Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 2 de febrero de 2003
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Cultura
Lapidarium, collage de textos breves que se inscriben en la poética del fragmento

Un espectador profesional de la vida

PABLO ESPINOSA

En septiembre pasado, Ryszard Kapuscinski concedió una amplia entrevista a La Jornada. Entre otros bienes obsequió lo siguiente: "Me atan muchos sentimientos a México, porque viví aquí cuatro años. Llegué en 1968 y viajé por muchas partes del país y luego de ese tiempo que viví aquí, hasta 1972, he regresado muchas veces. Es uno de los países más queridos para mí y que mejor conozco. México no me resulta un país abstracto. He escrito sobre él muchas veces. En mi Guerra del futbol, en mi Lapidarium. Me siento muy ciudadano de México. Y esta es mi declaración de amor que quiero decir".

Esa entrevista ocurrió en ocasión de que Los cínicos no sirven para este oficio era una novedad bibliográfica en México. En el transcurso del tiempo, sus palabras, junto a la poesía de Robert Zimmerman, flotan en el viento con la contundencia de una verdad irremediable: "Una mala persona nunca puede ser un buen periodista".

Esos pensamientos, expresados en septiembre en entrevista, son las semillas de una serie de volúmenes titulada Lapidarium. Difieren del género del diario en vertientes varias y contiene vasos comunicantes con ejemplos altos como las reflexiones filosóficas de Mircea Eliade en su Diario, registro cotidiano como lo hace José Saramago en sus Cuadernos de Lanzarotte, pero siempre inmerso en una poética suprema, la del espectador profesional de la vida: el periodista.

Desde hace un par de décadas la producción literaria de Ryszard Kapuscinski -en prosa, su poesía es un capítulo aparte, según advierten sus editores de Anagrama- discurre por dos cauces independientes: paralelamente a obras monolíticas -como El Imperio o Ebano-, a partir de 1990 se han ido publicando en su Polonia natal sucesivas entregas de Lapidarium. De hecho, en noviembre de 2002 se publicó el quinto volumen en Polonia.

Explican los editores la causa de la inversión númerica para su publicación en México: "Se trata de libros que, de existir tal categoría en las teorías de la literatura, se inscribirían en la corriente que se podría definir como la 'poética del fragmento' y cuya publicación hemos empezado por el cuarto tomo, por deseo del autor".

En los lapidaria, concebidos como un collage de textos breves (algunos de un par de líneas apenas) cuya lectura se puede empezar, interrumpir y retomar por cualquier página, Kapuscinski despliega un amplio abanico de formas y recursos narrativos: desde descripciones de episodios significativos que se le habían quedado en el tintero (un material precioso rescatado de sus experiencias pasadas) hasta análisis de las 'cuestiones palpitantes' del mundo contemporáneo, pasando por citas de autores cuya obra (o una faceta de la misma) le llama la atención, así como por las impresiones -ante un texto, un cuadro, una escultura o, simplemente, una conversación, que estos productos del talento, la sabiduría y el ingenio humanos sugieren a su mirada penetrante.

El texto de Ryszard Kapuscinski que ofrecemos a nuestros lectores como una primicia es un juego de espejos dentro de la propia estructura espejeante de sus lapidaria. Inclusive en un fragmento de este texto destella una reflexión de Kapuscinski a propósito del riesgo que impone una selección arbitraria de sus propias selecciones, una memoria de su memoria en el espejo. Una manera de jugar a la Rayuela de Cortázar deconstruyendo.

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