Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 31 de enero de 2003
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Política

Jorge Camil

Los flacos aliados de Washington

El gabinete de guerra de George W. Bush está constituido por halcones: hombres y mujeres de acción, más inclinados a actuar que a filosofar; más dispuestos a utilizar el poderío militar de Estados Unidos que a persuadir. Esto no debe sorprendernos, es consecuencia natural del fundamentalismo religioso que se ha apoderado de la política estadunidense. Dios está del lado de los buenos cristianos que practican la democracia como forma de gobierno y asisten a la iglesia los domingos; del lado de las corporaciones que controlan la sorprendente tecnología de nuestro tiempo: el llamado complejo militar industrial. Dios es, al final de cuentas, el aliado natural de Estados Unidos, y como las deidades no andan con medias tintas, la superpotencia solitaria (como la llama Samuel P. Huntington) se siente justificada para dividir al mundo entre "buenos y malos" y utiliza conceptos mesiánicos para describir a sus enemigos (el eje del mal).

Europa, mientras tanto, recurre ahora más que nunca a la estrategia cultural de la negociación diplomática. Esta diferencia también es natural, porque al tiempo que Europa evolucionaba por la vía de la persuación hacia el civilizado Tratado de Maastricht, que consolidó la actual Unión Europea después de la barbarie de 60 millones de muertos (las víctimas de los conflictos armados europeos desde la Guerra de los Cien Años en 1337 hasta la Segunda Guerra Mundial), Estados Unidos se convertía en el cowboy solitario que, habiendo derrotado en forma individual al enemigo ideológico de la antigua Unión Soviética, hoy desconfía de los organismos internacionales y accede de mala gana a forjar alianzas militares para no apartarse del todo de la comunidad internacional. ƑPor qué esperar ahora las resoluciones de Naciones Unidas, si después de la caída de la Unión Soviética Estados Unidos invadió con impunidad Panamá, Somalia, Haití, Bosnia, Kosovo y el golfo Pérsico (los tres últimos con participación simbólica de los aliados europeos)?

Sin embargo, no hay loco que coma lumbre, y mientras Estados Unidos está dispuesto a invadir Irak sin la anuencia de la comunidad internacional, en el caso de Corea del Norte, un Estado agresivo que posee armas de destrucción masiva, la superpotencia está dispuesta a recurrir a la negociación diplomática para evitar un conflicto que pudiese afectar los intereses de Beijing.

La renuencia de los aliados europeos en el caso de Irak se debe a causas históricas y a consideraciones pragmáticas de peso. Entre las primeras se encuentra la decisión razonada de continuar evitando el flagelo de la guerra mediante el respeto a los organismos multilaterales y al derecho internacional. Y, entre las segundas, está la aversión a financiar cualquier esfuerzo bélico con fondos que pudiesen ser destinados a educación y seguridad social (principales prioridades de las naciones europeas), así como la renuencia a participar en un conflicto que, por designio del alto mando estadunidense, esta vez no será librado en forma virtual desde la cabina de bombarderos inteligentes a varios kilómetros de altura, sino con cientos de miles de tropas desplegadas en el terreno de combate. Por si lo anterior fuese poco, Saddam Hussein no representa una amenaza inminente para la Unión Europea. Por eso, la semana pasada Donald Rumsfeld, quien es después de Bush el más recalcitrante de los halcones estadunidenses, declaró a los medios que Alemania y Francia se "habían convertido en un problema" como lo demostraba el hecho de que la "gran mayoría de las naciones europeas" estuviese del lado de Estados Unidos. "El centro de gravedad se está moviendo de la vieja Europa hacia Europa del este", concluyó incoherente el secretario de Defensa. (Rumsfeld se refería obviamente a las naciones de Europa del este que esperan ansiosas la ayuda estadunidense y su admisión definitiva a la OTAN, en marzo próximo, a cambio del voto de confianza a los planes contra Irak.)

En un incisivo ensayo sobre la profunda brecha cultural entre Europa y Estados Unidos, Power and Weakness (el poder y la debilidad), Robert Kagan resumió en junio del año pasado las causas que hoy impiden la participación incondicional de los tradicionales aliados europeos en la próxima guerra contra Irak: "Europa privilegia actualmente la negociación, la diplomacia, los lazos comerciales y el derecho internacional sobre el uso de la fuerza; la seducción sobre la coacción; el consenso multilateral sobre la acción unilateral".

Bush debería aprender de Bill Clinton, quien se ganó el respeto de los aliados y de la comunidad internacional porque, siguiendo el consejo de Huntington, abandonó la actitud arrogante de única superpotencia para disfrutar la vida menos exigente, menos conflictiva y más satisfactoria de potencia principal en un mundo multipolar.

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