México el centenario de la aparición de la novela más vendida del México porfiriano, Santa, de Federico Gamboa. Novela mal escrita, farragosa, como dice José Emilio Pacheco, y con todo durante dos días y medio numerosos ponentes aportaron interpretaciones y datos novedosos sobre esta obra de Gamboa, quien, como es bien sabido, vivió de su personaje.

Dándose golpes de pecho, don Federico lanza anatemas contra el vicio de la prostitución en una ciudad donde estaban registradas, a principios de siglo, más de 10 mil prostitutas y la población en su totalidad sobrepasaba apenas los 300 mil habitantes. Gamboa fue, además, uno de los más asiduos parroquianos de los más elegantes prostíbulos de la capital.

No es extraño, entonces, que el epígrafe elegido por Gamboa para este libro provenga de la Biblia y, más precisamente, del profeta Oseas, quien, en una imprecación contra su ciudad, en realidad, contra todo el pueblo hebreo y dirigida a sus hombres, exclama: ''Yo les daré rienda suelta; no castigaré a vuestras hijas cuando hayan pecado, ni a vuestras esposas cuando se hayan hecho adúlteras, pues que los mismos padres y esposos tienen trato con las rameras (...) por cuya causa será azotado este pueblo insensato, que no quiere darse por entendido''. Oseas, caps IV, V, 14.

Y no es extraño porque, como bien lo sabemos, en la novela se narra la vida de una prostituta cuyo nombre es en sí mismo emblemático: la perfecta ilustración del oxímoron, figura retórica: marca el contraste entre un nombre y una profesión, que, por extensión metafórica, hace de la ciudad pecaminosa la protagonista del relato. Lo confirma el propio Gamboa en su Diario -en la versión reducida editada por José Emilio Pacheco- cuando por ejemplo analiza la relación desigual entre México y Estados Unidos y adopta el tono indignado del profeta con estas palabras que expurgadas de su vehemencia moralizante seguirían siendo vigentes y que creo necesario volver a inscribir en estas páginas:

''Bien visto, no son sólo ellos los únicos culpables de lo que por causa suya nos ocurre y ocurriéndonos sigue y seguirá en lo futuro, a cada vez con más ominosas exigencias y coacciones de su parte: están dentro de su papel de vecinos poderosos que no se cansan de pedir y sacar para su santo. Los principales culpables somos nosotros, que si pudiésemos los imitaríamos y aún los superaríamos: šes la ley! Para la perpetración de los grandes crímenes nacionicidas šviejos como el mundo! y en esto idénticos a los pecados de la carne (subrayado mío), se ha menester, indispensablemente, de la conjunción de dos voluntades: la del que pide, con un derecho perfecto aunque inmoral, y la del que da, con mengua de su pudor y de su honra (...) šAh, si hubiéramos imitado a la más humilde de nuestras esposas a la antigua mexicana, todas ellas concientes de sus deberes conyugales y maternales, todas ellas dechado de virtudes hogareñas que saben resistir solicitaciones, promesas y dádivas de amadores, el santo hogar nacional no luciera las grietas, cuarteaduras y manchas que lo afean, sería ejemplo y modelo, no habría en sus adentros duelos, rencores ni lágrimas, y la esposa que es el sagrado guardián del honor de los padres y de los hijos -léase los gobiernos- sonreiría de felicidad inefable y al fin moriría sin ningún remordimiento en la conciencia (...)

''šY que no se me alegue la mentida y pérfida 'razón de Estado', pues Estado sin honra internacional o con ésta esclavizada y rota, es como hogar empañado de sonrojos, por culpa de la esposa y de la madre. šSiga rodando el mundo!, que yo no he de atajarlo, y volvamos a nuestros carneros.''

La ecuación perfecta: casa y patria son una sola y misma cosa, Ƒno lo dice así la propia Santa cuando sale de la casa de Elvira para celebrar el Grito, ella, cuya única patria y casa están en el prostíbulo? La moral de la patria sería simplemente una extensión de la moral burguesa, en verdad, su paradigma. Pero al llevar el paradigma a lo político, como se deduce de sus diarios, y relacionar la salud de la patria con la salud del hogar, Ƒsería exagerado postular que en realidad México se ha convertido para Gamboa en un prostíbulo, el prostíbulo de Estados Unidos?

En consecuencia, Santa sería, a pesar de la admiración infinita que el novelista sentía por Porfirio Díaz, una gigantesca y depurada metáfora política.

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