Las dos orillas se presenta en la FIL
de la capital cubana
Evocan semejanzas entre La Habana y Veracruz
Ambas plazas están emparentadas por la música,
la pelota, los carnavales, Benny Moré y Agustín Lara, refieren
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 1o. de febrero. A
finales de 1998, un pequeño círculo de intelectuales cubanos
y mexicanos que conversaba en la Casa Benito Juárez de La Habana,
arrinconó la tertulia en la notable semejanza entre la capital de
Cuba y el puerto de Veracruz.
Las ideas que fluyeron entonces desembocaron aquí
este viernes, en una tarde de insólita lluvia de enero, en la presentación
del volumen La Habana/Veracruz. Veracruz/La Habana. Las dos orillas,
coordinado por los historiadores Bernardo García Díaz, de
la Universidad Veracruzana (UV), y Sergio Guerra Vilaboy, de la Universidad
de La Habana (UH).
García y Guerra convocaron a 20 autores de una
y otra plaza, para reconstruir en esta obra, coeditada por ambas universidades,
el andamiaje histórico que permite al viajero común evocar
su propio punto de partida, apenas llegando a la otra orilla.
La presentación del volumen de más de 500
páginas fue una de las primeras de la 12 Feria Internacional del
Libro de La Habana, que arrancó el jueves en la Fortaleza de la
Cabaña, una parte del complejo de fuertes coloniales que domina
la entrada de la bahía de la ciudad.
Bernardo García, del Instituto de Investigaciones
Histórico-Sociales de la UV, se especializa en temas regionales.
Hace cuatro años terminaba de presentar aquí su libro Puerto
de Veracruz, cuando al final de los discursos quedó un grupo
compacto, en el que también estaban el entonces embajador mexicano
Pedro Joaquín Coldwell y el historiador de La Habana, Eusebio Leal.
Dice que, observando fotografías, el grupo disparó
en ráfaga aquella conversación hacia imágenes comparadas,
como la antigua ubicación del café La Parroquia y algunas
esquinas de La Habana Vieja; las noches de sones y danzones en el zócalo
jarocho; los dichos, la extroversión y los hábitos cotidianos
de los habitantes de las dos ciudades, así como sus pasiones: el
baile, el beisbol y el dominó. De ahí surgió la idea
de hacer el libro.
''Esta obra ha sido largamente pensada, largamente soñada
y acariciada", dice ahora García Díaz, al presentar una historia
paralela que es necesariamente incompleta: dos villas fundadas casi al
mismo tiempo, al inicio de la conquista, ligadas por el comercio, las rutas
de tránsito y las misiones militares; rivales en su propia seguridad;
víctimas por igual de corsarios y piratas, que las obligaron a construir
murallas y fortalezas; destinos de grandes migraciones de españoles
y africanos; urbanizadas bajo el mismo estilo arquitectónico, dominado
por un clima y una vegetación semejantes y marcadas por sus haciendas
y plantaciones de azúcar, tabaco y café. Víctimas
también de intervenciones estadunidenses, ya en el siglo XX, La
Habana y Veracruz siguieron emparentadas por la música, la pelota,
los carnavales, el tres y la trompeta, Benny Moré y Agustín
Lara.
Sergio Guerra Vilaboy, director del Departamento de Historia
de la UH y secretario ejecutivo de la Asociación de Historiadores
Latinoamericanos y del Caribe, señala que según se iba escribiendo
la obra, a decenas de manos, quedaba claro que muchos flancos quedarían
pendientes.
''Ya tenemos que hacer el segundo tomo", dice entre bromas
el historiador cubano, citando, por ejemplo, que una cronología
de las dos ciudades quedó fuera de la edición final. Pero
la idea de continuar el trabajo se refuerza con las notas que mandó
a la presentación el rector de la UV, Víctor A. Arredondo,
y que fueron leídas por el agregado cultural mexicano Rubén
Lau.
Arredondo dice que extraña en el libro un ensayo
sobre el son y el fandango jarocho, una revisión de la presencia
de ambas ciudades en la literatura y un vistazo a La Habana después
de la revolución cubana: "¿Qué cambios ha experimentado,
qué han sabido conservar, qué han perdido, qué han
ganado?"
Eusebio Leal dice en el prólogo: "Esa hospitalidad
de puertas y ventanas abiertas a la brisa cálida y húmeda,
esa pervivencia de cantos y pregones, hacen meditar en un espacio y tiempo
indefinibles, hasta preguntarnos: ¿Dónde estamos, en Veracruz
o en La Habana?"