Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 31 de enero de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Espectáculos
Se estrena la semana próxima; La Jornada y Nuvisión invitan a la premier el lunes

Tuvalu, un moderno cuento de hadas filmado en una piscina

La cinta del alemán Veit Helmer, rodada en blanco y negro, ha ganado múltiples premios

Es una historia de amor, con tintes de comedia, que tardó 13 años en llegar a la pantalla grande

JORGE CABALLERO

La próxima semana se estrena la cinta Tuvalu, del cortometrista alemán Veit Helmer, donde se narra una historia que se desarrolla en una antigua piscina pública que se desmorona poco a poco, en Sofia, Bulgaria. Es una historia de amor en la que dos hermanos compiten por una bella y joven mujer. La historia se cuenta con el gesto, apenas existen las palabras.

Tuvalu obtuvo el premio al mejor director del Bavarian Film Award (2000); el extraño galardón sobre producción visionaria del Festival de Cine de Birmingham (2000); el Gran Premio del Filme Fantástico Europeo en Plata del Festival Internacional Cine Espoo (2000); el Premio de la Audiencia en el Festival de Fantasporto (2000); el Premio Especial del Jurado al Filme Fantástico Internacional (2000), y el Premio del Público en el Festival Max Ophüls (2000), entre otros.

El largometraje está filmado en blanco y negro, pero salpicado de distintos colores, con la gramática del "cine mudo". El personaje principal es Anton, un joven aprendiz de natación que en el transcurso de la película se vuelve adulto. Anton pasa el día manteniendo la ilusión de su padre, ciego, de que la piscina sigue intacta y muy concurrida. Gregor, hermano de Anton, no tiene otra cosa en la cabeza que demoler la piscina y, en general, toda la ciudad, para reemplazarla por una nueva ciudad futurista. Gregor seduce a Eva, quien realmente está enamorada de Anton. A pesar de que él no puede salvar la piscina, logra finalmente ganar el amor de Eva. Entre los dos sacan la máquina de vapor del sótano y, tras poner en funcionamiento el barco remolcador de Eva, realizan su viejo sueño de hacerse a la mar, hacia la isla. Tuvalu es igual una historia de amor que una comedia, y un moderno cuento de hadas.

En la búsqueda de una piscina

La idea de filmar una película en una piscina pública se le ocurrió al director de la cinta, Veit Helmer, desde 1987, cuando visitó las viejos bañaderos de Bismarck, en Hamburgo. Durante los siguientes días, la primera parte del guión sobre la solitaria existencia de Antón, el entrenador de campeones de natación, fue puesta sobre el papel.

Tras haber completado sus estudios en la Escuela de Cine HFF en Munich y haber rodado seis cortometrajes, Veit Helmer retomó la idea en 1995. Junto con la guionista Michaela Beck trabajó la historia durante tres años, durante este periodo la idea de no utilizar diálogos presentó grandes obstáculos.

Esto, además de la selección de actores no alemanes en la producción, significó un gran problema a la hora de conseguir financiamiento para el filme, pues para los distribuidores alemanes significaba un gran riesgo.

Sin embargo, en 1997, Helmer consiguió una oportunidad para realizar su película con Buena Vista Internacional, lo que significó un gran éxito para él. Pero tomó más de un año encontrar la perfecta locación para el filme, una vieja piscina a puerta cerrada que no haya sido demolida aún y que estuviera en funcionamiento. Esta búsqueda se realizó en Alemania, Polonia, República Checa, Austria, Hungría, Rusia y, finalmente, en Bulgaria, donde Veit encontró lo que quería. Los viejos bañaderos centrales, en pleno corazón de Sofia, ofrecían el perfecto resplandor y brillo para el filme.

Elegir el elenco fue aún más complicado. Más de mil 100 actores desde 14 ciudades de más de 12 países, fueron invitados a la audición. En esta búsqueda de rostros expresivos, Veit Helmer fue con su videocámara a Moscú, Varsovia, Los Angeles, Nueva York, Praga, Budapest, Bratislava, Estambul, Londres, Sofia, Skopje, Bucarest y París. Esto dio como resultado 50 horas de grabación.

Desde el 29 de junio de 1998 y durante 70 días, seis días por semana, 12 horas al día, un equipo internacional trabajó mediante signos, manos y pies. Cabe señalar que casi todos hablaban diferentes lenguas. En la última semana de rodaje todo el equipo se trasladó a Varna, en el Mar Negro, para filmar el final de la película y despedirse del trabajo que realizaron juntos durante 12 semanas. Para muchos era el final de un viaje que les cambiaría sus vidas.

Sin embargo, el rodaje continuó. Con más de 8 mil figuras miniatura se realizaron las tomas más complicadas de la película y los efectos más elaborados. A medida en que el montaje se efectuaba, también se elaboraron sorprendentes y delicados efectos de sonido.

Un joven experto

Veit Helmer nació en 1968 en Hannover. Muy pronto inició su pasión por el cine: a los 14 años rodó su primer corto con una cámara super 8 mm. Después de la escuela trabajó varios años como asistente de director. En 1988 obtuvo una beca de la DAAD para formarse durante un año como actor en la Hochschule für Schauspielkunst Ernst Busch, para después ingresar en la Hochschule für Fernsehen und Film, en Munich, una de las mejores escuelas de cine y televisión de Alemania. En ese tiempo rodó seis cortos que le han merecido un total de 50 premios: A los 21 años, Veit Helmer estrenó su primer cortometraje titulado Tour d'amour (1989). Con su siguiente trabajo, Tour Eiffel (1994), obtuvo ocho premios y Surprise (1995), recibió 42 y participó en 130 festivales, incluyendo Berlín, Cannes y Sundance.

En 1996, Helmer inició su relación con Wim Wenders, produciendo y siendo coautor del proyecto Die Gebrüder Skladanowsky (Los hermanos Skladanowsky), sobre los pioneros del cine en Alemania. Los proyectos de Helmer incluyen el trabajo con otros grandes directores europeos como Emir Kusturica (Tiempo de gitanos, Gato negro, gato blanco, y Underground, entre otras). El horizonte cultural de Veit Helmer es amplio y sus intereses cinematográficos trascienden las fronteras alemanas.

La Jornada y Nuvisión lo invitan a una función especial para que sus lectores disfruten esta película. Unicamente mande un mail con sus datos generales a [email protected] y obtendrá una entrada doble. La promoción está sujeta a 150 invitaciones; a los ganadores se les hará saber por la misma vía con los datos de cómo y donde será la proyección de Tuvalu. Unicamente podemos adelantarles que será el lunes en una sala céntrica de esta ciudad.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año