Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 5 de febrero de 2003
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Adolfo Sánchez Vázquez*

El doble fin del exilio del 39

Puesto que la temática general de las presentes jornadas Espacios y protagonismos del exilio, empecemos por preguntarnos: Ƒqué espacio es éste, el del exilio? Ƒel que se camina cada día, o el que sólo se recorre en el sueño o la nostalgia? Se trata, en verdad, de dos espacios que no se funden ni confunden, pues lo hallado no es una simple prolongación de lo perdido. De aquí el desarraigo del exiliado, pues su raíz no está aquí, sino allá, en lo perdido. Destierro, por ello, no es transtierro.

De modo análogo, cabe preguntarse: ƑCuál es el tiempo del exilio? Ƒel que miden todos los relojes, o el que mide un reloj propio, pues propio es el tiempo del exilio con su distinta dimensión del pasado, del presente y del futuro? En el exilio el presente se adelgaza al tirar imperiosamente de él tanto el pasado que se recuerda como el futuro que se sueña. El presente se vive como un paréntesis, en vilo, en el aire, resistiéndose a atarse a lo recién hallado y a desatarse de lo recién perdido.

Tales son el espacio y el tiempo del exilio en los primeros cinco, diez e incluso quince años. Todo él se cifra y descifra en una palabra que martillea los oídos: la "vuelta". Pero, por ahora -un ahora que se alarga un día y otro, un mes y otro, un año y otro- la vuelta resulta imposible. Se quiere, pero no se puede volver.
La persistencia de ese sueño y la obsesión por la vuelta contradicen la idea del "transterrado" que renuncia a ella porque se ve trasplantado a la tierra que le acoge, como si ésta fuera una prolongación de la propia. El desterrado vive así -o se desvive- un año y otro, sin que el duro despertar de cada día ponga fin a su sueño. Pero, el exilio se alarga más y más. Y esta herida, que se abre en el 39, sólo se va a cerrar con la transición de la dictadura a la democracia, al desaparecer las condiciones que lo determinaron. Un exilio de š38 años! A lo largo de ellos, se mantiene viva la esperanza de la vuelta y ésta resiste los embates más duros. Pero, aún le falta enfrentarse -a mediados de los 70- a un nuevo desgarramiento que la pondrá, definitivamente, a prueba.

Ciertamente, el desterrado no ha podido sustraerse, con el paso del tiempo, a las nuevas raíces que han ido hundiéndose cada vez más con sus nuevos amores y desamores, sus nuevos goces y sufrimientos, sus nuevos éxitos y fracasos. Así, pues, el desterrado se "transtierra" sin renunciar, por ello, a sus viejos ideales y a la esperanza de la vuelta. Y cuando con la transición se hace posible y atisba el fin de su destierro, las nuevas raíces han crecido tanto que ya no puede arrancarlas sin hundirse en un nuevo desarraigo. Ahora bien, en su decisión final cuenta, sobre todo, una razón muy profunda: la quiebra moral que significaría abandonar el país que, al brindarle desinteresadamente su hospitalidad, le permitió -en los días más sombríos- rehacer sus vidas.

Pero, ciertamente, el exilio ha llegado a su fin. Ahora bien, si termina como una forma de vida, Ƒqué es lo que queda de él? Queda, sobre todo, el legado de una extensa representación de la cultura española en México. Para darse una idea de lo que esta obra significó, bastaría recordar tantos nombres de los que la llevaron a cabo en los más diversos campos de las ciencias y las humanidades, de las letras y las artes. Esta nómina bastaría para comprender el alcance de la aportación cultural de los exiliados con su obra propia. Pero, a esta aportación hay que agregar la creación de instituciones culturales y establecimientos educativos, así como la fundación de editoriales y revistas, junto con la contribución -como redactores y colaboradores- a las más importantes revistas mexicanas de la época. Por último, hay que destacar la labor de los universitarios exiliados, particularmente en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Terminó, pues, el exilio, pero quedó en México este inmenso legado cultural, junto con el que dejaron anónimamente tantos trabajadores exiliados. Y, además de ellos, hay que registrar también su legado político y moral, así como el hispanoamericano al ofrecer -frente a la retórica de la España imperial- una nueva actitud o "redescubrimiento" de América.

Pero todos estos legados -y su reconocimiento- sólo quedan, en definitiva, si permanecen en la memoria. Ahora bien, Ƒcómo se reparte ésta? Veamos la memoria -o el olvido- en cada caso. Entre los exiliados que sobreviven, jamás palidece el exilio en su memoria. En cuanto al país -México, que tan generosamente brindó su hospitalidad, el exilio permanece vivo sin regateo alguno- en su memoria. Y Ƒen España? En verdad, la transición de la dictadura franquista a la democracia puso fin al exilio del 39 al abrir las vías de la convivencia, las libertades y la democracia. Pero, la correlación de fuerzas en el plano político, determinó asimismo que, junto a los grandes beneficios alcanzados, se dieron una serie de costos, entre ellos el olvido del exilio y de la guerra civil que lo engendró. De este modo, la transición puso un doble y contradictorio fin al exilio: al cancelarlo, por un lado, y al arrancarlo de la memoria, por otro.

Ahora bien, en contraste con esta amnesia, no podemos dejar de reconocer los esfuerzos académicos, editoriales y recientemente de comunidades autónomas para rescatar al exilio del olvido. A lo que apuntamos es al olvido como política practicada por los gobiernos de la transición y seguida acríticamente, como en el caso de la guerra civil, por la mayor parte de las fuerzas políticas. Afortunadamente, hoy podemos registrar la enorme repercusión de la exposición montada por la Fundación Pablo Iglesias. Pero, el multitudinario descubrimiento del exilio, provocado por esta exposición es, a la vez, índice de hasta qué punto había calado la política oficial de olvido del exilio en gran parte de la sociedad española y, sobre todo, en la juventud.

Por último, este rescate de la memoria debe continuar hasta alcanzar la altura política y social que merece. Y no sólo por un imperativo de justicia histórica, sino sobre todo porque la memoria, en este caso, contribuirá a elevar la conciencia de que capítulos de nuestra historia, como el del exilio del 39 y el de la trágica guerra civil que dio lugar a él, no pueden volver a escribirse jamás.

* Parte del discurso que el filósofo pronunciará hoy en las jornadas Espacios y protagonistas del exilio

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