Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 31 de enero de 2003
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Robert Fisk*

Qué fácilmente nos resbalamos hacia la guerra

El primer correr del reloj fue: la cuenta atrás hacia la guerra de Estados Unidos. El segundo correr del reloj: los recuentos semanales de las inspecciones, el informe de Blix, el discurso sobre el estado de la unión y el gabinete de guerra Blair-Bush. Nadie en la prensa habló del tercer correr del reloj: el dólar, el colapso de la economía estadunidense, Venezuela y Corea del Norte.

Qué fácilmente nos resbalamos hacia la guerra. ƑLa gente no nos apoya? Vaya, hay que recordarles a los kurdos asfixiados en Halabja (mismos que en su momento nos tenían sin cuidado), recordémosles las "armas de destrucción masiva" que nunca han sido usadas contra nosotros (pero que ayudamos a crear), y recordemos también la flagrante violación a las resoluciones de la ONU de la que Irak es culpable (al igual que Israel, pero no hay que decir eso).

šAy!, sí, qué duro es esto de convencer a la gente libre de ir a la guerra. Especialmente cuando algunas personas -los británicos quizá- toman nota de algunos hechos infelices que han ocurrido. Tomemos, por ejemplo, el conflicto israelí-palestino; 14 palestinos muertos en Gaza en sólo 12 horas, asesinados por un ejército comandado por un general a quien el presidente Bush ha llamado "un hombre de paz".

Algunos periódicos europeos reportaron hace dos semanas que el primer ministro de Bélgica, Guy Verhofstadt, dijo que respaldaría hacer cambios en las leyes de su país para que se permita, después de todo, juzgar a Sharon por crímenes de guerra cometidos durante la matanza en los campamentos de Sabra y Chatila en Beirut, en 1982.

Cuando Sharon se presentó a elecciones en 2001, expresó su pesar por la "terrible tragedia" de Sabra y Chatila, cuyo saldo duplicó las muertes ocurridas el 11 de septiembre de 2001 en el World Trade Center.

El más importante testigo de la fiscalía contra Sharon era el líder de la Falange libanesa, Elie Hobeika, quien el año pasado fue asesinado apenas 12 horas después de que aceptó rendir testimonio en Bruselas. Israel ha negado haber tomado parte en dicho asesinato. El aspecto crítico de la inminente guerra en Irak -Dios, supongo que sí debemos usar palabras como "inminente"- es que los periodistas ya están usando el lenguaje de lo inevitable. Los estadunidenses son los buenos, los británicos también lo serán, siempre y cuando sus tanques sean tan eficientes como los de Estados Unidos, y se espera que nadie saque a relucir el tema de Israel.

Basta echar un vistazo al israelí del espacio, Ilan Roman, quien actualmente es el héroe del mundo interestalar por ser miembro de la tripulación del transbordador espacial Columbia, además de ser "uno de los pilotos que bombardearon un reactor nuclear iraquí en 1981", según la agencia Associated Press (Ap).

Ap dice también que Roman "luchó en la guerra de 1982 en Líbano". ƑDe verdad? Porque 17 mil 500 civiles fueron asesinados en esa guerra, en su mayoría por la fuerza aérea israelí. ƑEn verdad tiene cabida el señor Roman en la nueva era espacial de Estados Unidos?" Algunos hombres que sirvieron como pilotos israelíes en 1982 podrían enfrentar una causa seria ante un tribunal de crímenes de guerra. He conocido a algunos antiguos colegas de Roman, quienes viven atormentados por el recuerdo de haber acatado órdenes de asesinar a inocentes. Tal vez Roman sea un buen tipo. Tiene aspecto de serlo. El New York Times ha sugerido que los pilotos podrían convertirse en "blancos para los terroristas", pero no dice por qué.

Podría pensarse que es raro que se incluya todo esto en el tercer reloj, pero la situación en Medio Oriente es parte de toda la historia. En otras palabras, cuando los estadunidenses invadan Irak, hay que observar la guerra entre israelíes y palestinos, y hacerse la vieja pregunta: Ƒpor qué? También hay que preguntarse por qué no se invadió a Corea del Norte.

Recordemos el dólar.

* Periodista irlandés especialista en Medio Oriente del diario británico The Independent.

©The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

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