Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 31 de enero de 2003
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Política

Horacio Labastida

ƑPor qué hay pobres?

El célebre Adam Smith (1723-90), profesor de ética y agudo economista, según consta en sus reflexiones sobre La teoría de los sentimientos morales (1759) y su obra cumbre Una investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (1776), primerísima y cabal exposición de política económica, arguye que el interés individual, auxiliado por la mano invisible que opera en los mercados, son el camino directo hacia el logro de la máxima prosperidad, advirtiendo, al señalar que la bonanza abriría las puertas al mejor de los mundos posibles, que tal posibilidad excluye la imposibilidad de beneficiar a todos y cada uno de los miembros de la humanidad, cuyo destino sería sufrir hambres y miserias crecientes, puesto que la mano invisible no es lo suficientemente ancha para ofrecerles ingresos que eliminen su fatal caída a la desesperación.

Esta meditación del padre del liberalismo lo muestra como el creador de una ideología, la liberal, que desde el siglo xviii hasta el presente busca legitimar la marcha del capitalismo. Lo cierto es que Adam Smith, desde su tiempo, dejó claro que la pobreza que afecta a mayoritarios grupos de la población es efecto intrínseco, inevitable, del establecimiento y desarrollo del capitalismo; es decir, de la lógica que impulsa la elaboración de bienes basada en la propiedad privada de los instrumentos de producción.

Vale entonces insistir y preguntarnos, Ƒpor qué el capitalismo divide a la sociedad en minorías acaudaladas y enormes masas que van desde una sobrevivencia aceptable, más escasas que abundantes, hasta los populares estratos medios cargados de deudas, y capas de trabajadores, campesinos y familias asfixiadas por despensas casi vacías o vacías? Lo cierto es que el capitalismo implica leyes que son sustantivas en su comportamiento, a saber: la operación capitalista chica, grande o imperial se pone en práctica para obtener ganancias que hagan posible condiciones sine qua non de una reproducción que permita la expansión cíclica del capital. Sin estos excedentes, y su acumulación al capital, el capitalismo mismo dejaría de existir.

No hay duda. El mecanismo estructural descrito explica con luces meridianas el acunamiento de los pobres, que el Diccionario de autoridades (1737) define como las víctimas de necefsidád, eftrechéz, careftía y (faltos) de lo neceffario para el fuftento. Tal estatus exhibe un infortunio incompatible con justicia social, noción que, por cierto, el ya citado economista escocés y profesor en la Universidad de Glasgow siempre purgó de sus pensamiento sobre lo bueno y lo malo. Hay que decirlo, aunque sea de paso: el texto que Smith dedicó a la teoría de la moral es tan pobre de ideas como los pobres de dinero, a pesar de su amistad con David Hume (1711-76) y la lectura que seguramente hizo de Aristóteles.

Pero volvamos al tema. ƑPor qué hay pobres? El sistema capitalista apuntalado en la ganancia que asegura su reproducción y continuidad provechosa a sus poseedores, gesta necesariamente pobres, porque la acumulación de capital que alimenta las utilidades sólo cobija entre los no dueños de medios de producción a los que convierte en insumos de fuerza de trabajo para la acumulación, sin importar las multitudes que quedan fueran del reparto de salarios, sueldos o cualquier otro tipo de retribución; y precisamente entre estas multitudes se escenifica cada año en mayor número las tragedias aperplejantes de los muertos de hambre. Igual sucede esto en países del Tercer Mundo que en los del Primero.

El desempleo y la marginalidad se desbordan de la misma manera en el capitalismo competitivo y monopolista que en la globalización actual. La competitividad de buena parte del siglo xix se vio acompañada por la expoliación inmisericorde de los recursos naturales y fuerza de trabajo coloniales, aunque fracasó porque la competitividad indujo la caída de precios resuelta por la vía de los monopolios, magistralmente descritos por Teodoro Dreizer (1871-1945) en sus novelas El financiero (1912) y El titán (1914).

Dreizer, hijo de migrantes alemanes, vivió largos años infantiles en la mayor pobreza. El capital monopolista y su incesante uso de tecnologías que permitieron productividades máximas, quebró durante la crisis de sobreproducción (1929) multiplicadora de la pobreza. En seguida tonificaríase con la demanda inyectada por el Estado de Bienestar, cuya crisis y el derrumbe del socialismo estimularon la aplastante globalización que ahora justifica la ideología neoliberal.

La causa de la pobreza es el capitalismo mismo, severamente rechazado en sus efectos malignos por los pueblos que han izado la flamante bandera de otro mundo es posible. En Brasil, Lula la izó al iniciar la lucha contra la pobreza. México no es ajeno a este inmarcesible propósito. López Obrador la ha proclamado en el gobierno de la capital de la República.

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